Cinco

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La mujer dejo la cena como siempre, un plato de ensalada con un guisado de fideos junto un vaso de jugo artificial.

Peter no movió un solo dedo de su fría y vieja camilla hasta que esa persona salió de su sombrío y triste cuarto, espero el monótono "Clak" de la puerta luego de que alguien entraba o salía, mas esta vez no hubo tal sonido.

El corazón se le apresuró, habían olvidado llavearlo, gracias a Dios.

Aún así, para Peter era demasiado bueno para ser verdad y se acercó lenta y cuatelosamente a la puerta. Giró el picaporte sumamente lento y la empujó lo más despacio posible. Entonces un haz de luz se coló por el marco y él quiso gritar de emoción. Era su oportunidad.

Volvió a cerrar la puerta y esperó mucho rato a ya no oír nada.

Sentado en su camilla, envuelto en su manta vieja, pensaba que por fin tenia una oportunidad de irse muy al carajo de ahí.

No podía dejar de imaginarse el momento en el que saltaba a los brazos de su tía, quien le llenaba de besos la frente.

Ni siquiera le frío le fastidiaba.

Al rededor de las cinco de la mañana tomó el coraje suficiente para marcharse, tomó el poleron que traía puesto el día del secuestro y abrió la puerta con suma delicadeza. Asomó la cabeza y vio un largo pasillo con paredes de concreto. Salió del cuarto y caminó hacia uno de los extremos que lo condujo a la sala ( o eso parecía ) donde estaba la pelirroja dormida en el sofá.

Sintió mucho miedo de que esa mujer despertara y lo volviera a enserrar, asi que caminó de puntillas hacia la puerta que creía él lo llevaría a su libertad.

Abrió la puerta silenciosamente y, aunque esta rechinó y su corazón casi sufrió un paro, pudo salir.

A fuera era un lugar muy bonito. Se alejó un poco de la cabaña y la miró un segundo antes de irse. Y sí que era fea y vieja.

Empezó a correr por un sendero que lo dirigía a un espeso bosque, cuando de repente oyó que la puerta se abría violentamente. Se volteó y la vio a ella y a ese tal Clinton.

Ambos empezaron a gritar, él empezó a desesperar.

Ellos empezaron a disparar y él comenzó a llorar mientras se adentraba en el bosque.

Corrió como su fuera que un oso pardo lo perseguía y no tardó de perderse del sendero marcado.

Había perdido la noción del tiempo, hace rato que no oía ni los gritos ni disparos.

Tenía demasiado miedo como para dejar de correr, pero sus piernas ya no podían. Colapsaron.

Calló al piso brutamente y se dio en la cabeza con un tronco caído.

Lo último que vio fue a esa parvada de aves alejarse volando en el cielo.

***

I like capítulos cortos.

Síndrome [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora