Observaba a Verónica y era casi irreal la manera tan maternal y atenta que era con su hijo. Mi indomable amiga ya había madurado, y pensar que hace un año para ella imaginarse casada y con un hijo era un sueño casi imposible..
—¿Quieres cargarlo? —me preguntó ella luego de un rato.
—Tengo cierto temor a que se me caiga.
—Solo procura agarrar su cabeza y sostenerlo con firmeza en su espaldita. —Vero me entregó a su pequeño y yo quedé enternecida, el pequeño Kaidan era un niño tranquilo y su olor de infante lo hacían aún más adorable. —te dan hasta ganas de tener los tuyos propios...
Me tensé.
—Ten a tu mocoso —le entrego al bebé con tal rapidez y ella rodo los ojos.
—Por dios, Nayra eres una exagerada. Ya tienes veinte.
—Veintiuno. —la corrijo.
—Pronto tus padres te exigirán que te cases. —reí.
—Que lo intenten, no me quedaré a esperar a que me emparejen con el primero que se aparezca, no todas tenemos la suerte que conocer al amor de tu vida de forma inesperada y que este sea un guapo caballero. —pensaba en todos los matrimonios de sus amigas...
Primero el de Verónica con el lord McDonall, Alezandra con el duque Berfor, y Ariana con aquel hacendado Héctor Genco. Era lamentable que ella fuera la única solterona del grupo. Sus amigas ya tenían esposos e hijos en camino y ya no tenía nada.
—Nayra siempre fuiste la más cerrada y desconfiada de todas en el amor.
—Verónica no empieces.
—Se supone que somos hermanas. ¿Verdad? —asentí.
—Lo sé pero entiende que no hablaré de eso.
—De acuerdo hermana, no te presionaré. —la puerta fue abierta mostrando al imponente esposo de mi amiga.
—Me marcharé ahora Verónica. —dije mirando a la pelinegra.
—De acuerdo Nay, espero tu próxima visita —me despedí de su esposo y Salí de su residencia.
No es que no creyera en el amor, el problema estaba en que ningún caballero se acercaba a mí por quien era como mujer, solo veían la oportunidad de ocupar un lugar en la alta sociedad londinense debido al prestigio y las amistades de mi padre. Por eso era tan reacia a los compromisos, las únicas en las que podía confiar ciegamente aparte de sus padres, eran sus amigas. Nunca le había dado la oportunidad a un hombre de entrar en su corazón ya que abría la posibilidad de que saliera lastimada y a Nayra no le gustaba el dolor…
Pasaron dos semanas desde que vi a ese grandísimo imbécil rubio y extremadamente guapo como un an… Nayra mejor no te vayas por ese lado. Me estoy arreglando para ir a la fiesta en la casa de Lord Benedict, él siempre invitaba a mi familia y algunas veces a las familias de mis amigas, pero es muy poco probable que me encuentre con alguna de ellas en esta velada.
A Verónica no le interesan nada más que no sea su pequeño hijo, y Alezandra no asistía más a fiestas debido a su avanzado estado de embarazo, la pequeña castaña daría a luz muy pronto al heredo del duque.
― Se ve bellísima mi lady. –dice una de las sirvientas que me ayudo a vestirme.
Me acerco y me miro en el espejo. Mi vestido no es lo que acostumbro a usar, mi madre lo escogió para mí y debía admitir que es muy hermoso. Mi cabello fue recogido de forma elegante dejando mechones rizados sueltos al frente de mi rostro.
―¿No parezco una florero fea y desesperada? –digo con una sonrisa y modelando frente al espejo.
― Les dará envidia a todas, señorita. —dice la sirvienta, la cual es una chica como de mi edad, alta y de cabello castaño.
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©Sensata y Sincera. Saga: Siempre Juntas
Historical FictionMi vida era normal... No, para qué mentirles. Era aburrida, solo había libros y más libros. ¿Los bailes? No eran lo mío, siempre hacia algo mal provocando críticas y regaños de parte de mi padre. Los únicos momentos en los que de verdad me divertí...