CAPÍTULO UNO (1)

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Y otra vez decidió salir a ver a la luna, otra vez le contó otro secreto que conllevaba consigo un pensamiento, sentimiento o emoción, pero ¿Qué importaba? Probablemente en algún tiempo ya ni recordaría ese día, ni lo que sintió y mucho menos lo que dijo... Ya fuese por el secreto, el momento, la luna o tal vez ella misma..., como ya había dicho, no importaba. Un secreto nuevamente era revelado y otra vez era para la luna.
-Esta noche no hay estrellas-Le dijo ella. La luna le respondió haciendo que cualquier luz cercana la enfocase, pues ella era la única que valía la pena brillar, ya que ella era la estrella más radiante que había visto al pasar por todos los impactos cósmicos que había recibido y tal vez sería la única de los que recibirá a lo largo de su historia, era ella la estrella que podría haber perdido su brillo a pesar de que su energía se agotó de un estallido pero no lo hizo, ella sigue y seguirá sin dejar extinta aquella llama de esperanza. -Ella sonrío-
Después de unos minutos empezó a llover aunque no fuese época de lluvias.
Ella deseaba que la noche nunca acabara y durante el día esperaba esta con ansias, no solo para salir y ver la luna, sino también para hablar con ella, para apreciar aquello que los demás ni notaban que estaba sobre sus cabezas, para admirarla puesto a que casi nadie lo hacía, ella amaba a la luna sin importar que fuera... A pesar de los 394.400 kilómetros de distancia que las separaban, ellas no dejaban de mirarse, de admirarse, de hablarse... Bueno, ella literalmente lo hacía pero la luna le respondía cambiando el clima o el lugar en que ella estuviese siempre y cuando fuese de noche... Tampoco dejarían de desearse. Ellas no podían hacerlo, pues nunca se tendrían y terminarían echando sus pequeños lazos de polvo cósmico a la basura... Pero sí, ellas se enamoraron, se deseaban y se amaban, aunque no debían, lo hacían.
Ella cierta vez escuchó un poema en donde relataba que al apreciarse un eclipse de sol, se apreciaba de igual forma a la luna intentando besarlo, pero eso solo era un poema y se convenció de ello porque la luna la quería besar sólo a ella. Tal vez la noche era perfecta por el simple hecho de que la luna se viese en el firmamento. Ellas eran felices con lo que eran. Pero... ¿Cómo serían felices 2 cuerpos totalmente distintos entre sí, sabiendo que la mujer necesita de un hombre y la luna de un sol? Ellas estaban en contra de las reglas y buscaban la felicidad para ambas sin importar cómo ocurriera esto. Ella no creía que llegasen a serlo y sin más se acostó sobre el prado, las gotas de agua cayendo en su rostro tan delicado como el pétalo de una flor y tan hermoso como la flor completa, pensando en que posiblemente el "polvo cósmico" sería lo que más adoraría en su vida, aquel cuerpo que le quitaba el sueño y le daba una esperanza de historia juntas; la luna.

Despertando el polvo cósmico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora