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Baekhyun pasa toda la noche pensando, recordando particularmente a las personas que lo han llevado ahí, a ese punto donde es un hombre sin más energías para seguir viviendo, pero donde tiene un hijo que le insta a hacerlo.

Piensa fugazmente en aquellos amigos que lo llevaron por un mal camino cuando quiso refugiarse en la escuela y, posteriormente, en las calles.

Piensa en la mano dura de su padre golpeando su mejilla, solo una ocasión porque su madre le negó volver a hacerlo.

Piensa en su difunta madre.

Piensa en la que pudo haber sido su mujer. Piensa en un futuro que pudo haber sido posible, con el cual hubo soñado tantas veces en esa época en la que aún poseía sueños.

Piensa en los dueños de esos trabajos donde solicitó, y los que lo rechazaron por no haber concluido la escuela secundaria.

Piensa en su anterior jefe, que solo debió seguir instrucciones y hacer un recorte de personal.

Piensa en una salida y piensa en una solución, que vienen a ser cosas distintas.

No duerme. Cada vez que se siente resuelto a tomar una decisión, abraza más fuerte a un durmiente Yeonjun, lo aprieta contra su pecho y hunde la nariz en su cabello para alejar los malos pensamientos que le impiden conciliar el sueño. Aprieta los labios al momento de sentir que sus ojos pican y que todo su cuerpo empieza a temblar. Se aferra a Yeonjun como si su vida dependiera de ello, y es que lo hace.

El pequeño se despierta a mitad de la noche con los quejiqueos de su papá.

—¿Pod qué llodas, papi?

—D-duermete, Yeon —ordena Baekhyun con la nariz tapada. En medio de la oscuridad no ve los deditos de Yeonjun venir, pasando sobre sus mejillas para quitar los ríos de lágrimas.

—No llodes —pide con una voz delgada que Baekhyun siempre se rehusó a escuchar, pero se da cuenta que todo este tiempo estaba demasiado ocupado en sus preocupaciones para notar que, vaya, Yeonjun puede hablar.

Piensa entonces en cuánto su hijo ha crecido y que pronto deberá ir al jardín de niños.

Baekhyun recuerda que, cuando él nació, se prometió trabajar duro desde un inicio para que no le faltara nada a Yeonjun. En ese entonces no sabía cuán duro era criar a un bebé y cuán importantes son los primeros años de vida. Recuerda que se prometió hacer de todo para que entrara en una buena escuela, antes de que la exasperación de no contar con los recursos suficientes lo fuera consumiendo con el paso de los años.

—Yeon —dice para sí mismo en un aliento tembloroso—. ¿Qué vas a hacer cuando entres a la escuela? Dios mío.

Su pequeño se lleva una mano a la boca y con la otra juega con los mechones de su padre sobre su frente. El sueño ha volado lejos para él.

Jugad mucho.

La respuesta saca una pequeña sonrisa en Baekhyun en mitad de las lágrimas. Esnifa una última vez, intentando hablar con normalidad.

—La escuela es para estudiar.

Maesta Jiwoo dice que voy a poded jugar.

Dispares ; chanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora