Entré al local junto con el resto de gente, pero al contrario que ellos, yo no pasaba desapercibida. Todos se giraban al verme pasar y la mirada de Magnus no fue una excepción.
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— ¿Qué haces aquí? — me preguntó preocupado al llegar a mi lado. — Bailar y sonreír, deberías probarlo. — Esta es una fiesta de brujos, no creo que una vampira sea bienvenida. Después de tus más de 150 años creí que serías un poco más sensata. — ¿Sabes qué Magnus? Que me he cansado de vivir en la sombras de ese estúpido hotel y de solo salir por las noches sola, no quiero que mi larga existencia sea así, he decidido vivir mi vida.
Mientras hablaba más magos me miraban con desprecio, desde la última pelea, las relaciones entre vampiros y magos no iban muy bien.
— Pero aquí no — dijo Magnus antes de transportarme de vuelta a mi casa. — Mierda — mascullé.
