Me desperté en una cama vacía al oír un leve sonido, para cualquiera hubiera pasado desapercibido, pero no para mi oído de mujer lobo.
Saqué una camiseta negra del cajón y salí. Cuando llegué me apoyé en la puerta y seguí escuchando la melodía.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Tocas muy bien — le dije cuando terminó. — Me enseñó mi padre. — A mí mi abuela me intentó enseñar partituras simples pero fue inútil, el piano no era lo mío — expliqué sentándome a su lado. — Seguro que no lo haces tan mal.
Fui pulsando las teclas de la única canción que recordaba. Al principio Jace miraba mis manos pero luego se fijó en mi rostro.
— Me encanta la cara de concentración que pones. — ¿Sabes que me encanta a mí? Los besos de buenos días — dije sacándole una sonrisa.