Capítulo 8|No sale de mi cabeza

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11 de junio del 2016
3:00 am

Megan Ross

Las tres de la mañana. Son las tres de la mañana y yo aún no he podido pegar el ojo, simplemente el sueño se me fue.

Y como no, estoy asustada, más que asustada, estoy aterrada, ¿por qué?

Verán, ¿quién encontró la llave especial?

¡Tayson!

Ni más, ni menos que Tayson, la persona que menos pensé que podría encontrarla. Y eso es malo, ya que, eso sólo significa una cosa; él es especial y lo será en mi vida.

Quiero pensar que no, que quizás sí estoy loca, y que todo lo que pienso respecto a esa llave es mentira.

Pero a pesar de todo lo que he tratado de pensar, no logro concentrarme y dormir.

No puedo sacar de mi cabeza su sonrisa, y el tonto apodo que me puso.

Cerecita.

Esto está mal, pero simplemente, desde ayer en la tarde Tayson no sale de mi cabeza.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el gran estruendo que se escuchó, fue tan fuerte, que hasta salté del susto. Después comenzó a llover con la misma intensidad del trueno.

Se fue la electricidad. Lo sé porque tenía mi teléfono cargando, y justo ahorita dejó de cargarse.

En eso, se abrió la puerta de mi habitación.

—¿Hija?, ¿también a ti te despertó el gran estruendo?—preguntó mi mamá.

—Emm, si, si mamá.—mentí.

Si le decía la verdad, que no había pegado ojo ni un segundo esta noche, iba a empezar con su interrogatorio, y ahorita no estoy para eso.

—Trata de descansar, se fue la electricidad.—dijo—y hoy no tendrás clases, Breiden me acaba de llamar para avisarme.—Breiden es el nombre del director, y papa de los hermanos Smiller.

—¿En serio?, ¡eso es genial!—dije lo último más para mi misma que para mi mamá. Eso significaba que no iba a ver a Tayson hasta el lunes, y eso me alegraba, ya que me iba a dar tiempo para pensar bien las cosas.

—¿Tú alegrándote de que no haya clases?—preguntó riendo mi mamá—¿quién eres y qué hiciste con Megan?

—Soy yo mamá, sólo que esta semana ha sido muy ajetreada, con todo lo de la fiesta y eso, al ser presidenta del comité de alumnos, me toca la peor parte de todo.—dije con pesar, no era mentira ni pretexto, ser presidenta era muy pesado.

Pero todo sea por Hardvard.

—Está bien angelito, descansa. Iré a seguir tranquilizando a tu hermana, ya sabes que los truenos la asustan mucho, despertó llorando.—y se fue.

Mi hermanita odiaba los truenos, simplemente le daban pavor.

Recuerdo que una vez, una noche de verano cómo ésta, cuando papá aún vivía, Adi con tan sólo cinco años se despertó llorando y vino aquí, conmigo. Traté de consolarla, pero ella aún seguía intranquila, entonces, en ese momento llegó papá, con leche caliente y galletas con chispas de chocolate, y lo alivió todo. Nos contó historias, aventuras y anécdotas suyas. Esa noche fue perfecta. Cuanto diera para que él siguiera aquí, conmigo.

Pero la vida sigue, y yo, sigo por los dos.

Y así, pensando en papá, me quedé dormida.

*

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2020 ⏰

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