Pedido de Robinnnnnnnnnnx ❤✨
Gente. Música. Baile. Risas. Gritos.
Es en lo que todo el mundo piensa cuando se habla de la palabra "fiesta".Bueno, como no podía ser menos, en la fiesta de cumpleaños de mi amiga Millie había todo esto y más. Para cuando dieron las doce de la noche, el alcohol había hecho efecto hacía bastante tiempo.
- ¡Eh, mira, Mila! -dijo mi amiga y cumpleañera señalando a un grupo de tres chicos que acababan de entrar en la amplia sala.
Me giré hacia donde me señalaba. El primero que vi fue un chico de ojos verdes profundos, luego a mi amigo Finn, y por último a uno más moreno.
- ¡Felicidades! -gritaron al unísono acercándose a Millie.
[...]
Mi cabeza daba vueltas y más vueltas, por momentos incluso creí que iba a estallarme. Me llevé las manos a los ojos cubriéndome de la espantosa claridad mientras intentaba recordar dónde estaba y qué había pasado.
Con dificultad, me acostumbré a la luz y visualicé una pequeña mesa de mármol, luego una moqueta blanca y paredes del mismo color. Estaba tumbada. Me incorporé con cuidado de no empeorar mi dolor de cabeza. Miré al frente y entonces vi un gran espejo que llegaba del suelo al techo, de un metro y medio aproximadamente. La imágen era clara, y sin creerlo miré a mi derecha.
Allí dormía un chico al que no recordaba haber visto en mi vida. Rápidamente busqué mi ropa interior y me la puse, después me metí dentro del vestido de la noche anterior. La situación era lo único que estaba claro; me había acostado con él.
Me quedé ahí, de pie, sin saber si despertarme y preguntar si él recordaba algo, o salir directamente corriendo en busca de Millie... O quien fuese que pudiera darme uma explicación de quién era aquel individuo.
Pero no hizo falta poner en práctica ninguna de las dos opciones, puesto que el chico se despertó antes de que pudiera pestañear.
- ¿Q...Qué? -me miró de arriba a abajo, y después se miró a él.
Yo aún tenía el pelo revuelto y el maquillaje corrido, así que no valía de nada hacerse la loca.
- ¿Quién eres tú? -pregunté muerta de vergüenza.
- Creo que eso debería preguntártelo yo a ti.
Cerré un poco mis ojos intentando descifrar algo imposible.
- ¿Te has aprovechado de mí? -levanté una ceja.
- ¿Perdón? -respondió a la vez que soltaba una carcajada.
- Ayer bebí. Estaba con Millie, lo pasamos bien, era una oportunidad genial para violarme ¿no crees?
Tras unos segundos de silencio, él habló:
- Soy Caleb.
Acercó su mano a mí para que se la estrechara, pero permanecí inmóvil.
- Chica dura -sonrió de medio lado, y si no fuera por mi orgullo, probablemente yo también hubiese sonreído.
Se levantó de la cama, completamente desnudo, y por esto mismo aparté mi mirada rápidamente en un acto reflejo, roja como un tomate. Pero demasiado tarde... Lo había visto todo. Todo. Incluso cuando se había vestido no pude mirarle a los ojos.
- Hablemos con Millie, ¿te parece? Podría aclarar bastantes cosas.
Salimos en busca de Millie, pero no hizo falta tardar mucho ya que seguíamos en su casa.
La encontramos en la encimera del comedor tomándose unos cereales.
- Buenos días, pareja -dijo ella con una sonrisa nada disimulada-. Os preguntaría si habéis dormido bien, pero desde luego dormir ha sido la última cosa que habéis hecho.
Sí... Genial.
- ¿Quién es? ¿Por qué me... acosté con él? -dije apuntándole con un dedo.
- Es Caleb, es amigo mío. Caleb, ella es Mila -después volvió de nuevo su mirada hacia mí-. Ayer venía con Finn y Noah, te lo presenté y no hay ninguna duda de que teníais mucha química. Bueno, el vodka -se encogió de hombros-, una pena que no lo recordéis, estabais encantados.
Se metió una cucharada de cereales en la boca, y unos segundos después, volvió a hablar.
- ¿Y si os vais por ahí? Me refiero... No en ese sentido -rio a carcajadas-. Id a dar un paseo, hablad... No sé, conoceos. Quién sabe, igual encendéis de nuevo la chispa de anoche.
Miré al tal Caleb unos segundos.
- A mí me parece bien -dijo-.
Finalmente yo también acepté.
[...]
- Bueno... Mila.
Después de una hora de conversación trivial en el parque, se dignó a pronunciar mi nombre por primera vez.
- Debería de irme a casa -dije interrumpiéndole.
- Oh, claro. Esto... ¿Podría darte mi número?
Sonreí ampliamente.
Avancé unos pasos hacia él y le susurré:
- ¿Y por qué no me acompañas a casa?
Antes de apartarme le di un beso en la mejilla.
- Si lo haces, te dejaré entrar -le guiñé un ojo-. Podemos repetir lo de anoche...
Me miró sorprendido ante mi atrevimiento.
- ¿Dónde vives? Creo que mi coche nos está esperando.
Depositó un corto y tímido beso en mis labios.