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Su mente había estado dispersa y se echó de ver en su trabajo, y en que Jisoo no se desaprovechó ninguna oportunidad para palmear su escritorio y llamarle la atención. En cualquier otro día, porque de por sí solía distraerse con frecuencia como un defecto suyo, habría maldecido mentalmente a su supervisora antes de continuar, pero esa vez se lo agradecía enormemente. Necesitaba dejar de pensar en el día anterior.

Los dos minutos que duró el suceso no cuadraba con la eternidad que parecía querer quedarse en su mente. No habían pasado ni siquiera las veinticuatro horas de eso, y Lisa ya estaba odiándose a sí misma, a punto de perder la calma y, si es posible, todo el cabello de su cabeza hasta quedar calva. Le resultaba sofocante. La imagen de Rosé no paraba de inmiscuirse en cada pensamiento que emergía de su mente, incluso si no tenía nada que ver con ella. Era confuso y frustrante a partir del hecho de haber creído que logró enterrar toda las míseras vivencias y que ahora se encontraba a punto de romperse en llanto en medio de su trabajo y sus compañeros. Todo por simplemente haberle visto de nuevo.

Le odiaba. Le odiaba por insistir y negarse tanto a dejarle seguir y hacerle encontrar siempre un recuerdo suyo más adelante, cada vez que conseguía avanzar en su largo trayecto hacia el olvido.

Previendo una migraña que posiblememte le acompañaría el resto del día, terminó pidiendo permiso para salir más temprano. Temió que si salía a la hora usual se llevaría el pesar de topársela una vez más, y lo evitó a toda costa. Estando en su habitación, se recostó en su cama y acurrucó para absorber toda la calidez que le ofrecieran sus sábanas. Llovía de nuevo. Las gotas se deslizaban sobre el vidrio de su ventana, incesantes, y Lisa se entretenía imaginando que estaban en una carrera, luchando por desviar sus pensamientos, no obstante, el timbre sonó de pronto y acabó con toda serenidad que al fin estaba alcanzando.

Esperó a que dejara de sonar, que la persona que estuviera allá afuera lo interpretara su silencio como que no había nadie, pero detrás de un timbre vino otro y otro, como si la misma quisiera que lo interpretara como que sabía que sí estaba, así que se levantó renegando.

Al abrir la puerta, se preguntó por qué no simplemente siguió con su mentira, si no le estaría haciendo daño a nadie. Ahora el daño lo sufría ella, teniendo a Rosé de pie atrás del umbral de su puerta, mirándole pero sin el mismo asombro de la vez pasada. Lisa quiso cerrar la puerta, sin embargo, otra vez estaba paralizada.

You, Clouds & Rain. (ChaeLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora