Amor (Omegaverse)

Prólogo

Thor se levanta por el llanto desgarrador y fuerte que suena en su pequeña habitación, el acerca a la pequeña cuna levantando a su bebé para calmarla pero ella no deja de llorar, incluso cuando la mece en sus brazos. Se acerca a la cama y con mucho cuidado saca el pequeño termo, haciendo un gran esfuerzo para poner la leche caliente en el biberón sin soltar a su hija.

Cuando por fin lo logra le da la leche a su niña. Ella sigue llorando y no acepta la fórmula preparada, Thor tiene un nudo en la garganta por lo difícil que es eso, por lo difícil que es ver a Hela llorar. Le rompe el corazón y unas gotas tibias caen de sus ojos y el trata de controlarse todo lo que puede, aún intenta que su hija coma un poco, le da miedo que ella también vaya a dejarlo.

Thor está rendido cuando logra hacer que su hija tome un poco del biberón, al menos esta vez casi lo ha terminado. Ella descansa tranquila en la intranquilidad de su padre, el la llevaría a su cuna pero de pronto sólo la recuesta a su lado, cubriendola bien. Son las 2 de la mañana y Hela se despierta cada dos horas, algo que no es normal en su hija. Se queda viéndola un tiempo, su bebé tiene unas pestañas negras y espesas, el pelito que ha crecido un poco más también es negro, su piel es tan blanca y tiene los labios rojos como una manzana.

El sonríe amargamente, su hija es idéntica a Loki, su madre. El recuerda la última vez que el la cargó y le sonrió de una forma extraña, si Thor hubiera sabido que Loki los dejaría, que escaparia. Tal vez hubiera sido más listo como para tratar de convencerlo de lo contrario.

Pero no es sorpresa que el haya tomado aquella decisión, Thor lo conocía lo suficiente para saber lo que haría pero nunca lo creyó, no porque su amor de alguna forma lo cegaba.

Desde el día que conoció a Loki supo que este terminaría rompiendo su corazón de una u otra forma, pero su amor era inevitable. Lo que nunca se imaginó es que fuera de esa manera, que presisamente así le rompería el corazón, el se había visto junto al pelinegro viendo como su hija crecía.

Ahora, a sus 17 años estaba criando a una niña en un cuarto que a penas había podido pagar.

Pero debió saberlo, se repitió aquello toda esa noche. Cuando conoció a Loki el supo que nunca sería fácil, y de verdad se preguntaba porque lo amaba tanto a pesar de todo, porque Loki no era normal, no era como toda la gente que había afuera o en todo caso la gente que hubiera conocido.

El le provocó dolor, aún cuando no era su intención. Thor recordaba cada disculpa de su parte.

Y cuando Loki quedó en cinta el creyó que de verdad cambiaría, aún cuando había señales. Incluso con Hela, si fuera por Loki ella no estaría ahí, sin Thor regañando a Loki, gritándole, tratando de que cambiara de opinión, él se hubiera desecho  de ella. Y Thor se odia porque condenó el destino de su hija.

Cuando los padres de Loki se enteraron de la situación lo corrieron de casa. Nunca lo había visto llorar como aquella vez, lo recogió en sus brazos y sabe que fue egoísta al sentirse la única persona en el mundo de Loki por primera vez, pero para el no fue diferente. El no podía ocultar a Loki por siempre, no quería tampoco, no al saber que tal vez, ahora, Loki aceptaría enlazarce con el y ser su pareja para toda la vida, tal y como Thor quería a Loki, buscando que el pelinegro sintiera lo mismo que él.

Cuando la noticia fue dada su padre lo corrió a gritos, diciendo furiosamente que le había advertido sobre Loki, gritando que el bebé tal vez nisiquiera era suyo. Su madre hizo hasta lo imposible porque Thor se quedara en casa, porque su esposo cambiará de opinión, no lo logró. Sólo vio a su hijo alejarse con lágrimas en los ojos.

Y ahí estaban los dos. Con Loki cargando un bebé que nunca planeó o quería, con Thor preocupándose por su pequeña familia, por proveer comida, una cama y un hogar. Pero ambos estaban perdidos en ellos mismos para saber que quería el otro. Loki odiaba a su bebé, Thor había conseguido un trabajo que lo mantenía fuera todo el día. Y lo único que tenían ambos era el uno al otro.

El rubio llegaba cansado, lo explotaban en esa fábrica y no le pagaban lo suficiente así que tenía que trabajar en diferentes lugares para al menos comprar algunas cosas para su bebé y para Loki.

Loki iba a las charlas de orientación para padres que Thor pagaba aunque claramente Loki odiaba aquello, pero no podía evitar sonreirle a Thor cada vez que llegaba a aquel lugar que llamaban hogar, era lo único que tenía en ese momento. Pero Loki también sabía que él dejaría a Thor si pudiera, si no se sintiera tan mal tal vez algo habría cambiando.

Y tal vez por la falta de tiempo, por su juventud, creyeron que podrían funcionar. Pero si Thor piensa un poco más y recuerda la realidad, sabría que Loki odiaba aquello, recordaría que nisiquiera sonrió un poco o quiso cargar a su hija cuando nació.

Ahora lo recuerda bien, es su culpa de alguna forma también, Loki sólo le sonrió a Hela un día antes de irse y esta seguro que donde quiera que él esté, es más feliz que con ellos.

Un día donde el sol estaba oculto, y sólo habían nubes oscuras, Loki decidió dejar a su familia, tan sólo cuando Hela tenía dos semanas de nacida, decidió que aquello no era para él.

Ahora Thor se queda viendo a su hija, con el corazón roto, con Hela que es su única esperanza y su motor de vida. Ninguno planeó esto, nisiquiera Thor, ella fue una sorpresa para ambos, una amargura para uno y la felicidad del mundo para el otro. Pero es lo que les tocó y son las deciciones diferentes que marcaron su camino.