3

124 15 1
                                    

Capítulo 3

La chica se acercó a mi auto y tocó la ventana un par de veces para que abriera, bajé el vidrio con cuidado y dirigí mi vista hacia ella.

— Por favor, ¿Podría darme un aventón? Prometo pagarle

Preguntó con los ojos entrecerrados por la dificultad que le causaba ver por la lluvia. Me acerqué un poco a la puerta y la abrí, ella entró rápidamente y cerró la puerta con fuerza.

— Gracias... Dios... Creí que no iba a salir de ese lugar.

Dijo soltando una bocanada de aire y recostándose en el cojín auto.

— Yo creía que nunca más volvería a verte.

Ella dirigió su mirada a mi y su rostro enseguida cambió. Estaba avergonzada y algo nerviosa.

— E-es... Es usted.

— Si, soy yo. Creí que no volvería a verte de nuevo, chiquilla.

— Yo... Yo tampoco... Lamento lo del restaurante, no quise tratarlo así, es que...

— Ya no importa.

Interrumpí y la miré fingiendo una sonrisa amable, para ocultar mi sonrisa sádica, que se revelaba al pensar lo que estaba apunto de hacer.

— ¿De verdad? ¿No está molesto?

Preguntó y dirigió su vista hacia mi, algo preocupada.

— Claro que no, tranquila.

Respondí restándole importancia a su pregunta y dirigí mi vista al frente.

— ¿A donde te llevo?

— A la 22 de Wesreich.

— ¿La calle 22? ¿Vives ahí?

— Si, ahí vivo.

Respondió y me dedicó una dulce sonrisa mostrando un par de hoyuelos, nuevamente dirigí mi vista al frente y sin hacer alguna otra pregunta aceleré el auto, pero obviamente no en dirección a su hogar.

Me tomó al rededor de unos 45 minutos ir en viaje, estábamos en un lugar bastante solitario y alejado de la ciudad.

— Disculpa, pero creo que está algo desviado.

— Si, creo que me perdí un poco.

Respondí dirigiendo mi vista hacia ella. Bajé un poco mi mano a un par de cables que estaban a un lado del volante.

— Deberíamos dar vuelta y regresar... E-esta calle se ve muy peligrosa.

Añadió mientras jugaba con sus manos temblorosas, estaba asustada, podía verlo a través de sus ojos, podía ver su miedo y eso me seducía.

— Si, tienes razón.

Sonreí de lado y con mi mano disimuladamente golpee los cables, estos se despegaron de inmediato haciendo que el auto se apagara.

— ¿Qué? ¿Que pasa?

Preguntó con voz temblorosa mirándome.

— ¡Demonios!

Grité y golpee el volante con fuerza, haciendo que la chica diera un salto y me mirara temblando

— ¡¿Qué pasa?!

— Es una tuerca que se le safó, debemos bajar.

Mentí descaradamente y la miré fingiendo preocupación.

— ¿Bajar?

— Si, por favor baja y ve al frente, abre el capó del auto, por favor. Yo buscaré las herramientas para acomodarlo.

— Pero... E... Está oscuro.

Titubeó mirándome. Llevé mi mano lentamente a su mejilla y la acaricié un poco.

— Debes hacerlo, no pasará nada, yo iré en un segundo.

Sonreí intentando tranquilizarla para que bajara, luego de unos segundos de estar debatiendo entre sí bajar o no. La chica bajó y con rapidez fue al frente del auto.

— No tengas miedo, dulzura... Te vas a ir al cielo.

Susurré sonriendo al verla salir. Me tomé un par de minutos para disimular mientras buscaba mi cuchillo en mi tablero. Al encontrarlo bajé del auto y caminé con lentitud hacia ella. Ella estaba de espaldas al auto, estaba en la posición perfecta, lo estaba haciendo demasiado fácil.

Con bastante lentitud me acerqué a ella hasta quedar a su espalda, la lluvia seguía igual de fuerte y no habían señales de que pronto dejaría de llover... Al estar detrás de ella, no dudé un segundo en tomarla del cabello y tirar con fuerza hacia atrás haciendo que su cuerpo se arquera.

— Descuida... Te vas a ir al cielo.

Susurré con sadismo en su oído, ella soltó un gruñido al sentir mi jalón y trató de moverse para liberarse, pero antes de que lograra conseguirlo; lleve mi cuchillo a su cuello, el cual rebané de un solo movimiento.

— M... Mald...

Susurró al caer al suelo mientras se ahogaba con su propia sangre, no dejaba de mirarme a los ojos mientras estaba muriendo lentamente desangrada.

— Todos llevamos un demonio dentro... Que nadie puede ver.

Suavemente acerqué el frío acero a los ojos aún abiertos de la castaña, y lleno de placer arranqué sus hermosos párpados. Así ella me miraría por siempre.

—Eres igual a Sandra. —Sin piedad alguna introduje el cuchillo entre sus piernas, gozando al ver la sangre brotar bajo su falda—. Muy estúpida.

Susurré mientras apretaba el cuchillo entre mis manos, ya ella había dejado de moverse y la sangre seguía brotando exageradamente del enorme tajo de su cuello. Me alejé de su cuerpo sin ninguna expresión en mi rostro. Mi deseo de matarla estaba cesado, verla morir así, lentamente... Fue lo más excitante que sentí en mi vida, algo que no se puede describir con palabras.

Subí a mi auto y cerré la puerta al hacerlo.

— Pobre niña... Lo hiciste demasiado fácil hoy.

Susurré cerrando los ojos por un segundo para concentrarme en largarme de ese lugar.

Bajé mi mano nuevamente y golpee un poco los cables los cuales enseguida hicieron encender el auto junto a las luces, que alumbraron el cuerpo inerte de aquella chica, ahogado en sangre y agua. Solté una páequeña bocanada de aire y sin esperar más retrocedí, alejándome de ese lugar.


Capítulo dedicado aEddiezRomero

A sangre fría. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora