Algo me está mirando

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Soy Pedro durán, vivo en Venezuela, cabe destacar que en mi país desde tiempos inmemoriales existe una gran superstición sobre fantasmas o criaturas malévola, mejor conocidas como "espantos". Mi padre me contaba historias, así como mi abuelo a el, y el abuelo de mi abuelo a mi abuelo, yo la verdad nunca he creído en esas cosas, soy el típico chico nacido en familia católica con rasgos de ateo pero para no descartar la existencia de un dios coloco el término agnostico siguiendo de este, pero, para la fecha que escribo esto estoy más que consciente que los "espantos" no son un tema de ligera, y que a demás de nosotros existen cosas, cosas que no podemos ni jamás podremos entender, criaturas cuyos pensamientos son tan masivos que aunque no los veamos podemos sentir su presencia, monstruos que se ocultan de bajo de nuestras camas, en nuestros closets, o simplemente están ahí en una esquina donde la luz jamás tocará.

Está anécdota es solo el comienzo de muchas cosas que he vivido acá en mi pueblo, un pueblo al centro de mi país, lo llaman calabozo y es parte de los grandes llanos guariqueños. Dónde reinan muchos relatos de monstruos que te llevan por ser mujeriego, increíble cantidad de maldiciones, también hay brujería y distintas sectas.

Tengo que comenzar este relato mencionando mi edad ya que era solo un niño, tenía 7 años. Nunca fui un niño problemático, mi único problema es que siempre fui muy cerrado, no hablaba con las demás personas y solo me dedicaba a perderme dentro de mis pensamientos, mi mamá hablaba con mis profesores de la escuela para que me hicieran hacer amigos, cosa que me parece totalmente estúpido. Esa soledad llevo a generarme cierto interés por lo oculto y el horror, lo disfrutaba como no tienes idea, a pesar de que sufría de pesadillas, me encantaba sentir miedo, me encantaba verme obligado a rezar porque sentía que habían cosas viéndome en la oscuridad. mientras escribo esto recuerdo cómo se sentía y vuelvo a recibir esa sensación nostálgica de miedo que me hace fijarme a mi alrededor pero a la vez me saca una increíble sonrisa de placer. De niño sufría mucho de parálisis de sueño, también escuchaba cosas, sentía que me tocaban la puerta de mi cuarto a altas horas de la noche. Todo era soportable hasta que empezaron los golpes en la pared, parecía como si tomarán un bate y comenzarán a darle golpes a mi pared desde el otro lado, (no tenía vecinos) así que era rarisimo eso. Cuando ocurrían estos escenarios yo solía salir corriendo al cuarto de mi papá que queda del otro lado de un pasillo largo cuya luz siempre está apaga, pero no me importaba, yo solo corría hasta que llegaba a ese lugar donde me sentía protegido, por primera vez tuve una sensación de miedo que no quería volver a sentir, por primera vez necesite de mis padres para dormir, por primera vez sentí maldad. Mi papá se despertó con todo el berrinche que hice y lo primero que dijo fue "que pasó?", Entre lágrimas le contesté "me estaban tocando la pared de mi cuarto", mi papá fue a ver, y pues, como es de esperarse no ocurrió absolutamente nada, había tanto silencio que era capaz de escuchar los latidos de mi corazón.  Está situación se repetía noche tras noche, hasta que mi papá se hartó. Una semana después de la primera aparición por así decirlo. Ocurrió la experiencia más traumática de mi niñez entera. A eso de las 2:00 am empezaron los golpes, yo estaba despierto porque sabía que iban a ocurrir, lo sentía en mi esqueleto, sabía que ahí estaban, siempre, cosas viéndome, esperando el momento justo para atormentarme. Empezaron los golpes, pero está vez eran más golpes y mucho más fuertes, se sentía temblar la pared y me quedé paralizado al ver eso, reuní el valor para ir corriendo al cuarto de mi papá, esa noche era increíble el nivel de oscuridad que había, la luna no estaba así que no podía ver nada, tropezando con sillas y mesas, para mí sorpresa la puerta de el cuarto de mis padres tenía puesto el seguro, y a pesar de que la golpeaba y gritaba y lloraba nadie salía, derrepente todo quedó en silencio, un silencio que no era silencio, un silencio que era una trampa, una trampa para que volviera a mi cuarto, lo sentía, sin razón alguna empezaron a salir lágrimas de mis ojos, y empecé a temblar, mi cuarto se hizo un poco más visible, y la puerta estaba abierta de par en par, simplemente era el momento de irme, pero a penas di un paso el ambiente cambio, lo supe de inmediato, algo no estaba bien, algo malo iba a ocurrir si entraba a mi cuarto, lo sentía en lo más profundo de mi ser, estaba completamente seguro de que si ponía un pie dentro de mi cuarto jamás volvería a salir, en eso empezaron a dar golpes por todos lados de mi casa, en el techo, en los cuartos, en las sillas, en las mesas, y lo que me terminó de romper, fue que habían golpes del otro lado de la puerta de el cuarto de mis padres, y entre todos esos golpes, había algo más, había algo viéndome, esperando que hiciera mi movimiento para convertirme en su presa, algo que sabía mi nombre, que sabía cómo pensaba, que sentía lo que yo sentía, que era capaz de romper las barreras del tiempo y el espacio, algo, un ser, un monstruo, un espanto, como lo quieras llamar, pero esa cosa lo era todo, todo menos humano, mis huesos temblaron, y yo solo me rompí en llanto y comencé a rezar a gritos, hasta que me desmayé, me desperté en la mañana en los brazos de mis padres, cuyas lágrimas caían en mi cuerpo, porque me encontraron tirado afuera de su cuarto y yo no respondía, me contaron que estaba pálido, pero que a pesar de estar inconsciente seguia susurrando algo, algo que para ellos fue traumático, y cuando yo me enteré, para mí fue algo más traumante aún. Lo que estaba balbuceando era "deja de mirarme" una y otra y otra y otra vez. Hasta que ya no se entendía lo más mínimo, hasta que caí como un cadáver, y bueno. Luego desperté. Desde entonces no ocurrieron más los escenarios de los golpes, pero aún siento la escencia de algo que siempre me está mirando, incluso. Cuando estoy dormido.

Relatos de horror para una cuarentena felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora