Primer día

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Las puertas de la secundaria fueron abiertas, el profesor Tomioka Giyuu ya estaba preparado en la entrada con una espada de madera y vestido en su chándal azul deportivo usual dando bienvenida e indicaciones a los nuevos alumnos de este ciclo escolar. Muchos jóvenes aparecían entre nerviosos y extasiados.

Un nuevo año, nueva escuela, nuevas amistades, expectativas normales de un adolescente promedio que recién ingresa a secundaria se notaban en sus rostros.

El profesor de historia, Kyoujuro Rengoku, estaba naturalmente allí también. Como su personalidad alegre denotaba, el director lo había enviado a la entrada para que ayudará a los alumnos más tímidos a pedir indicaciones sin que los nervios se los comieran primero. Él estaba encantado y con una gran sonrisa se unió a repartir panfletos a todos guiándolos al gimnasio donde se les daría la asamblea de bienvenida.

No llevaba ni media hora allí y ya había sido rodeado por un grupo de alumnos. Eso era otro hecho normal. Su sonrisa contagiosa siempre despertaba la sensación de seguridad en las personas y los alumnos solían rodearlo por ello.

— ¿Profesor usted de que curso es? —Pregunto una alumna. Su collarín delataba su primer año escolar. Ella poseía un aroma a canela y cereza, de un vistazo Rengoku supo que era una niña omega.

— ¡Jajaja, seré su profesor de historia! —Le dio panfletos a dos niños que pasaron a su lado.

— ¿Eh? ¿Historia? Pero ese curso es- —Un alumno más bajito de ojos profundos y celestes rechistó. Otro chico a su lado igual a él lo jaló como para detenerlo de hacer algún comentario que le acarree problemas.

— ¡Yuichiro no hoy! Le prometimos a mamá que este año iría sin problemas. —Le reclamó el gemelo que se veía más tranquilo y haló de su ropa para separarse del grupo.

— ¡Oye, tú...!

Rengoku vio a la lejanía como los gemelos se alejaban unos segundos para luego seguir con lo suyo. No los reconocía, pero llevaban el uniforme de segundo año. Probablemente eran alumnos de intercambio.

Estaba compartiendo unas cuantas pequeñas charlas con el resto del grupo. La hora de entrada ya estaba a la mitad y se percató que no tenía nada en las manos. Se había quedado sin panfletos.

«Creo que en la sala de profesores imprimieron más...»

— Lo siento chicos, necesito buscar más panfletos para el resto de alumnos. —Se disculpó con una sonrisa y se inclinó suavemente. — Necesito irme un rato. Sigan ese pasillo para llegar al gimnasio.

— ¿Eh~? Pues ni modo. —Refunfuño otra alumna.

— ¡Nos vemos más tarde, profesor Rengoku!

Alumnos emocionados corrieron en la dirección indicada despidiéndose con la mano. Él correspondió el gesto y estaba a medio de irse cuando un estruendo resonó por la entrada.

— Abotona tu camisa, no está acorde las reglas. —Escucho la conocida voz de Tomioka y el golpe de su espada de madera. — Y está prohibido teñirse el cabello. No pueden ingresar.

— ¡N-No está teñido! —Reclamó un alumno de cabello rubio y tonos naranjos. Estaba sudando mucho como si hubiera corrido una maratón. — Antes de ingresar mi abuelo vino a explicarle al director que así era naturalmente...

— Um, —asintió recordando vagamente una mención, reviso una lista que tenía guardada en el bolsillo y dijo: — ¿Zenitsu Agatsuma?

— ¡Si! —Asintió.

— ¿Y el otro?

— ¡Ya traigo el uniforme! —Respondió el chico de cabello azabache con degrade azulejo. Tenía un rostro muy fino y una gran caja de bento en la mano que cuidaba como un tesoro. Si Rengoku no tuviera años de experiencia lo habría confundido con un omega, pero el olor de otro alfa no era fácil de ocultar.

[In]MoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora