Capítulo 24

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El resto de sus vidas...

En los días que siguieron, Lauren no pudo pensar en otra cosa. Soñaba constantemente con el grandioso futuro que Camila y ella podrían tener juntas. No veía ningún motivo para que estos sueños no pudieran hacerse realidad. En enero, poco después de Navidad, nacería su hijo. A partir de ese momento, ellos serían una familia. Aún quedaba por saber si Lauren podría tener más hijos, pero esto ya no parecía tener mucha importancia. Niño o niña, el primer hijo sería su heredero, y eso era todo lo que le importaba.

En la mente de Lauren, el bebé que Camila estaba esperando era suyo, y lo creía con la certeza de que ha sembrado la semilla con sus propias manos. Ya no pensaba en Chris ni en lo que había hecho. Puesto que Camila ya había logrado dejar atrás lo sucedido, ella también pudo hacerlo. El pasado había sido olvidado. El futuro las esperaba como una brillante promesa. Amar a Camila. Para Lauren, la joven era un regalo divino. A pesar de la experiencia que tuvo en las cataratas, había resultado ser una amante mucho más sensible de lo que jamás hubiera imaginado, y le costaba mucho quitarle las manos de encima. Afortunadamente,el sentimiento parecía ser mutuo. Una vez que ella logró vencer su timidez, empezó a tomar la iniciativa casi con tanta frecuencia como ella, y algunas veces era mucho más creativa. Cuando de sexo se trataba, Camila no parecía saber que había ciertas cosas que una dama nunca hacía.

Una noche, mientras se encontraba trabajando en su estudio, Lauren alzó la vista de los papeles y vio los pechos desnudos de Camila a unos cuantos centímetros de su nariz. Un instante después, sus papeles se encontraban desperdigados por el suelo y su esposa tumbada de forma poco elegante sobre el escritorio. Lauren no tardó en comprender que Camila, a quien nunca se le había exigido seguir horarios y que no se regía por reloj alguno,era una criatura de impulsos. Una noche durante la cena, inmediatamente después de que Dinah sirviera el postre de helado, ella se levantó de la mesa y se dirigió hacia ella con una sonrisa seductora que le calentó la sangre tan rápidamente que pensó que su postre corría peligro de derretirse.

―¿Qué quieres, amor mío?

Con un movimiento de la mano, Camila apartó el plato de helado y puso su voluptuoso trasero en su lugar. Los ojos entrecerrados de la mujer habían adquirido una seductora tonalidad oscura.

-Quiero ser tu helado.

―¿Mi helado? ―preguntó Lauren perpleja.

Ella se inclinó hacia adelante y llevó la punta de la lengua a su mejilla, lamiendo su piel y fingiendo deleitarse con su sabor, tal y como Lauren lo había hecho con su helado hacía apenas un instante.

―¡Por Dios! ―dijo con un susurro entrecortado―. Camila, mi amor...

Estaba a punto de explicarle que a una dama decente nunca se le ocurriría hacer esa clase de proposiciones, cuando la lengua de ella encontró su oreja, y Lauren olvidó todo lo que quería decir. Aunque en realidad no quería decirle nada. ¿Qué persona en su sano juicio querría que su esposa fuese una dama decente de puertas adentro? Lauren sabía que muchos hombres tenían que vivir con esposas mojigatas que eran totalmente aburridas en la cama. Era una suerte que Camila hubiera llegado al matrimonio sin ideas preconcebidas respecto a lo que se consideraba apropiado. Sería una completa idiota si le llenaba la cabeza con un montón de convenciones sociales.

Con sus hábiles dedos, Lauren le desabrochó el canesú y le desató la camisa interior rápidamente. Sus pechos salieron como deliciosos melones inclinados sobre el borde de una cesta. «Ataca ya», pensó, mientras su ardiente mirada se posaba en los pezones. Tenían un color delicado, de fresa y nata...

Mientras ella estaba absorta admirando sus abundantes formas, Camila alargaba las manos hacia atrás para coger el plato del postre. Con gran asombro, Lauren la vio meter la delicada yema de uno de sus dedos en el helado que se derretía rápidamente y restregar el frío dulce sobre su pezón. Su carne de color rosa se puso rígida enseguida y pareció erguirse hacia su boca, deseosa de atenciones. Como si quisiese enseñarle lo que tenía en mente, ella se inclinó hacia delante de nuevo para lamer los labios de Lauren.

Camila's Song loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora