Capítulo 11. Esfuerzo.

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Para ser un héroe no solo basta el talento. También el esfuerzo es importante, Todoroki Shoto comprendió eso al ver a sus propios amigos y compañeros, pero, principalmente al visualizar a Momo  Yaoyorozu en aquél examen donde trabajaron juntos. 

En esos instantes comenzaba a extrañarla. Se levantaba sin pizca de animó y mientras se miraba en el espejo él mismo podía notar la pérdida de brillo en su mirar. Incluso Midoriya se lo mencionaba constantemente y Bakugo le llamaba la atención por lo mismo. Casi se cumplían dos meses desde la desaparición de Momo y el se sentía tan débil gracias a no poseer el coraje de seguir con la búsqueda por si mismos por más que Camie y Katsuki le insistían. Se hallaba harto del rompecabezas, tenían la ubicación, las pruebas e incluso el apoyo de un héroe profesional, pero todo resultó un mero desastre aquel día en que después de contar todo lo que sabia a Midoriya se aventuró a llevar a cabo un plan demasiado desastroso. Su mano no curaba y parecía ser que el ojo de Izuku no lograría regresar después de un tiempo; mientras que por otro lado, Bakugo ya había sanado casi en totalidad, pero, las cicatrices nunca dejarían de estar presentes. Rescatar a Momo en su primer intento fue desastroso y las cosas apuntaban a que los héroes estaban demasiado ocupados con la corrosión de la sociedad. Todo era un caos y en ese instantes una búsqueda no era mas que un simple grano en aquella extensa playa de arena. Si se lo preguntan a él, era patético. La sociedad tan rota solo era un símbolo del desafió que pronto estarían por enfrentar ellos como los futuros héroes profesionales.

Las cosas habían cambiado a tal punto que el propio profesor Aizawa miraba a él y al dúo de amigos de infancia con cierto paternalismo. Seguramente por la inmadurez que cargaban consigo por mas que lo negasen. Aún eran retoños, jóvenes héroes en ascenso, un par de niños buscando sueños demasiado dulces. Seguía admirando a Izuku por su inquebrantable positivismo y a Bakugo por su realismo, pero se odiaba a si por el negativo que cargaba en pensamientos desde el día en que no probó nunca más una taza de té hecha con total cariño. Se mantenía en desequilibrio, lo que le hacia pensar, si es que es así como Momo se sentía por cargar con todo aquel peso sobre sus hombros. Suspiró, alejó sus pensamientos, limpio su rostro y salió de su habitación. El día apenas comenzaba. 

Las clases en la actualidad eran diferentes. Después de la revelación de la desaparición de tres alumnos de U.A sumado al asesinato repentino de uno de los estudiantes de la escuela rival y el movimiento social procedente de los ideales de la liberación; las cosas ya no eran como antes. La tranquilidad nunca fue parte de su vida, pero actualmente el estado de alerta era necesario mantenerlo al máximo de posibilidad, no se podía confiar en nadie. Cualquiera podría ser un infiltrado, Kyoka lo era y Denki aunque en un principio no lo fue en la actualidad era un implicado. Era un múltiple juego en donde no sabías si en realidad estaba bien o no el confiar en alguien. En su caso, solo eran cinco personas las de su confianza: Midoriya, Bakugo, Camie, el profesor Aizawa y Hawks, de ahí en fuera los mantenía alejados o simplemente en la mira de ser un posible infractor de la justicia. Era un difícil camino que cada vez más se volvía oscuro.

—¡Todoroki! —escucho la voz a la distancia, aquel era un patio grande por lo que le fue complicado encontrar al de cabellera verde de manera rápida. Pudo hallarlo una vez este estuvo frente a el, su mirada estaba roja y la respiración alterada. Parecía como si hubiese recorrido un gran maratón—. ¡hay buenas noticias! —el ladeó su mirada ante la confusión. La sonrisa contraria de verdad era radiante, pero no le encontraba un motivo justo para ser real . Eso es lo que pensó de manera constante hasta que escuchó la última frase—. Iremos por Yaoyorozu, ¡Iremos a rescatarla, tu, Kacchan, el profesor Aizawa y yo! —e inevitablemente, aunque fue por un corto instante en su mirada logro volverse a leer un símbolo de esperanza. Cosa que el no notó, pero que Midoriya le hizo saber al demostrarle aquella sonrisa amable. Había estado esperando esa noticia constantemente, pero, a pesar de la insistencia de Bakugō en ir por su parte, el prefirió esperar a un profesional. No quería que sus amigos perdieran mas de si mismos por sus patéticos arranques de desconcentración e ira. Ya no permitiría que el mundo perdiera sus únicos rayos de luz. Era un héroe y por lo tanto, debía ser cauteloso, tranquilo y no actuar por voluntad propia si es que no poseía ideas claras.

La difícil tarea de ser un héroe. | TodomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora