Segunda oportunidad: Reencarnación

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De un momento a otro un cosmos cálido y reconfortante envolvió al moribundo caballero de Aries.
-Haz cumplido muy bien tu misión, Mu.-
-A...thena.-
Mientras el caballero cerraba lentamente sus ojos, su cuerpo se sentía cada vez más cálido hasta finalmente todo se volvió negro.
-Mu... Muuu... ¡MUUUU DESPIERTA!- una voz !uy familiar despertó abruptamente al carnero.
-¿Que...?¿Quien es?...-
-¡¿Quien más voy a ser?! Vamos levántate.-
-Shi... ¡MAESTRO SHION!-
-Vamos, Mu, llegarás tarde.-
-¿Llegar... Tarde...? Maestro ¿es usted realmente?- dijo el caballero tirando de la mejilla del contrario mientras esté aumentaba su cólera hacia el menor.
-Si, sigues así serás castigado.-
-P-perdona, maestro.-
Toda la sorpresa de ver a su maestro vivo se convirtió en terror al verse a sí mismo en un espejo.
-Soy... ¡Soy un niño otra vez!-
Donde debería ir o que debería hacer eran cosas que el caballero debía averiguar.
-Muy bien... Soy un niño otra vez... Yo era un adulto... ¡YO MORÍ!... Está bien, Mu, cálmate no pierdas la cabeza... Pero si ya estoy hablando conmigo mismo...-
Suspirando pesadamente el caballero se dispuso a merodear el lugar en el que estaba, todo se veía igual al lugar en donde hizo su entrenamiento, inclusive el maestro Shion estaba ahí.
-Todo está igual... Pero... ¿Por qué?-
-Mu, tardaste demasiado, tu castigo quedarte entrenando hasta que caiga el sol.-
Definitivamente el maestro Shion era el mismo...
-Maestro... ¿Se siente... Bien?-
-¿Por qué no me sentiría bien?-
-No... Por nada...-
Entreno toda la tarde hasta que calló el sol como le habían indicado. Aún tenía dudas con todo lo que pasaba pero a medida que iba pasando el tiempo, se iba olvidando de esas dudas al punto de casi olvidarse totalmente de que el ya había muerto.
Los días pasaron, el sol salió y se ocultó muchas veces, la luna se asomaba y desaparecía anunciando el fin de la noche. Athena había nacido, Aioros era un traidor nuevamente, los caballeros de bronce volverían junto con Saori, los dioses nuevamente intentarían tomar la tierra y finalmente el templo quedaría destruido.
-Yo... Todo esto... Todo... Es tan... Familiar.-
El caballero que ya había terminado de olvidar lo que había pasado antes de morir, estaba tan desconcertado.
-Pero... ¿Por qué?-
De igual forma caminaba por las ruinas del templo, llegando de la casa de Aries a la casa de Virgo, mirando a aquel caballero rubio, con los ojos cerrados, meditando tan tranquilamente. Lo miraba y se quedaba viéndolo desde la entrada de la casa mientras este solo meditaba. La historia se repetía una vez más.
-Shaka...-
Finalmente la batalla que acabaría con la vida de Aries llegaría y el caballero sin haber previsto nada, caería en pleno combate y moriría.
Caminaba hacia su destino, sin recordar, pensando en esa figura inmutable que yacía en el templo de Virgo en los buenos momentos, despidiéndose internamente de él, sin saber si volvería.
"-Adiós, Shaka, si la reencarnación existiese, me gustaría reencarnar junto a ti y volver a morir a tu lado."

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