Desastre

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Capítulo IV

El traqueteo del exterior, producido por los caballos que halan el carruaje le remonta a cuando tenía unos cuantos años de vida

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El traqueteo del exterior, producido por los caballos que halan el carruaje le remonta a cuando tenía unos cuantos años de vida.

A la negrura de una noche bañada de sangre; recuerda el reflejo de la luna vislumbrandose en el río que recorría el lugar que la vio nacer, el pueblo que le dió la bienvenida a su primera inhalación, el pequeño pueblo que no fue creado para existir.

Eso le da fuerza para seguir con aquello, para no flaquear.

Sabe de donde proviene, y, que además de ese lugar en donde se encuentra no tiene ningún otro destino al cual dirigirse.

Más allá de la okiya, no existe ningún lugar al que pueda regresar si decide escapar. Ha sido vendida como se les vende a los esclavos, la han vendido como un animal domesticado; pero ella no es así, Sakura no es un conejo domesticado; es, en su defecto como un camaleón. Alguien que puede adaptarse a su entorno. Ella puede ser dulce si así lo amerita la situación, pero también poseé una lengua afilada.

Y no va a ser la esposa sumisa que espera aquel hombre que sea. No va a ceder.

—Mi señora —escucha la voz de un joven. De aquel pequeño muchacho que venía con su futuro suegro —. Hemos llegado.

El muchacho no la mira al rostro, se mantiene con los ojos puestos en el suelo. Afuera, el barullo de los hombres descargando sus caballos es suficientemente alto, pero ninguno de ellos parece ponerle atención a la interacción entre el muchacho y Sakura.

—Gracias —dice ella por mera cortesía.

La voz de Sakura, es para aquel muchacho una especie de estimulante que lo obliga a levantar el rostro, incluso cuando se le ordenó que tenía prohibido ver directamente a la cara a la futura esposa de su señor. Pero es inevitable, la curiosidad le carcome.    

El rubor se instala de inmediato en sus mejillas, a pesar de que esta vez Sakura lleva consigo el maquillaje que oculta completamente su faz, aquel muchacho no ha visto nunca una belleza igual.

El color blanco esparcido sobre la piel de Sakura, tan diferente a la línea negra que delinea sus párpados. Los labios no son dos líneas rojas, son como una apetitosa cereza.

En un plano simple, podría ser Sakura como cualquier otra geisha; sin embargo, en lugar de un par de pozos oscuros un par de joyas jade sobre salen debajo de un abanico de rizadas pestañas.

—L-lo lamento —se escusa el joven de inmediato conciente de su impertinencia—. No era mi intención.

Pero sí la era.

—No tienes por qué disculparte —dice Sakura sintiendo ternura —. Dime —lo incita, acercándose a él, casi colocándose en la entrada del carruaje —, ¿tienes algún nombre?

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⏰ Última actualización: May 23, 2020 ⏰

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