BANG! BANG! <YoonKook>

Capítulo I

-La corte llama al estrado al acusado Jeon JungKook...

Eh escuchado mi nombre, tan lejano y fuera de este mundo, tan distante, como si no estuviera aquí presente, es tan irreal, todo esto parece una pesadilla, ojalá lo fuera.

Mis ojos escuecen de tanto llorar, están tan empañados, rojos e hinchados, tanto que debo llevar mis temblorosas manos hasta ellos y refregarlos un poco, mi vista se aclara un poco más y miró a mi alrededor, la gente que esta en el publico me mira con mala cara y cuchichean entre sí, no hace falta que las escuche para saber las cosas que hablan de mí.

Respiro profundamente recordándome que debo ponerme en pie e ir al frente, debo hacerlo rápido si no quiero que me juzguen por desacato también, intento levantarme pero mis piernas tiemblan, me sostengo del respaldo del asiento en un afán de no caer, mis rodillas flaquean traicionándome, haciendo que casi me desplome de rodillas en el suelo, mi abogado se levanta de inmediato para ayudarme a parar, escucho risillas entre la gente y murmullos de desaprobación, sé que están juzgándome, de la misma manera que lo hace el jurado, puedo ver sus miradas de desaprobación, niegan con la cabeza escudriñándome de arriba a abajo,  sé que piensan que estoy exagerando pero ellos no están en mi lugar, ellos no comprenden por lo que estoy pasando, si estuvieran dentro de mis zapatos entenderían que ni siendo el más fuerte o el más frío, podrían tolerar el infierno que estoy experimentando.

Mis pasos son algo torpes y lentos, mi amable abogado me guía del brazo hasta el estrado, levanto la mirada y observo al juez, se esta impacientando, su cabeza descansa sobre su mano y con la otra, golpetea la madera de su tribuna con la punta de sus dedos, sé que también piensa que estoy sobreactuando, tal vez para apelar a su clemencia, pero no es así, a pesar que me arrepiento profundamente de lo que hice, sé que merezco el castigo máximo, el crimen que cometí no tiene perdón, así que procuro apurar mis pasos para llegar al banquillo más rápido y quitar aquella idea de la mente de las personas que me observan, mi abogado se asegura que esté bien sentado y se marcha después que le eh agradecido con una venia hecha solo por mi cabeza, respiro profundo y veo al guardia acercarse con aquel gran libro en la mano.

-Póngase de pie.

Exige sin consideración alguna, y no lo culpo, para este país no soy más que una rata indeseable que se ha servido del dinero de otros, pero ese ni siquiera es el crimen que me tiene de esta manera, cometí el pecado más grande y por ello sé que no merezco compasión.

Me sostengo de la madera que rodea este lugar, empujo mi cuerpo con la fuerza de mis brazos y abdomen, mi peso es casi nulo, pero para mis flácidos y debiluchos brazos, pareciera una carga máxima, respiro profundo intentando erguirme, me tardo más de la cuenta y el guardia bufa mirándome con desprecio, bajo la cabeza pidiendo disculpas y el hombre lo ignora, tan solo coloca el libro frente a mí.

-¿Jura solemnemente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?

Ni siquiera me miró al decir aquello, sus ojos se enfocaron en un punto cualquiera en el muro tras de mí, apreté los labios y elevé la mano colocándola sobre aquella biblia cerrando por un instante fuertemente los ojos, sabía de que manera iba a ser juzgado, yo era un monstruo para ellos, una aberración y para su Dios, yo era todo lo que él odiaba, no creía en su religión, pero creía en Dios y confiaba en que él no me detestaba como ellos lo decían, sin embargo no había mucho que pudiera hacer, jurar ante la biblia era aceptar su falsa moral enmascarada de religiosidad y rectitud,  abrí los ojos y elevé la mano colocándola sobre el libro para espetar un seco y roto “Lo juro”, el guardia bajó el libro y se fue de allí para posicionarse en su sitio sin dirigirme más la mirada.

Me sostuve nuevamente de la madera y tomé asiento, suspirando profundamente en espera de lo que se venía, nuevamente recordar cada parte de esa historia, rompiéndome todavía más.