Capítulo 4.

440 43 63
                                    

Willyrex.

Un pitido, dos pitidos, tres pitidos . . . Estúpida alarma que me rompe la cabeza en dos todas las mañanas.

Fruncí levemente el ceño, abriendo lentamente mis ojos y fijando mi mirada en el techo. No tenía ganas de levantarme, realmente no tenía ganas de nada, ni siquiera de ir a clase. La única razón por la que iba era por Vegetta; si no fuera porque me obligaba, me encerraría en la habitación y jamás saldría de ahí.

Podía ser cierto que aquel día me salí de control y casi golpeo a Rubén por una tontería de educación física, pero a veces uno no podía guardarse todo para otro momento, y él estuvo presente cuando la bomba estalló y no aguantó más.

Puede que no estuviera pasando unos bonitos días últimamente. Frank estaba algo ido y raro, no sabía que le sucedía. Vegetta actuaba tan extraño a veces que incluso me echaba la culpa de cosas de las que yo no tenía nada que ver, pero aún así, mantenía la amistad y el cariño de hace años con él. Y luego Fargan . . . Mejor no hablemos de él.

Me removí sobre mi cama, sintiendo un peso sobre mi tripa que hizo que mirase hacia mi costado algo confuso. Samuel dormía tranquilamente a un lado mío, abrazándome con un solo brazo como si fuese un peluche. No sonreí ni nada, simplemente me sentí más débil de lo normal ante ello.

Ayer en la noche fui el primero en subir a las habitaciones de todo mi grupo después de cenar, no tenía casi nada de hambre y necesitaba estar a solas un rato. Seguía pensando en lo que había sucedido en la hora del entrenamiento y el encuentro con Fargan. Ese idiota me quitaba el sueño cada noche.

Vegetta subió unos minutos después, entrando al cuarto preocupado. No quise hablarle, yo ya estaba metido dentro de todas las sábanas de mi cama de cara a la pared. Insistió, queriendo saber que sucedía y porqué me había ido de aquella forma. Terminé por sentarme en la cama y gritarle entre lágrimas todo el cúmulo de cosas que había guardado durante semanas, de las cuales ahora no voy a volver a hablar.

Se quedó en silencio y se acercó a mí, y lo único que recuerdo después de eso, son sus brazos rodearme para luego quedarnos dormidos en mi cama.

Esos momentos a su lado eran únicos, y los tenía que aprovechar al máximo para recordar los viejos tiempos. Pero luego recordaba que lo nuestro acabó hace años, y él ya tenía alguien que le sacaba suspiros, al igual que a mí. Odiaba aceptarlo, pero había que seguir hacia adelante y dejar de mirar el pasado.

Tomé su mano lentamente, apartándolo de forma suave para luego arrastrarme hasta llegar al borde de la cama, bajando de esta y dando media vuelta para poder mirarlo.

ㅤㅤ─────Lo siento por todo . . . ─────Comenté en voz baja, dejando salir un pequeño suspiro de mis labios. Segundos después me encaminé al baño, necesitaba darme una ducha para despejarme.

No tardé mucho, en menos de cinco minutos ya estaba fuera, secando mis cabellos blanquecinos que me tapaban la vista de lo largos que estaban. No tanto como para amarrarlos con una goma, pero lo suficiente para mi gusto.

Los dejé medio mojados, cepillándolos y formando muecas de dolor a cada segundo por tanto nudo. De igual forma no me iría de allí hasta tenerlo perfecto. Creo que era de lo único que me seguía preocupando a día de hoy.

Una vez listo, tomé el uniforme y me lo puse, a excepción de la parte azulada. No me gustaba como me quedaba el color, era muy maniático con eso.

Con el pijama en mis brazos salí del baño, yendo hacia mi cama para dejarlo allí y despertar a Samu de una vez. Pero oh, sorpresa, estaba más que despierto.

#ㅤ𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐃𝐎𝐋𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 | K!AU。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora