Theodore Mcfarlan
Después de levantarme del piso por el golpe que me dio esa maldita mujer, me largue de ese lugar, no podía presentarme con mi traje todo sucio y el dolor en mis testículos era insoportable, pero lo que más estaba herido era mi orgullo por esa fea solterona.Regrese a mi residencia ardiendo de la cólera y al siguiente día el dolor en mis partes bajas me seguía recordando a la desgraciada mujer, estaba intentando desayunar pero todavía seguía colérico.
― ¿Ahora si me dirás que te pasa? -pregunta mi hermano menor Jaime.
―¡Nada! Ya te lo he dicho. ―él me mira con una ceja levantada.
―Nada... por favor, desde ayer que llegaste andas con un humor horrible que nadie te aguanta. De paso que no has probado bocado, más raro aun ya que tú eres un pozo sin fondo cuando se habla de comida.
―No me pasa nada, Jaime. Ya déjame tranquilo, perdí el apetito. -me levanto de mi asiento, y dejo el desayunó sin probar en la mesa.
―Bueno, allá tú si no me quieres contar que te pasa.
Salgo de la casa. Necesitaba un respiro para dejar de pensar de una vez por todas en esa fea mujer. La primera vez yo solo estaba buscando un refugio de la lluvia y esa mujer apareció toda mojada con un vestido horrible. ¿Quién la vestirá? Si fuera mi hija jamás la dejaría salir así a la calle para que deje en vergüenza social mi apellido.
Además que empezó a hablar sola y cuando yo le hable se puso histérica, al parecer algo típico en todas las mujeres que se topan conmigo, pero ninguna que haya conocido me trato peor que aun perro como hizo aquella solterona. Pero anoche en la fiesta el vestido que traía puesto le quedaba perfecto, se ajustaba a toda su figura; su cabello negro y espeso recogido de forma elegante... ¡¿pero qué digo?! Los únicos pensamientos que debo tener hacia ella son de odio, porque yo odio a esa aburrida, sosa y fea mujer.
Camino perdido y una música llega a mis oídos, es una melodía de piano perfecta y maravillosa. Sigo el sonido para saber de dónde proviene y me lleva a una gran y elegante residencia. ¿Quién se la persona que tocara? Veo salir a una mujer delgada y mayor, me acerco a ella.
―¿Se le ofrece algo milord? -pregunta educadamente la mujer.
― Saber quién es la persona que toca esa música. -le digo escuchando la bonita melodía. La mujer sonríe.
― Esa es mi niña Nayra, la hija de lord Berloc. Es una maravillosa pianista. -dice esa mujer con mucho cariño.
¿Nayra? No conocía a la hija del marques Berloc, es poco conocida entre la sociedad y dicen que es una mujer fea y amargada, que ironía casi igual que la loca que me arruino el baile anoche. La música se detiene.
― ¿Cree que pueda conocerla? -la mujer me mira con sorpresa.
― Yo no puedo darle esa autorización, tiene que hablar con los señores de la casa, venga mañana lord...
― Theodor McFarlan, pero prefiero solo Theo.
―Perfecto lord McFarlan, venga mañana a las dos de la tarde, los señores estarán aquí y podrá hablar con ellos, por el momento le pediré que se marche ya que no es conveniente que lo vean aquí, usted es un desconocido.
En serio, ahora la curiosidad de conocer a esa lady Nayra me carcomen.
― ¿Pero no podría pasar a verla? -intento convencer a la mujer.
― Le dije que tiene que hablar con los señores. Retírese por favor, por las buenas o será por las malas. -me dice la mujer con el ceño fruncido.
ESTÁS LEYENDO
©Sensata y Sincera. Saga: Siempre Juntas
Historical FictionMi vida era normal... No, para qué mentirles. Era aburrida, solo había libros y más libros. ¿Los bailes? No eran lo mío, siempre hacia algo mal provocando críticas y regaños de parte de mi padre. Los únicos momentos en los que de verdad me divertí...