galbana de estos momentos congelados
se derriten por las yemas
de fantasmas vagabundos
los veo columpiarse nimios
desde la lejanía del ciclo sagrado y abisal
como si mi intuición sagaz fuese
arrogancia innata
provocada del abuso a la inocencia
del sueño sorpresivo
noctámbula del insomnio de preguntas estridentes
revelan en mi
mucho más que solo respuestas frívolas
para esta realidad absurda
que me atormenta en cada esquina iracunda
tormenta bestial
devoradora de almas hueras
grito
¿es que acaso no lo ven?
hasta que mi garganta se desgarra patéticamente
repetición infinita del sin sentido
creyendo tenerlo
cavan sus propias tumbas grises
silbando con júbilo que sienten la vida
adueñándose de todo lo que su mirada dispara
como si el viento les perteneciera
ciegos de si
se vuelven inmunes
a la reflexión cabal del espejo
que puede reflejar igualmente
a la flor perenne y a la derruida torre
siento como bólido su miedo disconforme
de no aceptar
a sus propios demonios virulentos
creyendo que no tienen
el valor intrínseco para asesinarlos
porque entonces un fragmento de ellos
moriría
¡Ah! sus egos malditos, agujero negro de cristal
se contamina mi ser
de tanto cavilar sus sombras
a veces incluso me pierdo
en mis propios terrores nocturnos
(entre suspiros famélicos)
olvido que soy invencible fénix cósmico
me dejo mecer por la liana sangrienta
de no valer menos que la pena y
por olvidar respirar cada metabólico segundo
entonces debo volver a pelear
una y otra y otra vez
con las mismas piedras en otro camino
(¿o será el mismo destino superfluo?)
entonces ahí saco la espada
enterrada en el óxido del olvido
me desangro y sale de mi el lamento
pegajoso y negro de la incertidumbre
como desecho de cañería atascada
la bestia teme, porque sabe que este hierro
no se funde ni con el calor de una explosión solar
a un centímetro de distancia
corro a ojos cerrados
sin vacilar entre las raíces, me transformo
en ráfaga colérica de irracionalidad reprimida
de rabia escondida
en sollozos contenidos y amargos al tacto
de gritos opacos
en di-amantes templados y vacíos
hemorragia dilúcida y evasiva
predestinada a corroerse en el infinito
corro sin sentir, sin ver, sin pensar, sin escuchar
hasta que colisiono
en una pared sin fin ni principio
y entierro con vehemencia mi espada
porque creo que debo destruir a toda costa
hasta que abro el ojo
y contemplo este reflejo nebuloso
en el filo agudo del arma homicida
para así desintegrarme en un estruendo pacífico
vuelvo a ser polvo de estrellas
renazco del fuego y me convierto
en ceniza danzante
y
me rindo porque ahí recuerdo
que no hay batalla.-efimeraeinfinita