Capítulo 22

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Keily abrió los ojos con dificultad. Las extremidades le pulsaron de una manera tan dolorosa que se encogió. Se percató del lugar sucio y poco iluminado. Trató de moverse, pero tenía las manos atadas al igual que las piernas. Se encontraba sentaba en una incómoda silla, lo que causó que el cuerpo se le entumeciera.

—Por fin despertaste.

Aaron se acercó y se acomodó en una silla frente a ella. Keily agachó la cabeza. Él le agarró la barbilla con brusquedad para que lo mirara.

—Eres hermosa, Keily —dijo y puso un dedo sobre los labios de ella, abriéndolos—. Muero por besarte, y que sientas lo que yo siento por ti.

—Estás obsesionado, Aaron. —Apartó la cara de su toque—. Es enfermizo todo lo que estás haciendo.

—¡Es culpa tuya! —gritó y le apretó la cara con fuerza—. Yo te demostraba que te quería, siempre estuve detrás de ti. ¿Y tú qué hacías? —preguntó, pero ella no contestó—. Me ignorabas, Keily. Me evitabas y solo tenías ojos para el maldito italiano. —Sus orbes se nublaron por la rabia y el rostro se le distorsionó de tal forma que pareció un psicópata—. Ese día en el parque hasta me peleé con él por ti, ¿y qué hiciste? Te fuiste con él, dejándome solo y herido. Juré vengarme por haber pisoteado mis sentimientos y ahora quiero tenerte en la misma medida que hacerte sufrir. —Un escalofrío recorrió la espalda de Keily—. Te odio tanto como te quiero. —Se alejó y salió de ahí a toda prisa.

***

—Abre la boca —dijo, acercando el cubierto para que comiera.

Keily se negó a probar la comida. No sabía cuánto tiempo había estado ahí ni nada Charlotte.

—Quiero ver a mi hermana, por favor —le rogó con lágrimas en los ojos. Tenía miedo de que le hubiera hecho algo malo. Aaron bufó con fastidio y puso la bandeja con alimentos en una mesa.

—Eso tendrás que ganártelo. —Sonrió con cinismo, lo que hizo que Keily se estremeciera. Asintió y tragó saliva.

Aaron se posicionó detrás de ella y fue soltando las manos, luego las piernas. Las muñecas de Keily estaban heridas. Lloró en silencio, era horrible.

—Sígueme. —Caminó por un pasillo y abrió una puerta. Keily entró a la habitación detrás de él.

Había una cama grande, una mesita de noche y un armario. Aaron se acomodó sobre el colchón y palmeó sus piernas para que ella se sentara. Keily no movió un solo músculo.

—¿No quieres ver a tu hermana? ¿No quieres que viva? —preguntó con fingida simpatía—. De ti depende, así que ven y compláceme. —Sonrió malicioso mientras se frotaba las manos.

Keily se acercó despacio. El corazón golpeaba su pecho salvaje. Él la agarró e hizo que se pusiera a horcajadas en su regazo de manera involuntaria.

—Por favor —pidió con un gran dolor en el estómago.

Aaron retiró parte de las hebras doradas de su rostro y le acarició la piel con el pulgar. La besó ferozmente y le apretó las mejillas cuando no fue correspondido.

—Coopera, Keily, o tu hermana pagará las consecuencias.

Sonrió al momento en que cedió. Keily movió los labios con timidez, incapaz de seguirle el ritmo. El asco le produjo arcadas y le dieron ganas de vomitar.

—No sabes cuánto he soñado con esto —dijo, besándole el cuello.

—Quiero ver a Charlotte —susurró cuando él coló una mano por debajo de su camiseta.

—Prometo que te llevaré con ella cuando terminemos. —La voz le salió entrecortada.

—Aaron, necesito que vengas. —Alguien entró de manera abrupta y maldijo cuando los vio—. Lo siento, no sabía que estabas ocupado.

Aaron se levantó furioso. Keily, por su parte, suspiró aliviada.

—¿Qué rayos haces aquí! —Aaron lucía frustrado y molesto. El chico miró a Keily y luego a él.

—Es una emergencia, tienes que venir conmigo.

—Más vale que sea así, porque lo pagarás caro —amenazó mientras se dirigía a la puerta.

—Dijiste que me llevarías a ver a mi hermana —reprochó Keily, levantándose de la cama y se acercó a él. Aaron maldijo varias veces, después la agarró por un brazo.

Abrió otra puerta, la metió y cerró. Keily vio a Charlotte que yacía inconsciente en una cama. Avanzó rápidamente y verificó si tenía algún daño. Le pasó un dedo por unas marcas de agujas que divisó en sus brazos. La habían estado drogando. Lloró porque podría hacerle daño a la bebé.

—Charlotte. —Le dio palmaditas en la cara para que reaccionara—. Por favor, abre los ojos. —Sollozó por lo pálida que se encontraba.

Charlotte despertó exaltada, moviendo la cabeza frenética.

—Tranquila, soy yo. —La abrazó y lloró desesperada.

—Q-quiero irme a casa —balbuceó temblando. Keily le limpió las mejillas con delicadeza.

—Pronto saldremos de aquí. Te lo prometo. —Charlotte asintió, aturdida—. ¿Has comido algo? —Ella señaló un punto detrás. Keily giró la cabeza y vio una bandeja de alimentos sobre una mesa. Suspiró aliviada.

Aaron entró hecho una furia.

—Espero que hayan disfrutado su tiempo juntas. —Agarró del brazo a Keily con brusquedad—. Los malditos italianos tienen a Rose. —La empujó con tanta fuerza que la hizo caer.

Keily se levantó como pudo y trató de correr hacia Charlotte, un golpe en la cabeza no se lo permitió. El dolor era horrible y la vista se le nubló. Charlotte se acercó a ella tambaleante y lloró cuando le tocó el pelo.

—Estás sangrando —dijo, mostrándole la mano enrojecida. La visión de Keily se volvió borrosa. Escuchó murmullos y a los segundos se sumergió en la oscuridad. 

 

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Bucle © [Completa] (Bilogía Inercia: Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora