Capítulo 13: Tensión✔️

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Ochaco se aferra a los brazos del rubio como si la vida dependiera de ello, se siente extraña en su cuerpo, vacía.

Pero el aroma del demonio de alguna forma la calma, la adormece.

Repasa los acontecimientos ocurridos, cada detalle.

¿Él la llamó su mujer?

En otra ocasión habría estado enojada y emocionada pero se siente extrañamente en paz por recordarlo, él ciertamente la ve como su mujer.

—Oe, cara redonda—Su voz en su oído la sobresalta—. Ya estamos en casa.

Anonada se da cuenta que si, ya están dentro de la casa, las alas del demonio aún la cubren como un manto y aún la sostiene en sus brazos con ferocidad.

Podría apartarse y sin embargo no lo hace.

Él tampoco parece ansioso por apartarse.

—Katsuki—Ella musita su nombre subiendo sus ojos para encontrarse con los carmín acechándola, parece sumamente atractivo con sus colmillos sobresaliendo de su carnosa boca y sus ojos parecen devorarla.

—Habla—Ordena con voz exquisitamente ronca—. Dime, mujer.

Mujer.

Su mujer.

Ochaco tiembla, abochornada al pensar en eso. Sus mejillas arden y saben que parecen dos manzanas en sus pómulos.

Observa boquiabierta como el rubio cenizo parece ligeramente divertido, pasa la lengua por su labio inferior sin apartar los ojos de los suyos.

—¿No deberías estar asustada, jodida bastarda?—Ladea la cabeza mirándola de forma extraña.

—No me asustas tú y lo sabes.

—Eso jodidamente lo sé—Satisfecho por sus palabras estrecha los ojos—. No permitiré que se te acerquen o te hagan daño, no importa las idioteces que digan.

Embobada por la intensidad del demonio asiente.

Ciertamente aquellos tipos dijeron abiertamente más de una vez que ella no es humano y que es un peligro para Bakugo lo cual es completamente absurdo, el único peligro seria él.

—Katsuki—La chica quiere que confiese, quiere olvidarse de lo ocurrido—. Bésame.

—¿¡Ah!?—Alterado intenta apartarse pero Ochaco no lo permite, se aferra a su cuerpo con fuerza—. Suéltame de una puta vez si no quieres morir.

—Declaraste abiertamente que soy tu mujer y ahora quieres volver a alejarte—Un suave puchero se forma en sus labios, sabe perfectamente que eso lo vuelve loco.

—Tsk, puta chantajista—Gruñe y aún así ya no intenta apartarse, caminando por la casa como si fuera dueño de ella se acerca al microondas y lo observa sacar un emparedado, nuevamente camina hasta sentarse en el sofá aún sosteniéndola.

—¿Lo hiciste tú?—Cuestiona con su cabeza en su pecho.

—Incluso mejor que tú, maldita inútil—Le da una furiosa mirada para luego chasquear la lengua—. Come, sé que no has desayuno y odiaría que te enfermarás.

—¿Te preocupas por mi?—Ella sonríe alegremente.

—Tendría que cuidarte por idiota—Pellizca su mejilla con lo que parece ser cariño y luego vuelve a mirarla. Esos hermosos ojos carmín la siguen cautivando y no aparta la mirada cuando se contemplan el uno al otro.

—¿Sabes que no tienes que seguir fingiendo que no te gusto, verdad?—Se atreve a decir sin importarle ocasionar otra pelea.



Katsuki Bakugo no sabe si tirarla de su regazo o besarla hasta que se quede sin aliento

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Katsuki Bakugo no sabe si tirarla de su regazo o besarla hasta que se quede sin aliento. No tuvo control de la situación al reclamarla suya enfrente de los mestizos pero como demonio es territorial con su compañera, con su mujer.

Incluso si sigue apartándola para mantenerla a salvo.

Incluso cuando sueña con ella y cuando imagina besándola, tocándola, haciéndola suya hasta que gima su nombre.

Todos esos pensamientos lo abruman y terminan despertando una irritante erección que la castaña aún no parece notar porque sigue mirándolo con expresión resignada.

Parece resignada a que la rechace y eso lo jode bastante.

Ella es luz y él oscuridad, ¿cómo mierdas podría ser tan egoísta y tenerla cuando aún está en su mente vengarse de lucifer?

Eso aún no lo ha olvidado y duda que lo haga.

Pero aunque haya intentando apartarla eso la llevó al peligro, recordar a esos bastardos hacerla llorar causa que su sangre se caliente con violencia, quiere matarlos. Además inventan que su cara redonda no es humana y es peligrosa para él, como si alguien tan pura e inocente pudiera ser peligrosa.

Es pura mierda.

Siente un aguijón de placer y parpadea estupefacto al ver a la castaña acariciar la punta de una de sus alas con incitadora lentitud.

Suelta un gruñido cargando de advertencia pero los ojos cafés de la fémina se entrecierran con dulce inocencia.

—Ah, maldición, serás mi puta ruina—Jadea quedamente, ya harto de ser racional la tira sobre el sofá, tomando sus dos muñecas por encima de su cabeza.

Le es difícil pensar con su cerebro con la visión de ella sonrojada recorriéndolo con la boca entreabierta, un olor dulzón invade sus fosas nasales y casi se derrama en los pantalones porque sabe que está excitada.

Jodidas bolas azules.

Lame sus labios como si la saboreara y le importa un carajo lo demás cuando se acomoda en sus piernas abiertas, capturando sus labios.

El sabor de ellos lo desquicia, lo enloquece, no puede tener suficiente al chocar sus labios, la suavidad de ellos junto con la rudeza de sus colmillos es un contraste excitante. Tentativamente la insta a abrir más los labios, sus lenguas juguetean a un ritmo cadencioso, el calor en su zona baja se roza con la femenina.

Gime descontrolado, suelta las muñecas de la muchacha empujando sus caderas para arremeter con las de ellas, si no fuera por la ropa estaría en su cálido interior, ese pensamiento y el dolor de su falo hinchado lo excita aún más.

—Katsuki—Suspira Ochaco apartándose, sus pestañas bajan y sus labios hinchados le brindan una vista tan putamente hermosa.

—Dime lo que quieres—Se inclina hasta que sus labios se rozan—. ¿Quieres tenerme dentro de ti, maldita bastarda, es eso?

Los ojos cafés se abren en sorpresa y su respiración se engancha.

—Y-Yo—Ella no termina la frase pero mirando hacia otro lado muerde sus labios y asiente.

—Mírame la puta cara al decirlo—Sisea con ronquedad, sus dedos con garras toman suavemente su barbilla, girándola hacia él—. Dímelo.

—S-Si quiero—Suspira la morena con las mejillas rojas como manzanas.

La satisfacción de su admisión lo quema pero quiere oírla decirlo.

Katsuki tomará a su mujer de todas las formas hasta saciarse y buscará respuestas para volver al infierno y completar su venganza.

Aún mirando el rostro de la castaña imagina cómo sería su futuro si él no fuera un demonio que no desiste por su venganza, tal vez serían felices.

Nada de esa mierda importa porque la realidad es otra.

El beso del demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora