—¡Mierda!
—¿Señorita se encuentra bien? –Me decía el joven de Informaciones.
Di dos pasos hacia atrás para ver mejor el monitor frente a mi.
—¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!
El vuelo se había postergado seis horas más y ahora mismo eran las veintitrés y doce minutos . Tenia que esperar a las cinco y media para poder abordar.
—Estoy bien, gracias.
Tomé la valija y me senté en una de las bancas vacías del aeropuerto.
Me moría de sueño, pero de todas maneras no iba a poder descansar.
—Debo de cargar el celular.
Busqué en mi cartera mi cargador. El ruido de las personas hablando y las ruedas de las maletas estaban mareándome. El aeropuerto era enorme y era imposible saber cuánta gente había ahora mismo dentro de éste.
Lo encontré.
Busqué rápidamente un enchufe desocupado, había uno cruzando toda la sala. Fui corriendo hasta ahí y pasé en medio de toda la multitud.
Me senté de vuelta y miré el enchufe.
—¡Mierda! Hoy no debe ser mi día.
—¿Puedo ayudarla?
Un muchacho de cabellos y ojos marrones miraba preocupado al verme tan alterada. Parecía ser que era piloto o quizás era un auxiliar de vuelo.
—No pasa nada, en verdad –dije y me senté para pensar cómo iba a lograr conectar el celular. El enchufe tenía una entrada diferente a la mía.
—¿Quiere cargar el celular? –su voz era un poco rara, al parecer estaba tratando de hablar mi idioma.
—Sí, lastimosamente es diferente al mío –le señalé mi cargador y el enchufe.
—Yo tengo un adaptador que podría prestarle a usted, señorita.
—Por favor, sería de mucha ayuda.
Lo veo buscar en sus bolsillos un momento, luego lo encuentra —Aquí tiene, provecho.
¿Provecho?
—Gracias –respondo rápidamente para que no note mi sorpresa.
—¿Cual es su nombre señorita?
—Ámber, Ámber Saldivar.
—¿Y viaja usted sola? –dice y se sienta a mi lado con las manos en los bolsillos.
—Sí, por esta vez sí. Mis padres están esperándome en mi ciudad natal.
—¿De dónde es usted?
No paraba de hacer preguntas. Esto me estaba poniendo nerviosa.
—¿Podría decirme primero su nombre? –digo a la defensiva.
–Lo siento, mi nombre es Darren. Darren Stedson. Soy auxiliar del vuelo mil doscientos sesenta.
—¿En serio? ¡Yo voy en ese vuelo!
—Un gusto tenerla a bordo entonces señorita.
—Puede decirme Ámbar, nada más.
—De acuerdo, Ámbar –observa otro de los monitores cerca nuestro–. Y como usted puede ver nuestro vuelo sale bastante tarde. ¿Tiene algún plan para pasar el tiempo?
¿Era esto lo que yo creo que es? ¿Acaso está invitándome a...?
Respiro profundo. Este día no estaba resultando como esperaba.
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