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-Gracias-le susurro mientras él se pone en pie-. Menos mal que te tengo para estas cosas. 

Miro al suelo para que no se noten las lágrimas y me quedo de piedra al ver que, junto con el cordón bien anudado, hay un bonito anillo en la lazada.

-¿Y para casarte conmigo me tienes también?

365 frasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora