Capítulo 2

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La tierra humedecida a causa del rocío, el sonido de los pájaros por la mañana y del viento contra los árboles era todo lo que Nathan necesitaba. Sentado en una hamaca bajo un árbol miraba el amanecer. Le había venido bien ese cambio de aires.
Luego de que sus padres se divorciaran se mudó junto a su madre a la casa de su abuela, Prudence, en Rubrum Est. Un pueblo con un ambiente misterioso que lo cautivaba. Había tanto por conocer, desde un nuevo colegio a nuevos amigos y quizás una linda chica con la cual comenzar un romance.
-Nath, cielo. ¿Me ayudas un momento?-. Dijo una voz dulce a lo lejos.
Era su abuela que lo llamaba desde el jardín. La mujer era un trozo de cielo, de esas señoras que dan ganas de abrazar y que te dan galletitas mientras te pellizcan las mejillas.
-¿En que necesitas ayuda abue?-. Contesta él mientras se aproxima.
La señora le da un beso en la mejilla a su nieto cuando este llega.
-Ahora que están tú y tu madre es un buen momento para que este huerto descuidado vuelva a dar sus frutos-. Señala un rectángulo de tierra de quizás unos 45 metros cuadrados- ¿Me ayudarías?-.
Nathan miró todo el terreno que tenía en frente y seguido a su abuela con cara suplicante. No podía decirle que no. Además, todavía era temprano y tenía clases recién a las 11:30.
-Claro... pero solo si después me preparas un flan con mucho caramelo-. Sonrió y tomó una azada.
La señora ríe, copia la acción de su nieto y se pone a trabajar.
Habían pasado alrededor de unas 4 horas cuando Nathan volvió a la hamaca para mirar su celular.
El tiempo había pasado volando. Eran las 11 y el parecía un indigente lleno de tierra.
Maldiciendo de mil maneras diferentes, Nathan entra corriendo a la casa a tomarse una ducha y juntar sus cosas. Saliendo, le grita a Prudence desde la entrada -¡Avísale a mamá que me llevo su auto!-.
Faltaban 5 minutos para las 12 cuando Nathan abre la puerta a su salón de la forma más discreta y humillante posible.
...
Luego de pasar la hora más horrible e interminable en el primer día, el resto fue más llevadero para Mey. Pero su castigo junto a Nathan, Jack y Milo comenzaba.
Mey y Nathan iban arrastrando los pies en dirección al baño más cercano cuando una profesora los llama.
-Chicos, por favor vayan al gimnasio a tener su detención. La señora de limpieza no tenía ni idea que estaban ustedes para limpiar y ya dejó todo reluciente... Ya les avisé a sus otros dos compañeros-.
Las miradas de los dos chicos se iluminaron e inmediatamente cambiaron su rumbo hacia el gimnasio. Cualquier cosa era mejor que pasar el resto de sus tardes limpiando inodoros.
Al llegar estaban Milo y Jack acostados mirando el techo en la parte alta de las gradas. Ambos cambiaron su atención a los chicos cuando entraron y tomaron asiento unos escalones más abajo.
Los ojos de Milo brillaron al pensar en una idea -Pues nada- dice incorporándose y haciendo un gesto a Jack para que lo acompañe hacia donde estaban Nathan y Mey-. ¿Qué dicen si nos escapamos?-.
La expresión de todos era igual de confusa, excepto la del él. Su mirada y sonrisa eran desafiantes. Le acababan de llamar la atención y aún así quería seguir rompiendo normas.
Mey le señala la puerta- Por ahí te puedes ir mi rey-. Bromea- Yo estoy bastante a gusto aquí-.
Milo río para sí ante el comentario. En su mente todo esto es juego, y ya que él era el rey, bien Mey podría ser su reina.
-Si es por tu escolaridad perfecta no te preocupes-. Dice- Al salir llamo a papá y aquí nadie se acuerda de nada-.
El apellido de Milo, Baudin, era el más importante en el pueblo. Era como si su familia tuviera todas las propiedades del monopolio, donde sea que cayera tu ficha le terminabas pagando a ellos. Se sumaba a la lista de razones por las cuales él era un patán.
-Si es así...-. Comenta Nathan uniéndose a la conversación- Podríamos usar mi auto-.
-Esa es la actitud hombre-. Contesta Milo tendiéndole la mano- Ya me caes bien-.
Nathan sonríe a media vela y estrecha su mano con la de él.
-¿Nos vamos todos entonces?-. Agrega Jack mirando a Mey.
Una parte de ella le decía que se quedara, que sea una buena alumna e hija y respete su castigo. Pero otra parte pensaba que no merecía ese castigo y, siendo que no habría represalias, no habría problema de romperlo. Aunque tuviera que aguantar los comentarios de Milo, quizás sería divertido.
-Espero no arrepentirme de esto-. Concluye mientras camina hacia la puerta.
-Esa es mi chica-. Dice Milo de forma sonriente.
Mey toma aire y responde el comentario de Milo con un "aja". Seguido sale del gimnasio deseando que no haya cometido un error
Así, los chicos salieron del colegio en el auto de Nathan. Fueron a comer unas pizzas, dieron varias vueltas al pueblo con Milo al volante hasta que Mey le replicó que lo único que hacía era gastar llantas sin razón. Luego estuvieron un rato en el parque, ya que debido a que eran vacaciones se habían montado varias atracciones.
Tras pasar por una "casa del terror" donde todos coincidían que daba lastima en vez de miedo, Jack empezó a contarles al resto sobre la casa abandonada que hay en el centro del bosque. Hablaba de cómo la habían encontrado hace apenas unos años unos cazadores de la zona pero que esta parecía estar ahí desde hace siglos. -Eso si da miedo-. Concluyó- Hace unas semanas pasamos con papá y unos amigos de él-.
Mey lo miraba atentamente mientras comía un algodón de azúcar que habla comprado se paso. - ¿Y si vamos?-.
-¿Ahora eres valiente? Me gusta-. Contesta Milo y al mismo tiempo le quita un trozo de la golosina. - Nath, tú tienes el auto, tú decides-. Dice con la boca llena.
Nathan miró la hora en su teléfono, apenas eran las 18 y 30. Podían ir y volver antes de que oscureciera. Sin embargo, dudó antes de responder, Mey pensó que probablemente le asustaba ir o había algo más que no quería contar.
-Jack tu conduces y yo soy el copiloto-. Termina diciendo- Quiero que este día sea un tour completo para mi-.
Jack le hace un gesto como el de un soldado a su capitán y todos vuelven a ponerse en marcha. En los kilómetros que había del parque al bosque se la pasaron hablando de sus vidas en general. Jack hablaba de cómo él, Milo y el hermano de Mey, Daniel, eran amigos desde la niñez y de como se alegraba de ahora serlo de su hermanita. Nathan contó lo difícil que fue para él cambiar de aires, pero ahora estaba amando el pueblo en general. Por su parte, Milo y Mey recordaron unas anécdotas de cuando ellos eran más pequeños y se la pasaban haciéndole bromas a su hermano.
-Bueno, esos tiempos terminaron cuando el señor que tengo al lado se volvió un fuck boy-. Dice Mey ya poniéndose más sería y dejando la nostalgia de lado.
-Mey. Si tú me da una oportunidad juro que hasta dejó de tener relaciones hasta que nos casemos-. Contesta Milo seriamente levantando una mano y poniendo la otra sobre su pecho en forma de juramento.
-Uuuuy si- Dijo Jack sin aguantar la risa.
Todos en el auto se contagiaron de la risa de Jack
-No podría privar a tanta gente de dicho honor- Afirma ella mordiéndose el labio inferior para no reír.
Se escucha un suspiro de alivio por parte de Milo. Las risas vuelven a reinar en el ambiente.
Al llegar Jack aparca el auto a un costado de la carretera. Los chicos estiran un momento antes de ingresar al bosque. Éste comprendía cientos y cientos de kilómetros cuadrados de naturaleza protegida, árboles enormes, centenares de animales y un pequeño riachuelo que lo dividía a la mitad.
Los cuatro caminaron y caminaron a la orilla del estrecho río hablando de todo: qué tan probable era que dentro de unos años haya un apocalipsis, cómo era posible que a partir de una explosión todo exista al día de hoy, si existía vida en otros planetas, entre otros temas.
Unos instantes después Nathan se frena en seco al ver una casa a unos metros del río -¿es eso?-.
El resto mira a su dirección y Jack asiente con la cabeza, en efecto la habían encontrado. No era muy normal que en medio de un bosque haya una casa, pero esta aparentaba estar ahí desde hace siglos, su madera estaba seca y parecía que en cualquier momento se vendría abajo.
Nathan y Milo comienzan a caminar hacia la casa- Entonces nunca has entrado... -. Dice el primero.
Jack niega haberlo hecho y se junta con ambos seguido por Mey. Los cuatros se quedaron ahí, viendo la antigua casa en silencio.
-A ver quién tiene huevos a entrar-. Exclama Milo para romper el silencio.
Nathan avanza por lo que antes fue un camino de piedra e ingresa, desde atrás, los demás inclinan sus cabezas para ver lo mismo que él. A primeras se observa un amplio pasillo con dos marcos de puertas a izquierda y derecha y unas escaleras que daban a un segundo piso. Un ambiente sombrío reinaba, además de un olor que no alcanzaban a distinguir.
Los ojos de Nathan barrían el lugar de arriba abajo, fuera de esa sensación de mal augurio que le provocaba no parecía mostrar algún peligro.
En ese momento, como si todos los astros se hubieran unido ese día para que el chico tuviera un mal día si o si, esté da un paso en una madera que se quiebra y cae a lo que parecía ser unas catacumbas.
-¡Nathan!-. Grita Mey mientas corre en su auxilio seguida por los demás -Mierda ¿Estás bien?-.
El chico yacía sobre una pila de escombros y maderas quebradas. Una nube de polvo no dejaba verlo con claridad, pero estaba consciente. Sin embargo, para alivio de todos, jadea de dolor y habla de forma entrecortada por su respiración - Me acordaré de este día por años.... Estoy bien. Algunos raspones y mi pobre culito pido auxilio-.
Jack pasa su mano por su rostro mientas mira al cielo maldiciendo, seguido vuelve a mirar hacia el hoyo que se había formado -¡No te muevas! ¡Vamos con Milo a por ayuda!-.
Antes de que Milo y Jack se pudieran ir unos gemidos de lamento brotaron desde el fondo de la catacumba.
-¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!-. Dice Milo entrando en pánico-¡Necesitaremos otro tipo de ayuda! - Vuelve a maldecir al tocar sus bolsillos en busca de su celular y ver que no está - Tengo que volver al auto. ¡Vamos Jack! ¡Mey vigila a Nathan!-.
Ambos salen corriendo a toda velocidad, era un largo camino el que habían hecho. La idea de que la ayuda podría tardar horas en llegar nubló los pensamientos de Mey y tomó la decisión de bajar en ayuda de su nuevo amigo. Para esto aprovecha la pared de rocas del sitio donde cayó Nathan como si fuera un muro de escalar. Una vez abajo, puede verlo con claridad: no tenía heridas graves, pero si varios cortes con sangre brotando de estos. Tenía que sacarlo de ahí a como diera lugar
-¿Puedes caminar?-. Pregunta ella mientras lo intenta levantar colocando el brazo de él por detrás de sus hombros.
-Que esto no es nada-. Dice mientras tira su cabeza hacia atrás viendo el agujero por el que cayó- Vámonos de aquí antes de que me haga encima -.
Los lamentos habían cesado, lo que inquietaba aún más a Mey. Había visto demasiadas películas como para saber que adentrarse en unas catacumbas secretas donde se escuchan ruidos raros no era una buena idea.
-Mierda. Salgamos ya, Mey. Está susurrando algo-. Dice Nathan asustado.
El miedo había tomado el lugar del oxígeno en le cuerpo de Mey, la persona que estaba cargando había comenzado a oír cosas en un lugar macabro. Desde su punto de vista, si esto llegaba a ser una broma de él con el resto, no les ibas a volver a hablar.
Sin embargo, Nathan estaba igual de asustado que ella, puede que más, así que le dio un voto de confianza.
- ¿Qué está diciendo? -. Susurra Mey.
-Creo que no es español. Es algo como... (...)-. Dice unas palabras sin sentido que Mey no entendía, puede que haya sido latín o quizás alguna lengua indígena. Lo que si entendió era que tenían que salir de inmediato de ahí y mandar a quemar esa casa y el bosque de paso. La idea de que estaban sobre un cementerio indio brotó en su cabeza.
Nathan ya había subido y se encontraba ayudando a Mey cuando una voz desde el exterior provoca que la suelte y esta caiga sobre los escombros.
-Joven... Tendrías que ver esas heridas, se te pueden infectar... Permíteme-. Dice la voz.
Inmediatamente el sonido el bosque fue sustituido por los gritos de Nathan.
Desesperada, Mey se levanta y escala por la pared de la catacumba para salir del hoyo. Al salir se encuentra a su amigo tendido en el suelo y a un hombre mordiendo su cuello.
Se dejó guiar por la adrenalina que fluía por su cuerpo antes que se le saliera el corazón del pecho. Tomó una roca y la utilizó para golpearle fuertemente al agresor de Nathan en la cabeza.
El hombre en respuesta suelta al chico aún con vida, limpiándose la boca de las gotas de sangre que le caían con su mano y parándose lentamente con la vista fija en Mey, era su nueva presa. Toda la valentía de ella se había evaporado y en su lugar la había remplazado el miedo.
-Eso fue un error niña. Podrías haber corrido y esto quedaría como el trágico accidente de un pobre chico. Algún animal lo atacó cuando cayó seguramente-. Dice el agresor mirando como se hundía y levantaba lentamente el pecho de su víctima - Ahora van a ser dos... Aunque tengo que decir que con él no es personal, hace siglos que no me alimentaba, tuvo la mala suerte de ser el primero que me encontré. Si hasta me cayó bien cuando me metí a su débil mente... Ahora. En cuanto a tí-. Relame sus dientes superiores haciendo resaltar un par de colmillos que mágicamente crecían a la vez de que sus ojos se tornaban de un color rojo caoba.
Antes de que él pudiera ponerle una mano encima a Mey, una voz rasposa suena desde otra dirección. La frase que dijo era en el mismo idioma que la anterior de Nathan, pero está vez un sonido insoportable comenzó a escucharse en aumento.
Mey se desplomó en el suelo y perdió la consciencia. No sin antes ver como el hombre que había atacado a su amigo escapaba a una velocidad que su ojo apenas captó.
Al volver a abrir los ojos, estaba acompañada de un mareo terrible, su respiración era débil al igual que su pulso y no sentía sus extremidades, únicamente su cuello que movía de un lado a otro lentamente para ver dónde se encontraba. Estaba en una silla atada de piernas, brazos y cintura. A su izquierda yacía Nathan en la misma situación que ella, únicamente que este seguía inconsciente, lo cual era lógico debido a la sangre pérdida. Se encontraban adentro de la casa, al parecer en el segundo piso.
"¿Cuánto tiempo pasó?" pensó. Si estaban en la casa y Jack y Milo aún no habían llegado existía la mínima posibilidad que acudieran a su rescate.
Unos instantes después apareció un anciano con dos recipientes y un cuchillo. Mey volvió a temer por su vida, había escapado de un loco para acabar con otro peor.
Vio como este le hacía un corte en la palma de la mano izquierda a Nathan, su sangre caía gota a gota en un recipiente que el anciano había colocado. Luego este se giró para tomar un libro.
Mey quería hacer algo, no sabría cuánta sangre más podía perder su amigo. Al intentar hablar lo único que logró fue abrir su boca dejando escapar el sonido de su lengua separándose de su paladar, llamando la atención del viejo.
-Más vale que no intentes nada- dijo y enseguida río- Es broma, si igual no tienes fuerzas ni para mover un dedo-.
Ella lo miró atentamente unos segundos. Parecía de unos 70 años a juzgar por su rostro y su pelo canoso, el cual llevaba corto pero acompañado de un bigote y una barba importante. No estaba aseado y era jorobado.
Mey una vez más intentó hablar- ¿Qué nos vas a hacer? Él no va a resistir-. Su voz era un simple susurro.
El anciano se agachó enfrente de ella y le colocó una venda en la boca - Eres muy fuerte espero que eso sirva más adelante... ¡PERO SON UNOS IDIOTAS! ¡TU! ¡ÉL! -. Dice señalando a Nathan -¡Y LOS OTROS DOS! -.
Toma unos segundos para calmarse, luego hace un corte en la palma de la mano derecha de Mey, esta no sentía dolor, únicamente miedo. Acto seguido él le volvió a hablar.
-No son conscientes de lo que acaban de liberar, nadie lo es. Este pueblo... El mundo entero se irá a la ruina si no hacemos algo... Si no hacen algo. Yo estoy muy viejo para estas cosas y mi poder no es suficiente, ustedes se encargarán... los obligaré a ello y los haré capaces-.
Ella quería entender a qué se refería el anciano. Lo único con cierta lógica que pasaba en su cabeza era que aquel hombre era un vampiro, así como en las películas y en las series, las cuales se burlaba siempre porque científicamente era imposible. Pero si era verdad y si el mundo estaba en peligro porque habían liberado un ser maligno, ¿Cómo ella y Nathan iban a hacer algo? ¿Cuál era el fin de lo que le estaba haciendo ahora? ¿Magia? ¿Le va a dar poderes?. Eran demasiadas preguntas para su débil mente.
Sus pensamientos son interrumpidos por el sonido de una puerta abriéndose fuera su marco de visión.
-Traje todo lo que me pediste - dice una voz femenina- Pero me temo que no habrá ningún fenómeno astral con la energía que necesitas para que se active el embrujo en meses-.
En anciano mira a un punto fijo pensativo - Es la única forma, tendremos que esperar... No sabemos a dónde pudo haber escapado, y si consigue a otro brujo será peor... Necesitamos convertirlos y ser pacientes -.
-¿Y en estos meses que haremos?- pregunta la voz preocupada.
- Sobrevivir y rezar para que no muera mucha gente-.
"¿Pero qué mierda es esto?" piensa Mey y un sentimiento de culpa invade su cuerpo al ver a Nathan y la situación en que se habían metido. Era tan fácil como quedarse en el castigo y ahora hay un mal suelto, muertes y van a experimentar con ellos.
-Ya está todo listo-. Dice el viejo luego de preparar con la sangre de cada uno ,y varias sustancias que había traído la persona atrás de aquella voz femenina, una especie de líquido negro viscoso - Ahora ayuda a tu pobre abuelo-.
El anciano se mueve fuera de la vista de Mey y empieza a recitar una serie de frases en aquel idioma extraño junto con la voz femenina. Mey pudo notar que el aire se hizo más denso y un olor fatal inundaba la habitación. Posteriormente él volvió con los dos recipientes e hizo que Nathan se bebiera uno.
Mey se sentía en el ritual de iniciación de una secta. Quizás era eso y ahora estaba drogada de pies a cabeza. Luego vendrían unos 33 hombres, serían sacrificados y ella despertaría en un pueblo secreto debajo de la casa. Ya no sabía dónde estaba la línea de lo que era coherente y lo que no.
-O lo tomas por las buenas o va por las malas. Reconozco que debe saber fatal, pero no queda de otra-. Dice el anciano ofreciéndole el recipiente a Mey.
Al ver que esta inclina la cabeza a otro lado en señal de rechazo, él le quita la venda, le aprieta los orificios de su nariz y la obliga a tomar. Un sabor a hierro proveniente de la sangre mezclado otros sabores que asqueaban el paladar de Mey entraron a su organismo. Las ganas de vomitar fueron instantáneas, pero el anciano no le permitió hacerlo.
Nuevamente Mey perdía el conocimiento, pero está vez lo último que vio fue al viejo haciéndole señas a la persona de la voz para que se acercara. Era una adolescente de cabello negro rizado, solo eso alcanzó a ver. Luego todo fue oscuridad.
El sonido unas sirenas despertaron a Mey, se encontraba en una ambulancia por lo que podía ver. Desde la ventanilla apreciaba que ya era de noche.
Al intentar incorporarse Milo la detiene.
-Eh cuidado- dice él en voz baja-. La situación hizo que te desmayaras... Nos tenías preocupados-. Ríe nerviosamente.
Su cabeza aún daba vueltas y no entendía muy bien como había terminado ahí. Su último recuerdo era que estaba mirando a Nathan desde afuera del hoyo. "¿Me desmayé?" dudó.
-¿Y Nath?-. Balbucea débilmente Mey.
-Parece que debajo de esa casa había una madriguera de zorros o algún tipo de animal salvaje-. Responde Milo sin despegar la vista de ella-. Encontraron restos de animales en mal estado y Nathan... tiene una gran herida en el cuello. Perdió mucha sangre. Ahora está con Jack en otra ambulancia más adelante-.
Las palabras de Milo fueron como un choque de electricidad dentro de la mente de Mey. "¿Me desmayé al ver unos zorros acercase a Nath? ¿O ya cuando estaba herido? ¿Por qué no pude reaccionar? Pensaba que era las fuerte" Pensar tanto hacia que su dolor de cabeza aumentara.
Por su parte Milo la miraba fijamente, su expresión reflejaba preocupación y algo más que Mey no alcanzaba a distinguir. ¿Rabia tal vez? ¿Pero por qué?.
Como si estuviera leyendo la mente de Mey le dijo- Descansa Mey que todavía hay un largo camino y tu mente no está para echar humo-. Miró la hora en su teléfono y continuó-. Luego te acompaño a tu casa y hablo con tus padres, de eso no te preocupes-.
Ese era un pequeño detalle que a ella no se le había cruzado por su adolorida mente, sus padres la iban a matar cuando llegara, aún con la ayuda de Milo, aún con la ayuda de algún Dios. Lo único que podía hacer en ese momento era resignarse y hacerle caso a Milo. Cerró los ojos y le permitió a su mente descansar.
Al llegar al hospital la revisaron y la dejaron ir recetándole unos calmantes. Fue suerte, suerte que no tuvo Nathan. Cuando Mey llegó a él ya lo habían pasado a una sala de cuidados intensivos, su corazón latía lentamente y se encontraba inconsciente. Si hubieran tardado un poco más en traer ayuda él ya no estaría vivo, ahora lo único que le quedaba era ser fuerte y sanar. Mey rezaba porque así fuera.
Al volver a su casa subió a toda prisa a su habitación sin hablar con nadie y cerró con llave. No quería darles explicaciones a sus padres ni oír lo que tenían por decir. Quería llorar toda la noche hasta secarse y así desaparecer.
Aun así logró escuchar parte de la conversación de Milo con su familia. Asumió toda la culpa de lo ocurrido y la única respuesta de su padre fue que se marchara y que no vuelva. "Ya se le va a pasar" pensó Mey, o así quería creer.
Minutos más tarde Mey decide tomar su celular y ver que estaban diciendo en las redes sobre lo ocurrido. Como temía la historia estaba en todas partes. Existían publicaciones como "¿La juventud está pérdida? 4 chicos se saltan un castigo para terminar en el hospital" y "Los secretos de la vieja cabaña en el medio del bosque y la estupidez humana". A eso se le sumaban respuestas de burlas y comentarios como "Seguro iban borrachos a tener sexo", "¿Desde cuándo hay castigos en vacaciones? ", "Los imbéciles no pudieron quedarse sin materias libres y aún así se las dan de chulos", "Me dijeron que uno de ellos era una chica. Ella con tres hombres ... las intenciones se cuentan solas". La vergüenza y la ira corrían por su cuerpo en vez de sangre, a veces creía que un mismo sin internet no sería tan malo.
Todo esto pasa a segundo plano cuando se percata de una cicatriz en su palma derecha. No recordaba desde cuándo la tenía, pero sentía que significaba algo.

Slaves of the Moon [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora