Y ella bailaba una melodía sin letra.
Se dejaba mecer por las notas, y así se divertía.
Pero pronto se dio cuenta de que le faltaba algo.
Le faltaba un acompañante.
Lo pensó, lo buscó, lo volvió a pensar, y lo volvió a buscar...
Fue entonces cuando la realidad le dio con toda su fuerza.
Se dio cuenta que aquella melodía se bailaba sola.
