Capítulo 3 El día que lo conocí. Parte II

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Me repuse de mi caída y me sacudí el polvo de mi uniforme nuevo que tanto me gustaba. Consistía en una camisa blanca ajustada, una falda plisada de rayas azul oscuro y negras no muy larga, -lo cual agradecía - y un saco a juego que lucía el escudo del colegio. Además se requería el uso de medias casi a la altura de las rodillas de color estrictamente blancas, zapatos negros de tacón pequeño y una especie de lazo del mismo tono azulado en el cuello de la camisa que daba un toque elegante. Sí, mi uniforme era muy cool y el de los chicos era increíblemente sexy. Básicamente era el mismo, solo que ellos usaban pantalones, zapatos negros y corbatas.

Reparé en la chica que me miraba furiosa. Era la misma que había sorprendido en el autobús hace unas horas.
-Primero lo del autobús y ahora casi me matas. No es un buen comienzo de año para ti no crees.

Pero que imbécil. ¿Quién se creía que era? ¿La primera dama? Estaba muy equivocada si creía que bajaría la cabeza ante sus comentarios.
-No seas grosera, solo estaba entretenida y no te vi, lo siento. -Trate de sonar amable, pero creo que no lo logré.
-Valla, ahora soy invisible- Dijo con sarcasmo - La próxima ve…

-Que está sucediendo- la interrumpió amablemente quien creo era su novio por la manera en la que colocaba una mano en su cintura con mucha confianza. Un moreno alto y corpulento que podría resultar bastante intimidante. Pero no era mi caso. Pocas cosas y personas lograban hacerme sentir miedo.

-Na… nada cariño, no… no pasa nada. Solo estaba conociendo a…- la rubia me miró suplicante con casi con terror en la mirada, como si de ello dependiera su vida y entendí.

-Dash, me llamo Dash- respondí un tanto desconcertada por el cambio repentino de nuestra conversación y el miedo en su rostro.
-Eso, Dash… Espera… ¿Dash? ¿Es en serio?
-Sí- suspiré con fastidio- es una larga historia- dije restándole importancia porque no tenía ganas de explicar por qué tengo nombre de chico.
-Bueno le decía a Dash que si necesitaba… que si necesitaba…

-Una amiga – intenté tratando de seguirle la corriente, porque tenía la impresión de que si no lo hacía, se iba a meter en problemas.
Podía deducir que había gato encerrado en todo esto y lo iba a descubrir. Eso y el hecho de que por supuesto la chica temía que dijera algo de lo que había visto en el autobús.

Claro no diría nada, no era mi secreto ni de mi incumbencia. Me daba igual lo que hiciera con su vida. Sus razones tendría.

-Sí, sí, sí, eso… una amiga porque…
-Porque soy nueva en el colegio. Lo que intenta decir…- ahora era yo quien la miraba esperando su nombre. Me miro haciendo una mueca en una clara señal de no entender lo que esperaba que dijera y aprovechando que el moreno la miraba a ella, articule preguntando su nombre. Es que todas las rubias sexys y calientes eran como las describían en mis libros. Seriamente no creía en eso. No me gustaba irme por los estereotipos. Cada persona es un mundo de nuevos sentimientos y emociones. Solo que algunos deciden esconderlo.
-Rebecca, pero puedes llamarme Becca o Beki, todos me dice así.

-Bueno, Rebecca me decía que si necesitaba una amiga podía contar con ella porque me vio un poco desorientada entre tantas personas.

-Sí, mi Beki es así de buena. Tiene un corazón gigante- Siií, y te diré que es más grande que su corazón, sus mentiras. Pensé para mis adentros.
Claramente tanto músculo no le servía para nada. El tipo era un completo tonto creyéndose todo nuestro balbuceo.
-Sí, mi osito hermoso. – casi vomito, iuu. Demasiada hipocresía endulzada para mi gusto.

-Bueno Beki- hice hincapié en esas palabras- muchas gracias por todo. Ahora tengo que pasar por secretaria para confirmar mi entrada. Te veo luego… AMIGA- pronuncié en un tono casi burlón. Disfrutaba mucho esta situación.

Rebecca me lanzo una mirada asesina, por supuesto que yo no era de su más mínimo agrado. No era como si me importase. Estaba en mis manos después de todo. En algún momento sabría aprovechar toda esa información.

Me dirigí a las grandes escaleras al frente del edificio principal o donde me indicaron era la secretaria. Ya me acercaba a la puerta cuando vi a Chris pasar por mi lado sin saludar deliberadamente. Pero que le pasaba. Ya veía por qué no tenía amigos
-Eh tú. ¿Qué pasó con eso de ser amigos?- dije esa última palabra haciendo comillas con mis dedos

-¿Perdón? - me miró desconcertado.
En serio no entendía lo que estaba sucediendo. Era Chris, pero ahora lucía algo más… oscuro y hasta podría decir que despertaba mi curiosidad mirándome con esos ojos claros color miel.
-Ya sabes. Dash…- hice un gesto dramático con mis manos- la del autobús, la chica nueva. Vamos hombre, no puedes haberme olvidado en 30 minutos Chris.- al pronunciar su nombre pareció que piezas de rompecabezas encajaban en su mente.

Ahora miraba con un aire divertido, adoptando esta postura de chico ardiente con las manos en los bolcillos de sus pantalones y una sonrisa pícara.
-Claro, Dash.- Dijo como confirmándose-  Como podría olvidar esos bonitos labios. No creo que alguien como tu sea tan fácil de olvidar.

Mis mejillas se encendieron instantáneamente. No esperaba ese comentario tan descarado de Chris. Parecía una persona totalmente distinta, pero era él. Joder era él, lo estaba viendo con mis propios ojos

- Estás bien, quiero decir gracias, pero… estás bien. – Pregunté porque de verdad necesitaba saber si aquellas palabras habían sido solo una broma.
- Venga ya, nunca he estado mejor belleza.- ahora lo miraba confundida. ¿Me había hecho una idea equivocada de Chris?, si, era eso.
-Okey…- pronuncie despacio- eso… fue raro.
- Eso dije no, que era el rarito.- dijo despeinando mi cabello con una amplia sonrisa.- Bueno Dash, fue un placer conocerte, me quedaría charlando contigo pero tengo cosas que hacer. Nos volveremos a ver belleza, no te desesperes.- me guiño un ojo y se alejó, dejándome boquiabierta con la seguridad que emanaba de su cuerpo en su andar.

¿Belleza? ¿Desesperada? Pero que le pasaba a ese imbécil. Para mi mayor desconcierto vi que a lo lejos saludaba con mucha confianza a otro chico.
Pero si decía que no tenía amigos. ¿Por qué me había mentido?- Pensé.
De acuerdo, ya comenzaba a molestarme, y mucho.
Aparté mis pensamientos. Ya lidiaría con todo este drama más tarde. Entré a la secretaría y una vez confirmada mi matrícula, recibí todos los artículos de aseo personal que podría necesitar y me indicaron el número de mi cuarto, el cual me informaron que compartiría con otras tres chicas.
Solo esperaba que fueran chicas agradables. No tenía buenas experiencias haciendo amigas, pero supongo que no estaría mal hacer una en el lugar donde voy a pasar los próximos tres años de mi vida.
Sin más, camine hacia al edificio residencial para seguir descubriendo que me deparaba el futuro.

Los finales son solo finalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora