Prólogo

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Los puños me dolían. Se podía ver la sangre teñir mis nudillos, y con esa misma decorar la cara del tipo al cual lo estaba tratando como saco de boxeo. No podía diferenciar en si era mi sangre o la suya, algo que muy poco me importó y continúe con los golpes en su cara, que por cierto esta de mierda llena de sangre y otras sustancias como sudor y saliva.

Un golpe más y veía como por fin el tipo se quedaba inconsciente, era admirable cuanto duró en no desmayarse. Y con la ayuda de una toalla limpie su asquerosa sangre, que una parte era mía por su huesos del rostro que lastimaron mis nudillos. Con la misma tela enrolle estos mismos para que dejaran de sangrar y cuando toda esta mierda se acabe curar mis heridas.

—Eso le sucede por intentar robar a Bratt—hoseok escupió en dirección al cuerpo inanimado del sujeto. El charco de sangre ensucia mis botas de cuero, y unas cuantas chispas de ese color rojizo hay en mi camiseta de un tono azul marino. Miro a mi amigo quién intenta mover el cuerpo casi sin vida.—¿Alguien quiere ayudar? ¿No? okey. Hoseok siempre haciendo solo este labor.—niego y me acerco a una mesa en donde hay cigarrillos, cervezas y lo que parece ser unas herramientas de tortura. No me gusta usar otras cosas que no sean mis puños, el sentimiento inexplicable de sentir su piel destrozada en mis puños es algo que no tiene nombre. Al parecer soy un puto demente.

Mi otro compañero y amigo, Suga, está fumando sentado en una esquina del taller desolado. El humo se escapa de sus rosados labios, y su piel pálida le da una imagen de vampiro demacrado. Su voz resonó, opacando aquel sonido de un cuerpo siendo arrastrado por el suelo.

—Avanza, que quiero ir a beber soju y ver putas—vuelve a dejar salir humo de su boca. Hoseok frunció el ceño y lo miró con nada de simpatía.

—Si quieres que esto acabe pronto deberías ayudar, lo mismo va para ti TaeHyung—lo miro con una ceja levantada, iba a cuestionar sus palabras pero Suga fue más rápido y más intenso en responder.

—Deja de llorar marica, esa es tu labor—no evite sonreír en la manera en que Hoseok iba susurrando muchos insultos dirigidos a Suga y mi persona. Este segundo se acercó a mí, con afán lo miré y expulsó todo el humo en mi puta cara.

—¿Que carajos haces?

—Nos queda dos imbeciles más y esta mierda se acaba—informó con una cara seria. Por todo el enrollo en que tenía mi cabeza, me olvidé de que solo quedan dos faltantes para terminar de hacer esta mierda; ninguno de los tres estábamos a gusto de matar a gente y olvidar, pero cada uno teníamos nuestros motivos, y eso no nos permiten salir de esta agujero de desesperación, que cada vez estamos más hundidos. Entre una de las herramientas que había en la mesa, tomé la navaja pequeña de un color plateado.—Por fin podremos dejar de ser los perros de Bratt.

Y en efecto, éramos las mascotas de ese maldito viejo bastardo. Nos daba órdenes y nosotros las seguíamos a pie y letra, no seguirla sería un error estupido que muchos cometieron y terminaron siendo matados y tirados al río del pequeño pueblo. No pienso terminar de ese modo.

Juego con la navaja, girando y lanzado al aire. Suga y su manía de fumador empedernido me hace cuestionar que nada de lo que nos juramos a nosotros mismo podemos cumplir. Hace un año que juró no fumar y dejar esa cosa que cada vez lo mata silenciosamente, pero no duró mucho y volvió a caer en su adicción. Joder, él tiene una adicción al igual que Hoseok y yo. Los tres tenemos problemas serios.

Lance la navaja, pasándole a centímetros de la mejilla de Suga y terminando estancada en una columna de madera que había en varios sitios de ese taller abandonado. Este no se inmutó, ni se enfadó o reclamó mi demencia, solo quedó expulsando ese malduto humo en dirección de mi cara, jodiéndome. Recuperó el aliento y con unas cejas fruncidas habló.

ᐧ 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 𝒐𝒇 𝐅𝐢𝐫𝐞 | K.T.H ᐧDonde viven las historias. Descúbrelo ahora