Encuentro.

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Me sente en la gradas de aquel estadio, viendo el deporte que me gustaba desde que tenía memoria.

— ya llega tu madre — dijo Manuel, el novio de mi madre, mientras se sentaba a un lado mío — está mañana tu padre llamó, dijo que hace más de dos fines de semana que no vas a visitarlo, lo atendió Juli y le explicó que la semana pasada habías estado enferma y en la anterior habías salido con tus amigas quedándote en sus casas, así que si te pregunta algo diles eso. Asentí y comencé a escuchar la música de entrada del luchador.

— no sé si voy a ir hoy Manu — apoye mi espalda en la silla y él se dio la vuelta mirándome.

— tienes que hacerlo, fue un trato que tienen él y Juli, cuando cumplas los 18 podrás hacer lo que quieras, hasta entonces debes de acomodarte a la idea de pasar tiempo con él. — suspiré, sabiendo que seguir yendo a La Boca no era una buena opción.

— Manu, te voy a ser sincera — él se dio un poco la vuelta y me miró atentamente. Manu era en el que más confiaba, había estado conmigo desde que prácticamente nací y, a diferencia de mi padre, me crío, convirtiendome en lo que soy ahora. — no me gusta ir porque hay un pibe que esta re bueno — él rió

— entonces estar bueno, es malo ahora.

— nada que ver, déjame terminar, hay un chico que esta re bueno pero tiene novia. — dije y el asintió.

— entiendo, y vos queres salir con él — afirmó.

— no, bueno si, pero no es el punto — dije mientras juntaba mis manos con algo de nervios — una vez nos cruzamos en la calle y me sonrió coqueto y yo le devolví la sonrisa, estaba acompañado de su novia pero yo no sabía eso, tipo era la primera vez que salía sola a las calles de la Boca y no conocía a nadie, a excepción de Thomas y Juan, a la tarde del día siguiente caminaba por la vereda llegando a mi casa cuando ella se me para en frente y me empieza a decir cosas que no tienen el menor sentido para mí, la miro con atención hasta que escucho que me amenaza y la miro sin creérmelo, para seguir caminando, pero me agarra de la ropa y hace que me de la vuelta y me encaja una cachetada, porque según ella le falte el respeto, ni que fuera la reina de Inglaterra, la miré mal, pero no le devolví el golpe.

— en otro momento te hubiera dicho que no lo hagas, que la violencia no sirve para nada, pero no debes de dejar que te peguen por nada, no debes de dejar que se crean mejor que vos. — mi mamá llegó a nuestro lado y se sentó al otro lado mío. — Hola amor — le dijo. Y mi mamá de levantó para darle un beso y volverse a sentar.

— hola mis cielos, ¿como están?, ¿de que hablaban? — me encogí de hombros y Manuel tuvo que abrir la boca.

— una chica en el barrio del pabre le pegó una cachetada hace dos semanas atrás y ahora no quiere ir por eso — lo miré y el me sonrió — las cosas se arreglan dialogando, pero no voy a dejar que te lastimen Sara.

— ¿Cómo? ¿Sara dejaste que te pegaran? —mi madre me miró sin creérselo, ya que yo hiba a clases de defensa personal desde hace mucho tiempo y le sonaba raro que no haya respondidos — después de salir de acá llamo a tu padre — hiba a decir algo, replicar simplemente, pero sabía que era en vano, discutir con mi madre era como gritarle a una pared que se mueva. Imposible.

(...)

— yo lo único que te digo Matias es que si no cuidas a tu hija de esas pibas, voy a hablar con el abogado para que no la veas más — gritó por el altavoz mi madre, yo estaba espectante ahí, sabiendo que si movía un solo pelo la bronca también hiba a ir para mi — escúchame, no digo que la cuides como un bebé porque ella se sabe defender... MATIAS, tu hija no va por la vida pegando le a quien se le cruza. — ahora me estaba reemplanteando porque no le devolví el golpe, no hubiera sido lo correcto, pero por lo menos mi madre hubiera estado más tranquila. Pero también me hubiera venido una avalancha de pibas defensoras en contra mía solo porque respondí. — Sara es la mejor chica que conozco y se que no respondió la cachetada que le dieron por una buena razón — se calló y solo daba pequeñas afirmaciones. — esta bien, entonces te la llevo a tu casa y de ahí arreglan ustedes las cosas — un escalofrío me invadió, no quiero ir. — esta bien, pero le llega a pasar algo y el que va a pagar vas a ser vos — dijo firme y cortó. — dios santo — dijo y me miró. — junta tus cosas que te llevó a lo de tu padre — asentí, si me negaba se hiba a enojar más y no quería eso.

Ordené mis cosas como siempre lo hacía en un pequeño bolso que tenía colgado en un perchero. Guardé mis auriculares y mi celular en el bolsillo de mi buso y me puse un gorro, estaba empezando a hacer frío.

— vamos, tu padre nos espera en el puente — asentí y me acomodé la ropa. — Manu — lo llamo y él nos miró — vas con nosotras — se levantó y asintió.

En el camino a la casa de mi padre, mi madre solo se quejaba, de lo mal padre que había resultado los últimos años, de las malas actitudes que tenía, de que había estando ausente en mi vida y sobre todo que fumara. Yo sabía que eso no era tan así, la culpa no era de él, el hacía lo posible para ser lo mejor para mí, daba todo lo que tenía para demostrar que era capaz de poder tener parte de mi custodia.

Manu apagó el motor del auto en el momento en que llegamos a el puente, mi padre estaba ahí con uno de sus amigos. Sonreí al verlo y caminé rápido para abrazarlo.

— hola pequeña — dijo y me dio un beso en la frente. — hola Julieta. — miró a mi mamá y le sonrió a Manuel.

— cuídala, Matias — dijo ella con cara sería. Me acerque y la saludé, al igual que a Manu, agarré mis cosas de los asientos de atrás y caminé de vuelta con mi papá. — si pasa algo me llaman.

— estará bien Juli, son dos días nada más, chau— nos dimos media vuelta y caminamos por el puente. — Sara te presento a Pedro, un viejo amigo — miré al hombre y le sonreí, él igual — nos conocemos desde hace banda.

— que bueno — dije y seguimos caminando.

— me enteré que te peleaste con una chica. — habló Pedro, mientras entrábamos al coche. Mi papá rió.

— si se le puede llegar a decir pelear — dije mientras me acomodaba atrás y suspiraba. Apoyé mi cabeza en la ventana y esperé a llegar. Tenía sueño.

— ¿Cómo? — preguntó.

— pegar una cachetada no es pelear. Tirar de la ropa de otro no es pelear. Querer hacerse la poderosa, cuando trae a sus amigas para defenderse no es pelear. Esa chica quiso ponerse como inminente y terminó dándome a entender que es débil. — dije despacio y calmada, lo que menos quería ahora era problemas.

— ¿te acordas de cómo era? — no sabía si responder a eso.

— no me acuerdo bien, llevaba una campera de Boca, tenía el pelo marrón, creo... Y ojos verdes — me encogí de hombros — era linda pero tenía un carácter de mierda. — dije y miré por la ventana. Dándome cuenta que estábamos en frente de una casa que no conocía. Pedro bajó y me miró del otro lado.

— bueno, tranki Sara, seguro se equivocó — créeme que no, la próxima no lo va a hacer — sabes como son los chicos de acá... — asentí. Sabía perfectamente como eran las cosas pero tampoco para que venga y me pegue porque si.

— mañana nos juntamos a la final? — le preguntó mi padre a pedro. Este asintió.

— después mándame la hora voy con Mateo y Emi — dijo y de a poco se hiba alejando del auto.

— dale. Después te aviso — lo saludó de lejos, al igual que a mi y entro en la casa. — mañana hacemos un asado en casa con pedro y otros amigos que también van a traer a sus hijos. — avisó, medio tarde pero sabía de antemano lo que me hiba a venir próximamente.

One Shot // Trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora