un tributo

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A sus recién cumplidos quince años, Lavinia se sentía como si tuviera una enorme pila de regalos para ella sola

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A sus recién cumplidos quince años, Lavinia se sentía como si tuviera una enorme pila de regalos para ella sola.

Caminando por el enorme lugar de color grisáceo miraba todo a su alrededor con gran admiración, apesar de los colores muertos y las piezas de guerra que había, ella veía belleza.
En la ceremonia solo aceptaban excelencia, algo que pocas personas lograban tener. El visto bueno de los grandes líderes era algo que pocas personas obtenían.

No se les tenía permitido ser débiles, ni siquiera podías pronunciar esa palabra, a menos que quisieras morir.
Niños entrenados para ser armas; niños que son convertidos para ser el arma perfecta para liquidar a sus enemigos.
Al final, Lavinia dobló por el pasillo D como se le había indicado, la emoción la estaba abrazando y se rehusaba a siquiera soltarla. Conforme avanzaba a grandes zancadas, pudo visualizar con mayor precisión la sala de entrenamiento y con ello, a todos los adolescentes entrenando.

-¡Eh, la sala para los críos está dos pisos abajo, niña!
Una chica que doblaba la altura de Lavinia le gritó, su cabello rubio le llegaba a los hombros y lo mejor que Lavinia pudo hacer fue tomar un cuchillo de la gran mesa de armería al costado derecho de ella y lanzarlo en dirección a ella.
-Egorova, mi nombre es Lavinia Egorova y es un gusto conocerte.-sonriéndole, la rubia miró su costado izquierdo donde el cuchillo reposaba.
-Eres osada,-tomando el cuchillo con su mano izquierda, apuntó hacia ella-, los osados me gustan.

Lanzando el cuchillo hacia Lavinia como anteriormente ella había hecho, reaccionó y haciéndose a un lado, le volvió a sonreír.
-¿Cuál es tu nombre?

Todos se habían quedado sorprendidos al ver la escena, era claro que había llegado un tributo bueno, y con esto, una amenaza para ellos, debían ser cuidadosos porque la ceremonia estaba a la vuelta de la esquina, al igual que la preciada libertad que ansiaban.
-Samar LeBlanc.-respondió, caminó hasta ella y dándole su brazo, Lavinia no dudó en estrellarlo con Samar.-Un gusto, Lavinia.
-Veo que ya se han conocido, mejor para mí, me ahorraron unos procedimientos.
Una voz a espaldas de Samar las distrajo, un hombre pasado de los cuarenta, alto y con un traje formal les sonrió amistosamente.
-¡Atención! Tenemos una nueva integrante, Lavinia Egorova, ya saben el procedimiento y las reglas, hasta la ceremonia, son amigos, hermanos, durante la ceremonia serán enemigos y después de ella serán cadáveres y desde luego, un victorioso o victoriosa,-el hombre aplaudió para después tomar de los hombros a Lavinia y empujarla levemente al frente de todos-, entrenen hasta morir, jóvenes. La ceremonia será en cinco días.
El hombre sonrió nuevamente, y Samar siguiéndole por detrás, lo detuvo.
-¿Egorova? ¿Hija de los jefes?-él se detuvo y con la mirada le dió a entender guardar silencio.
-Hay situaciones que estarán fuera de mi alcance, Samar, si los padres de esta niña quisieron incluirla en la ceremonia es asunto de ellos.
-Es buena con los cuchillos, pero, qué tan buena es en realidad, la debilidad no es bienvenida es estos juegos, será una masacre, ¿Ella está lista, Harold?
-Está más que lista, Samar, tú no la viste en las pruebas, resistencia, puntería, combate cuerpo a cuerpo, ella es excelente.
-Eso lo veremos en cinco días, Harold.

Los padres de Lavinia entraron en la habitación para despedirse de ella, eran por lo menos decentes y cariñosos. La sala de espera estaba repleta de los adolescentes que pronto participarían en la gran masacre y con ellos, estaban sus padres para que pudieran despedirse y esperar a que la gran ceremonia diera inicio.
Paredes blancas con detalles de madera, sofás de seda color vino y pinturas famosas reposaban en las mismas paredes blancas, Lavinia les sonrió emocionada a sus padres y era la única con ese sentimiento.
-Sal viva de la ceremonia porque si no, yo misma te voy a revivir para después hacer que te ahogues en tu propia sangre, Lavinia. Eres una Egorova, no lo olvides.-de alguna forma, su madre alentó a Lavinia.

Los cinco días había pasado, donde todos habían incrementado y respaldado lazos, Lavinia le había agarrado un cariño indescriptible a Samar y viceversa, Lavinia ya estaba preparada al igual que todos; unos estaban temerosos y otros decididos a eliminar a cualquiera que se le cruzara en su camino.

-¡Jóvenes, a sus puestos, la ceremonia está por comenzar!-Harold, quien había presentado a Lavinia cinco días atrás, los llamó.
Todos había tomado sus puestos como se les había ordenado, miraron por último vez a sus padres y las puertas se abrieron, una luz los cegó por un momento y una ventisca hizo sonreír a Lavinia.
Samar miró a la rusa y antes de que les dieran luz verde, le sonrió.
-¡Eliminen o sean eliminados!-bramó Harold y todos empezaron a correr.

La era de Lavinia Egorova, había llegado.




































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