Lo había hecho muy bien. Él sabía como cuidarme. No me abandonó cuando todo nuestro mundo se vino abajo. El peor día de mi vida fue cuando supe que Guzmán había intentado suicidarse. Los obstáculos formaban parte de nuestras vidas, impidiéndonos ser felices. Mi familia, la muerte de Marina y lo que sucedió después. Mi corazón estaba seguro de querer a Guzmán como él lo merecía. Me habia ayudado a ser como era ahora. Lo admiraba, respetaba, y no me importaba la diferencia de clases, que fuese cristiano y yo musulmana. Nuestro amor habia podido con todo. Estaba convencida de que lo quería y lo necesitaba mucho en mi vida.
NADIA:
-¿Nadia, en que piensas? - su mano se deslizó cariñosamente por encima de mi hombro, obligándome a mirarle con la más sincera ternura.
-Nada. - ladeé la cabeza, apoyada sobre el asiento del coche. Me hice la despistada.
-A mi no me engañas. Estás pensando en... ¿La cena de esta noche? - esbozó una sonrisa encantadora de esas capaces de derretirme con una sola vez que se dirigiese a mi. Era mágico, era... Guzmán y sabia como encandilarme. Me miró de nuevo a los ojos fijamente y aparté la mirada avergonzada.
-No me cansaré en la vida de mirarte a los ojos, Nadia. – me estaba poniendo sonrojada y él debió de notarlo por como sonreía intensamente alegre. -Hoy te has arreglado como una princesa y me dan ganas de ser tu Aladdín, subirnos a una alfombra mágica para recorrer el mundo entero. ¿Qué dices? - con esos preciosos labios carnosos que adoraba ver moverse cuando hablaba me dejó desarmada. Y aún no habíamos llegado a la fiesta. Después de la muerte de Polo, y mi viaje a Nueva York con Lucrecia, no podía imaginar como seria reunirnos todos de nuevo en casa de Carla.
-Te digo que eres muy rubio y blanquito para ser Aladdín. – bromeé fastidiándole un poquito. Sabia que le encantaba ese juego. -Pero puedo hacer una excepción esta noche... – me incliné hacia su asiento y le di un beso suave en el cuello. -Ya está, no me vas a hacer caer. – volví a sentarme recta sobre el asiento aspirando el aroma delicioso del perfume de mi novio llamando a mis sentidos.
-O nos denunciarán. No queda mucho para llegar a casa de la marquesa. – la llamábamos así entre nosotros. Minutos después Guzman aparcaba el coche frente a la impresionante mansión de nuestra anfitriona. Iba vestido con unos vaqueros ajustados, un jersey de punto y una cazadora tejana. Estaba guapísimo.
Para estar a la altura me habia puesto el mismo vestido rojo que llevé en la discoteca, esa vez que me atreví a dejarme llevar y busqué su beso con toda voluntad sin alcohol y ninguna otra excusa. El vestido me habia dado suerte. La necesitaba para cuando llegase el momento de tener que irme otra vez y separarme de él hasta que pudiera volver a verle.
-Te libras de esta princesa Yasmine. - me miró con una sonrisa pícara que anticipaba lo que estaba pensando. Por Alá, esta noche estaría tan ardiente como el rojo que llevaba cubriéndome el cuerpo.
Minutos despues...
-Que alegría veros tan bien. ¿Sabéis si Samuel va a venir? - Carla abrió la puerta. Guzmán y yo nos miramos sorprendidos. De repente se interesaba por ver a Samu, lo habia dejado colgado todos esos meses.
-No tengo ni idea. - respondió Guzmán defendiéndolo a muerte. Como decirle a la caprichosa marquesa que habia jodido a su amigo al alejarse de él. -Quizás está ocupado con Rebeca o con cualquier otra chica maja que sepa valorarle. Ya sabes Carlita, quien se va a Sevilla pierde su silla. - Guzmán me abrazó por la espalda colocándome su mano en la cintura. Me vi forzada a sonreír. A veces era un poco cruel con los demás, sabia que no lo hacia con mala intención pero si Carla queria pedirle disculpas personalmente a Samuel tenia el derecho de hacerlo.
-Tengo entendido que ha estado muy pendiente de su madre y de Nano. No sé si tenga la cabeza para venir a esta cena. Puede que prefiera estar con su familia. ¿No crees?
Carla bajó la mirada y asintió incómodamente. -Pasad por favor. No vamos a ser mucha gente. Lucrecia, Valerio, Ander, Omar y vosotros. No he invitado a Rebeca. ¿Para qué invitar a alguien con quien no tengo nada en común?
Reconocía la soberbia de la marquesa, quizás los celos por la relación que la "narcobarby" como la llamaba Lucrecia, habia mantenido con Samuel. ¿Quién conocía la respuesta si no ella? Carla era hermética.
-Supongo que no. - Rebeca era mi amiga. Me sentó mal que Carla fuese tan directa. -Gracias por invitarnos. - dije lo más cortés que pude. Sentí que Guzmán me abrazaba más fuerte. Suerte que lo tenia a mi lado. Otras no sabían reconocer el valor de un corazón que te ama. Samuel sufriría si se atrevía a venir.
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Nadia y Guzmán : Tú, Imposible?
RomanceUn corazón no puede amar si su dueño no es alguien bueno. Después de la muerte de Polo, y tras un primer trimestre separados, Nadia regresa a Madrid desde Nueva York para ver a su novio en navidades. No es la única que desea ver a alguien querido. S...