Capítulo 1|La llegada

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5 de junio del 2016
4:30 pm

Tayson Smiller

¡Por fin!, por fin llegué a Canadá, estoy tan pero tan feliz que siento que dentro de mi no cabe la felicidad, y es que tengo un buen presentimiento, siento que este es mi año, porque este es mi lugar, mi natal Canadá.

En cuanto el avión aterrizó baje casi corriendo, con la mayor rapidez que la anciana que iba enfrente de mi, me dejaba. Posteriormente fui por mi equipaje al área correspondiente y ya cuando lo tenía, salí del aeropuerto y tomé un taxi, para poder llegar a mi hogar; la casa de papá, porque esa casa si era mi hogar, fue, es y siempre será mi hogar.

Cuando ya el taxi ya estaba aparcando afuera de mi casa, bueno, la casa de mi padre, pude darme cuenta de que ahí no se encontraba nadie. Minutos después estaba por llamarle a mi padre, pero en ese momento recibí una llamada de mi hermano, y contesté.

Hola, ¿llamó a McDonald's?, sólo quería pedir una Big Mac con combo, por favor, aaaaaah, y una cajita feliz—habló el idiota de mi hermano haciéndose el payaso como siempre.

Hola, lamento informarle que no se encuentra llamando a McDonald's, sino al convento "La luz es mi refugio"—contesté yo siguiéndole el juego que él mismo había comenzado.

Ja, ja, ja, buena esa hermano, por ésta aceptaré que ganaste, pero ya veremos a la otra. En fin, sólo quería preguntarte si ya aterrizaste de tu vuelo—de fondo se escuchaban ruidos, como gritos de alguien dando órdenes—¡Papá!, ¡puedes cerrar la boca!, ¡estoy hablando con tu otro hijo, el menos favorito!—dijo mi hermano riendo, burlándose de mi.

No Einstein, sigo en el avión, te estoy hablando desde lo alto de Utah.—contesté con sarcasmo—¡pues claro que ya aterricé!, y dime dónde se metieron papá y tú, porque resulta que atravesé casi todo el país para llegar aquí y cuando llego me encuentro con que no hay nadie.—la verdad es que comenzaba a molestarme, ¡debían estar esperándome con una fiesta, no irse a quien sabe donde!

¡Hey!, tranquila fiera, resulta que justo hoy papá debía de empezar con los preparativos para la fiesta de bienvenida de inicio de curso, así que, acá andamos, estamos en el instituto, y justo te llamaba para que vinieras a ayudarnos.—dijo mi hermano riendo—es broma hermanito, te llamaba para decirte que te instales y descanses ahí en casa que papá y yo llegaremos en unas horas.—

—Está bien, aquí los espero.—dije y colgué.

Minutos después de calmarme por completo después de esa llamada, me adentré en el único lugar que siempre sería mi hogar. Tenía sólo un año que había estado ahí, pero se sentía como si hubiera sido hace siglos, y es que los que dicen que cuando alguien está lejos de casa se le pasa el tiempo más lento, están en todo lo correcto.

Después de prepararme mentalmente para por fin abrir el gran portón negro que se ubicaba a unos dos metros de distancia, éste se abrió solo, lo cual me sorprendió mucho, pero borré todo signo de sorpresa de mi rostro en cuanto vi salir a recibirme a la persona que menos esperaba encontrar ahí, ¡mi nana!, aquella persona que había sido como una madre para mi desde que usaba biberón, y es que me sorprendió mucho verla ahí porque según me dijo mi papá hace un año, ella se había ido a vivir con su hija desde hace tres años, pero no sé porque razón se encuentra aquí, claro que no me molesta, al contrario, ¡estoy muy feliz de verla!

Aposté mi destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora