Estaba La Catalina [Adaptación]

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Estaba ella allí, Sentada bajó un Laurel, sintiendo la frescura de las aguas caer. Con su larga y hermosa cabellera, la cual bailaba con las pequeñas corrientes de aire, La joven y hermosa Dama solamente podía suspirar en un triste ambiente.

— ¿Cuándo volverás... Sanemi?

La joven y hermosa Dama volvió a suspirar, levantando al cielo sus bellos ojos rosados. Fue entonces allí Que por inercia volteo su rostro, allí en el camino, Alejado un poco de donde ella se encontraba.

— ¡Oiga!, ¡Por favor! — Chillo, sosteniendo su largo y hermoso vestido azulado. Aquél sujetó la miró, o ello supuso eso pues no veía su expresión gracias a ese cascó — ¡Deténgase, Mi soldado, Debo hacerle una pregunta!

Aquél sujetó esperó paciente, observando en silenció como aquella jovencita se desvivía al alcanzarlo. Nezuko por fin llegó a su lado y recobró un poco la compostura, en verdad quería saber...

— ¿Usted no ha visto a mi marido en la guerra alguna vez?


Aquél sujetó la siguió observando, bajando un poco su cabeza pues la joven dama llegaba medianamente a su Pecho.

—Yo no he visto a su Marido y tampoco sé quién es

Nezuko no se rindió, con sus bellos ojos observó el casco del Mayor y mencionó. —Mi marido es alto y Albino, Lo habrá tenido que conocer, y en la punta de la espada lleva escrito San Andrés

El Soldado colocó una manó donde debería estar su barbilla — Por los datos que usted me ha dado, su Marido muerto esta. Pero me ha dejado dicho que me case con usted.

Nezuko Negó rápidamente, alejándose un poco aquél Hombre.

—Eso sí que no lo haré. Siete años he esperado y Otros siete esperaré. Si a los catorce no vuelve, A un convento yo iré, Y a mis dos hijas mujeres conmigo llevaré, Y a mis dos hijos varones a la patria entregaré.


Aquél soldado pareció reírse dentro de su casco. Nezuko se sintió ofendida ante este acto y aún más cuando aquél sujeto coloco un dedo sobre sus labios.

—Calla, Calla, Jovencita. Calla, Calla, De una vez— Aquél Hombre, con una sola mano, desprendió los abrojos de su casco y con agilidad se lo sacó. Tirándolo al suelo, dejando a la vista su hermoso Cabello albino— Estas hablando con tu marido que no has podido reconocer.

La Joven Dama abrió sus ojos con fuerza, solamente para luego derramar algunas lágrimas mientras abrazaba a su Amado Esposó.

— ¡Sanemi!

Y así termina la historia de una infeliz mujer, Qué estaba hablando con su marido que no ha podido Reconocer.


Fin.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2020 ⏰

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 Oneshot's SaneNezuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora