1.- Buscando inspiración

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La luz brillaba sin complicaciones sobre Morioh, el Sol mostraba impávido sus rayos, provocando una ola de calor que muchos disfrutaban, aprovechando el verano para ir a nadar o viajar; pero no el gran Kishibe Rohan; no, él debía trabajar, no perdería el tiempo con trivialidades estúpidas como esas.

El calor lo ponía de muy mal humor (y ya era mucho que decir), además de que se estaba quedando sin ideas para un nuevo manga. El anterior ya había terminado de publicarse, después de tantos percances (como la paliza que le había dado Higashikata Josuke, el incendio de su hogar y el incidente contra Yoshikage Kira), ahora necesitaba una nueva idea para publicar su siguiente éxito. El gran Kishibe Rohan no se quedaría de brazos cruzados, debía seguir dibujando, ¡tenía que hacerlo!

No le interesaba el dinero ni la fama, simplemente quería que la gente lo siguiera leyendo, y así demostrar su superioridad sobre los demás.

—Con un maldito demonio... —se quejó Rohan, cubriéndose con la palma de su mano del calor y la luz.

Se acercó a un local de café para refugiarse del clima y pedir algo fresco, mientras tomaba un descanso y pensaba qué haría para ir a buscar nuevas ideas y experiencias para su nuevo trabajo. ¿Dónde ir? ¿Dónde buscar?

Mientras la camarera le traía un vaso lleno de refrescante soda italiana, Rohan se acomodó en su asiento y observó su alrededor, para comenzar a sorber de la pajilla de su bebida.

En la otra calle, para su gran decepción, pasó Josuke, caminando junto a su amigo Koichi y el sujeto feo... eh... ¿Okuyasu? No le interesaba recordar su nombre. Hizo una mueca de desagrado y se dedicó a observar su bebida, cerrando los ojos, retomando los pensamientos sobre un nuevo manga.

Pero fue interrumpido, para su desgracia:

—¡Rohan sensei! —llamó Koichi, acercándose a su mesa, seguido de Josuke, que se acariciaba el cuello en un gesto incómodo, y Okuyasu, que pateaba piedras en el camino.

—Koichi... —saludó Rohan de manera fría, observando con odio declarado a Josuke, este evitaba verlo por todos los medios.

—¡Tuvimos la misma idea! Queremos refrescarnos un poco... —explicó Koichi acercando sillas a su mesa.

—¡Ey! ¿Quién dijo que pueden sentarse con el gran Kishibe Rohan? No me importa tu compañía, Koichi... —escupió Rohan, sin darle demasiada importancia al asunto.

—Ni queremos sentarnos con este pedante —dijo Okuyasu molesto, pero se sentó, de todos modos—. Pero no tenemos alternativa, no hay mesas libres y me muero por tomar algo frío. Vamos, Josuke, siéntate.

Rohan chasqueó la lengua, completamente molesto. Koichi inició la charla, antes de que comenzaran a pelearse Rohan y Josuke, como era costumbre:

—¿Y cómo le ha ido? ¿Cómo va el nuevo trabajo?

—Terrible, no encuentro una buena idea para mi manga, y este maldito clima no me ayuda en nada —contestó Rohan, recargándose en uno de sus puños, con el ceño fruncido.

—Lo lamento, Rohan sensei —comentó con sinceridad Koichi—. ¡Oh! ¡Mira, Josuke! Ahí viene Joseph Joestar.

Todos giraron su cabeza hacia donde les indicaba su amigo, y era verdad: Joseph Joestar se acercaba lentamente con su bastón, acompañado de Jotaro Kujo. Al verlos, Joseph sonrió y se sentó con ellos, después de que Jotaro le acercara una silla con ayuda de Josuke.

—¿Quién les dijo a todos ustedes que podían compartir mi mesa? —reclamó Rohan, pero nadie le prestó atención, todos saludaban alegremente a los Joestars.

Mis días Joestar.   Lectora x JoestarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora