Escucho a mi corazón susurrándome al oído
Siento las manos danzar en sí mismas sin control
mi sangre controla mis extremidades.Soy yo. Me dejo ser.
Mi columna se retuerce como una serpiente atrapando a su presa
Mis piernas sienten por primera vez el suelo, frio y húmedo
Lo he regado con mis lágrimas de alegría que por fin he descendido aquí.Consciente de mí.
Mis brazos son olas, descontracturandome, desatándome.
Rituales hacen mis dedos amasando el aire
mis muñecas moviéndose circulares.Mi cabeza ya no es parte de mí,
mi cuerpo siente y mi alma sigue aquí.Soy acéfala ante el mundo.
Soy yo.
Libre.
Liz Gamarra
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Soledad: condenada al desarraigo
PoesiaTengamos en nuestras mentes aquellos sentimientos alguna vez vividos con fiera intensidad, y así adentrarnos a las profundidades de nuestra mente, imperfecta gaseosa, para flotar en esa nebulosa de fotogramas jamás creados. Es sólo un pequeño recopi...