Noveno Capítulo.

169 12 0
                                    

Sentí un escalofrío que me recorría desde la nuca hasta mis piernas, pasando por cada una de mis vértebras y que cuasó que se me erizara la piel. Sin quitar la vista de aquello que estaba ahí afuera, empecé a buscar con mi mano izquierda mi celular, estaba temblando, lo encontré y traté de ver la hora con mi vista periférica, eran las 5:34 de la madrugada.

No sé por qué pero siempre he pensado que a ésta hora me voy a morir, la hora en que no es ni de día, ni de noche, la hora muerta, la hora gris.

Seguía sin moverse esa silueta que estaba parada en la rama del árbol, sentía el corazón a mil por segundo, trataba de decifrar a quién se parecía y después de 5 segundos pensé en Daniel y ya no sabía qué hacer, no sabía si gritarle a Tom, no sabía si estaba alucinando por la pelea que tuvimos los tres, no sabía si observarlo, si ignorarlo y volver a dormir, si salir corriendo o si todo era una nueva traición de mis traumas, opté por mi primera opción.

-¡Toooom!- 

Pero nadie contestó, no se escuchó ningún sonido en respuesta, nada.

¡Y por fin! ¡La silueta se movió! Pasó de estar parado a sentarse en la rama... Madre mía, no me lo creía. Empecé a recordar todo lo que dijo Daniel y mi cuerpo empezaba a llenarse de ira, de valor, de dolor y el miedo se convertía en coraje, salí de mi cama y caminé hacia la ventana, eso seguía sin moverse, estaba como piedra, tomé las cortinas, respiré hondo y las abrí de un jalón... Sentí unas manos en mis ojos, unas manos cálidas, grandes y suaves.

-Sof ¿Qué haces?- 

-¡Tom! ¡No inventes!- Otra vez tenía el corazón sintiéndolo en la garganta.

-¿Qué?- Quitó sus manos.

-¡Me has metido un susto! Había alguien ahí afuera e iba a ver quién carajos era- Voltée y ya no había nadie, busqué por el jardín pero nada.

-¿Cómo que había alguien afuera?-

-Sí, estaba parado en esa rama y podía sentir que me observaba desde quién sabe qué hora porque me desperté y ahí estaba él y te grité pero no contestaste, entonces quise ver quién era y...- Estaba cayendo en una crisis nerviosa porque mis manos y mis piernas volvían a temblar, mi cabeza empezaba a dolerme y mi cerebro se estaba haciendo una bola de garabatos.

-Sof, Sof, cálma, no hay nadie afuera ¿Lo ves? Todo está bien- Tom me sacó de mis pensamientos tomándome de los hombros y sacudiéndome un poco.

-Auch, Tom, todavía duele.- Me había apretado un poco donde estaba el moretón que Daniel dejó.

-Oh, cierto, perdona.-

-No importa, pero te juro que vi a alguien ahí, en la rama de ese maldito árbol, lo juro, créeme.- 

-Mira Sof, te propongo algo, para que no te de miedo ¿Por qué no duermo contigo sólo hoy?-

-Em... Tom, no creo que sea bue...-

-Anda Sof, el sofá es un poco incómodo y frío, vamos, sólo hoy ¿Vale?-

-Hummm bueno, sólo hoy.- 

Por un lado no creía que fuera buena idea el dormir con Tom en la misma cama, juntos, porque sólo somos amigos, se me hacía un acto reservado sólo para los novios o matrimonios pero por el otro me alegraba que Tom quisiera dormir conmigo así, era un acto de muchísima confianza y cariño.

-Bueno, em... pues vamos.- Dije sonrojándome ¿Por qué estaba sonrojándome? No, no, no.

-Si, vamos.-

Había olvidado que Tom duerme sólo en bóxers, claro, por eso estaba sonrojándome. Subí a mi cama y me acosté de lado y Tom me siguió.

-¿Te... te molesta?- Preguntó mientras me abrazaba.

-Em, no, no me molesta.- Estaba empezando a sentir mariposas en el estómago.

-Dulces sueños Sof, yo estaré aquí.- Me susurró al oído, sentí su aliento calientito, su dulce y cálida voz, lo que provocó en mi piel esa reacción, cuando se te paran los bellitos de los brazos.

Me quedé dormida al instante, rodeada por sus brazos. Desperté y aún seguía él, aquí, conmigo, me moví un poco para disfrutar de la vista y por poco y se despierta, pero no, sus pestañas eran largas y chinas, su cabello estaba sensualmente alborotado, sus brazos marcados, hermoso pero después de unos segundos se despertó y me pilló observándolo.

-¿Disfrutando de la vista, Sof?-

-Más bien, casi vomito.-

-Yo también te quiero eh.-

-Ah vamos, tengo hambre.- Le quité sus brazos de mi al rededor y lo empujé, se cayó de la cama, ambos reímos y después de eso bajamos a la cocina.

Nos hicimos de desayunar, me metí a bañar y Tom se metió cuando yo empezaba a arreglarme, mi cabello era un desastre, no quería ceder así que opté por hacerme una coleta medio decente cuando empezó a sonar el timbre, bajé las escaleras corriendo pues estaban tocando como desesperados, me asomé por la ventanita para ver quién era y ahí estaba él, con una botella de alcohol en la mano, moretones en la cara y una gran herida en el brazo, Daniel.

Sofía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora