Perdida en el jardín

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En mi ventana llueven estrellas
y las veo caer en mi patio
ahogando mis plantas
en polvo cósmico.

Rubios centelleos danzan convulsos
entre sí
algunos pelean
otros fundiéndose,
siendo oro.

En la oscuridad del cielo
mi nariz gélida
asimila el olor a invierno
un rayo frío deja su marca en mi columna
me hace tiritar
pero mi cuerpo
casi laxo
en mi ventana.

Un eco cristalino retumba
estruendoso
se infiltra en mi boca entreabierta
acariciando mi garganta
y me deja sin aliento
pero puedo sentirlo
dándome vida

con mis ojos cerrados
la briza lejana despeina mis ideas

Repentinamente
mi vista absorta en mi constelación
casi personal
a mi forma
puedo sentir como cada pestaña
se enamora del viento tosco
y cada una emprende caricias
sin resistencia sobre mis pupilas
dilatadas
como un lente borroso
tomando cada fotograma en mi recuerdo.

Pum...
Pum...
Pum...

En todo mi cuerpo
carnoso
fibroso.

Soy percutible
y me vuelvo clara
suave
oleosa entre ustedes
caliente
porque puedo bombear.

Me miran y escucho
arañas de cristal
tambaleándose en el techo
paradisíacas
como un recuerdo vago.

Me abro a ellos
mis manos los convocan
mirando al cielo
vienen hacia mí.

El ambiente índigo, nos conecta
y palpita
me acaricia el cuello
sin cesar hasta mi oído
roza mi mandíbula
señala mis labios
y abro mi boca.

Bésame.

Soy cosmos.

Los observo.

Liz Gamarra

Soledad: condenada al desarraigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora