El primer compañero

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Hay tantas cosas que contarles a ustedes, muchos momentos los cuales serán compartidos, ya sea por su grado de idiotez, por su rareza, o simplemente para rellenar esta historia (siempre hay que hablar con sinceridad).

Pero antes que nada me voy a presentar.

Soy Federico Britos, un joven muy apuesto, con mucho dinero, y querido por todo el mundo. Bueno, los envidiosos dirán que no soy tan apuesto, sino más bien un chico con buen humor, también podrán decir que no todo  el mundo me quiere, o sea, (podrán decir) que prácticamente nadie me conoce, que paso desapercibido frente a los ojos de las personas, y también dirán que no tengo dinero, que soy alguien de bajo recursos económicos (por no llamarme pobre) el cual tuvo que irse a estudiar lejos de su hogar, y a hospedarse en un hogar municipal, algo que haría un pobre, digo, una persona de bajos recursos . No tengo opinión frente a las críticas de estas personas envidiosas, de todos modos, no crean sus mentiras, ya que la historia que les voy a contar, es inventada, nunca pasaron estos hechos . En la vida real, soy como me describí al principio.

En fin, comenzaré con la historia...

El 4 de marzo de 2019 a las 05:00 A.M me embarcaba rumbo a Montevideo, la capital de Uruguay para los que no saben, con el propósito de poder estudiar la carrera de Abogacía, la cual no se podía cursar en mi ciudad natal (Paysandú).  El viaje duró unas 4 horas y 30 minutos, por lo que llegué a la mencionada ciudad a las 08:30. Si continuaste con la lectura sin darte cuenta, déjame decirte que eres pésimo en matemáticas, de lo contario, te felicito por la atención.

Al llegar a la terminal, bajé del ómnibus y me subí a un taxi con destino al hogar de la intendencia de Paysandú, el cual se encuentra ubicado en pleno centro de Montevideo. Dicho hogar, está destinado a proporcionarle alojamiento a unos 34 estudiantes de Paysandú que necesiten trasladarse a Montevideo para poder continuar sus estudios.

Cerca de las 10:00 me encontraba afuera tocando timbre, el cual sonaba, pero nadie salía. Ya me estaba enfadando, pero tranquilos, porque solamente 2 horas más tarde me abre una chica del hogar, bastante simpática, quizás media sorda pero bueno, no voy a juzgar a nadie, ella se ofreció a ayudarme con las valijas (el equipaje), y le di la más pesada, por haberse tardado tanto en abrir. Me da un tour por el hogar y luego me muestra mi cuarto, le agradecí y me puse a acomodar mis pertenencias en el ropero, estas eran: dos remeras, dos bóxers, un par de calcetines y un vaquero. (Si quieren hacer donación me escriben :v).

El cuarto se encontraba vacío, aún no habían llegado los otros 3 compañeros. Agarré mi celular y me puse a jugar juegos y esas cosas, pero ya estaba anocheciendo y me chiflaba la panza, pero no quería salir del cuarto para cocinarme, ya que había escuchado voces de más estudiantes que habían llegado, y soy de esas clases de personas que le cuesta socializar. De todos modos, no fue necesario salir del cuarto ya que me había llevado galletitas saladas y latas de paté. 

Ya de noche, salí a conocer a Fanny, una señora (creo que no le gusta que le digan señora) muy buena onda, la cual estaba en el hogar para "cuidarnos", pero por suerte no me encontré a nadie más, al finalizar la conversación, me bañé y otra vez para el cuarto. 

Así pasé  4 días, saliendo del cuarto solamente para bañarme, ya que seguía comiendo galletitas con paté (por las dudas me llevé unos 7 paquetes de galletitas saladas, y unas 10 latas de paté), y no tenía necesidad de cocinarme.

Pero al anochecer del cuarto día llega al cuarto Martin.  Persona cuyo apodo podría ser  "carpintero pobre", (no tiene un metro), he visto enanos más alto que él. Nos presentamos, me dijo que iba a estudiar Economía y demás patrañas. 

Nos hicimos buenos compañeros, Martin hacía arroz frito para comer , que parecía puré, pero yo le decía que estaba rico porque me había quedado sin paté y sin galletitas y no tenía nada más para comer.

Fueron pasando los días, comencé con las clases, todo normal, hasta que el 15 de marzo al volver de la facultad, Martin me estaba esperando afuera para contarme que los otros dos compañeros del cuarto habían llegado. 

Sus nombres eran Nahuel y Federico R.





















































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