¿Alguna vez has sentido que te dan escalofríos repentinos sin saber por qué? O tal vez ¿sientes que alguien te observa pero te encuentras solo en una habitación? Si nunca lo has sentido dejame decirte que hay dos posibilidades: Una es que seas un humano con muchísima suerte y la otra es que posiblemente estés muerto.
Pero en fin, si soy honesto no me interesa lo que pueda pasarte, lo único que me interesa es sobrevivir a la pesadilla que estoy viviendo. ¡Por que sí! Lo que a mí me está pasando no es un simple sueño del cual pueda despertar con facilidad, no es de esas pesadillas que seguro haz tenido y te alegra abrir los ojos dándote cuenta que estas a salvo en tu cama.
Creo que ya me estoy desviando del tema, pero no pueden culparme, ustedes también desvariarían si estuvieran en mi lugar, harían cualquier cosa por escapar de su realidad. Soy el único que queda vivo, pensábamos que era solo un juego de niños, pero no era cierto. Para que me entiendan un poco mejor dejen que les expliqué de que va el juego.
Primero deben tomar una calabaza, de las que son color naranja y deben hacerle una enorme sonrisa tenebrosa. Después deben ponerla entre un circulo rodeado por velas de color amarillo. Y por último escriban su nombre en un papel y métanlo por la boca de la calabaza. A partir de este paso lo único que tienen que decir es “Demonio que se lleva a los niños y se come su alma, si tu quisieras matar a alguien ¿A quién de nosotros matarías?”.
Se supone que después de eso un par de ojos se marcaran por si solos en la calabaza y esta escupirá el papel con el nombre del niño que eligió. Nunca creímos que…escupiría el nombre de todos. ¡Por favor! Ni siquiera pensamos que sería verdad…nos equivocamos.
El sonido del reloj de mi casa se dejó escuchar haciendo eco, eran las tres de la mañana y estaba solo en casa como todos los días. El juego comenzó de nuevo, si lograba esconderme muy bien no me encontrara y entonces ella me devolvería lo que me quito. Corrí entre los pasillos y es macabra música se dejó escuchar desde afuera.
—Ding, Dong, ábreme la puerta, veo que ahí estas, huir no servirá de nada—Es su voz y como siempre está cantando esa canción que hace que mi sangre se hiele y que me muera de miedo—Ding, Dong, ábreme la puerta, no pues escapar, ya es tarde.
Lo que menos me gusta de su voz es el tono que tiene, parece que se burla de mí y sabe que no lograre esconderme. Puede que tenga razón, ya logre ocultarme de ella dos veces, esta es la última noche que debo hacerlo y los escondites se me han terminado.
—Pronto vete a esconder, será muy divertido hallarte. Puedo oír tus pasos al correr en cada cuarto. Puedo oír el eco del temblor de tus jadeos.
Me quite los calcetines y salí corriendo de la habitación de huéspedes. Subí las escaleras tropezándome con mis pies hasta llegar al segundo piso, no tenía tiempo para pensar, ni tiempo para considerar un mejor escondite. Mi corazón esta acelerado al cien por ciento y mi mirada esta cristalizada, no tengo tiempo de llorar pero no puedo evitarlo. Y mi desesperación solo aumento con la siguiente estrofa.
—Mira en la ventana, te hallarás con mi mirada—contuve la respiración y gire inconscientemente hacia la ventana que estaba en el segundo piso, ahí estaba ella, cabello blanco y ojos rojos, no parpadeaba, solo me miraba con una afilada sonrisa que parecía querer devorarme—ojos aterrados, más cerca quiero mirarlos. —Observar como su mano ensangrentada resbalaba por el limpio cristal de la ventana haciéndome temblar. Tome el florero que tenía a mi alcance y lo lance contra la ventana—Ding, Dong, pronto voy entrando, empieza a correr, juguemos que voy a atraparte.
Me precipité a correr hacia la esquina contraria y di un pequeño salto para alcanzar una cuerda en el techo. La jalé dejando caer una escalera para subir por ella lo más rápido que pude y luego la volví a subir cerrando la puertecita. Miré a mí alrededor, caminé hasta una caja de madera, la tomé de la orilla para arrastrarla y la puse como peso sobre la puerta.
—Ella no podrá entrar, estaré a salvo—pensé sentándome en el suelo y recargando mi espalda contra la pared—pronto veré a mis amigos…—susurré convencido hasta que volví a escucharla.
—Corre o te encontraré—su voz sonaba tan cerca que hizo que me abrazara a mí mismo—Toc, toc, frente a tu puerta, ya te encontré y voy a entrar aunque no quieras.
Después de escuchar como tocaba la pequeña puertecita escondida, la pesada caja se movió por sí sola, tragué saliva y ahogué un grito con mis manos, gateé hasta una esquina del ático y me cubrí con una manta vieja que olía a humedad, pero en este momento me daba igual.
—Que no me encuentre, por favor—pensaba esforzándome por no temblar.
—Toc, Toc, dentro del ático, pronto te hallare—escuché como la puerta se abría y la voz se hizo aún más fuerte—El juego casi ha terminado, junto a la ventana o debajo de esta sabana—cerré los ojos y sentí como me arrebataba la sabana revelando mi escondite—Ding, dong, te he encontrado, aquí habías estado, ahora sufre. Ding, Dong como he ganado ahora sufre, es hora de pagar—sentí un dolor inmenso acompañado de un terror absoluto y luego ya no sentí nada.
—Ding, dong el juego acabó ya no hay nadie, Ding, dong éste es el adiós—dije con tanta facilidad que hasta a mí me sorprendió, poco a poco mi mente se iba llenando de un negro tan oscuro que no podría ser comparado con nada. Ahora era mi turno…ahora sería yo quien buscara una víctima con quien jugar.
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Historias raras
HororHistorias cortas de un solo capitulo que se me ocurren de repente por motivos de emociones explotantes, es decir cuando ando de mal humor o muy molesto es lo que termino escribiendo y no dan para hacer una novela por un unico motivo: -ya tengo el fi...