Me miro en el espejo. Frunzo el ceño. Cierro los ojos, no quiero ver más. Lo tapo con una toalla, como hago desde la operación y me meto en la ducha humeante, intentando olvidar la imagen.
Cuando hago estas cosas y me noto cada vez más alicaída, y más asqueada por mi cuerpo, me siento culpable cuando lo pienso racionalmente, porque tengo la oportunidad de vivir, muchas no la han tenido, y el único precio además de sesiones de quimio y radio ha sido el pecho derecho. Pero por más que quiero, no puedo evitarlo, no puedo mirarme a ningún espejo porque me siento media mujer. No he dejado que mi marido vuelva a tocarme, tengo miedo de asquearlo. Él me mira preocupado y me lo niega, pero no le creo. Y no le voy a dar la oportunidad de darme la razón por mucho que él piense que es imposible.
Ya he dado un gran paso, antes ni siquiera quería dormir en la misma cama, por miedo a que intentase tocarme y notase que ahí faltaba algo, que eso no lo podía esconder el relleno del sujetador.
Ahora me desvisto en el baño con el pestillo pasado y me meto en la cama rápidamente de espaldas a él, tapada hasta el cuello, en la esquina más alejada.
Esa noche, suspirando, se pega a mí y me acaricia el pelo. Sin querer, me tenso temiendo que quiera intentar algo.
-Mi amor, no quiero presionarte, pero no puedes seguir así. Mañana aprovechando tu revisión se lo voy a comentar a la enfermera.- Me dice sin intentar nada más. Yo simplemente me callo. Él espera durante varios minutos, pero al ver que no me relajo y que no bajo la coraza, suspira de nuevo y se da la vuelta, volviendo a la otra esquina.
-Te echo de menos.- murmura. Yo aprieto los ojos mientras una lágrima rueda por mi mejilla. "Yo también", susurro en silencio.
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Nueva primera vez. // COMPLETO
RomanceRelato corto. La lucha para aceptarse y amarse tras una mastectomía producto de un cáncer de mama. Para todas las guerreras y heroínas. Sois una verdadera inspiración.