Capitulo 4: Brazalete verde como la muerte

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Sentir su piel que se vuelve fría como la noche, sentir un pecho quieto y un corazón que ya no late, el no ver el rojizo de sus labios y no sentir el caliente de sus mejillas, estoy sola junto a su cuerpo, deseando que vuelva a despertar. Scott Lycans se encuentra sin vida en medio de un comedor y su hermoso arreglo artístico de una mujer sosteniendo un tridente el cual traspasa el cuerpo de mi amigo.

Mi mano no deja de sostener la suya, la cual sigue colgando, ya no tengo lagrimas para seguir llorando, lo que está en mi mente es aquel hombre encapuchado que lo empujo y acabo con su vida.

¿Quién eres?.

-Clover-

Volteo para ver de donde proviene aquella voz para conseguirme a mi padre. Se acerca y toma asiento junto a mi, toma mi mano libre y la aprieta.

-Princesa, estas bien?- Me mira preocupado.

-No papi, para nada.-

-Princesa, cuanto quisiera que todo esto fuera una mala broma-

-Igual yo- Digo en un susurro.

A través de las puertas entran una gran cantidad de hombres, médicos, policías y otros que no tengo la menor idea de lo que son, todos se posan alrededor de ambos, tomándonos de los hombros.

-Deben irse de inmediato- Hablan a mis espaldas.

-Claro, ya nos íbamos- Dice mi padre –Princesa, ya es hora de irnos- Esta vez se dirige a mí.

Miro por última vez cada parte de el, intentando que todo del quede siempre en mi memoria, recordando cada momento juntos, lo imagino con vida en mi mente.

-Ahora descansas en paz- Me acerco para besar su frente, suelto su mano y lo dejo ir.

Junto a la puerta se encuentra una cara familiar, el señor Lycans o mejor conocido para todos Maximus Lycans Primer ministro del País. Es raro verlo de esta forma, es su hijo el que está muerto y no demuestra ni una pizca de dolor o rabia, solo mira la situación como si fuera una presentación en la asamblea en la que simplemente tiene que hablar del aumento económico de la gasolina. Paso a su lado y su mirada se posa en mí, entregándome con ella una pequeña sonrisa de lado que no deja nada a la imaginación.

Al salir de la mansión Thorman el viento frio de la noche choca contra mi piel dándome un momento de alivio, mis amigos siguen aquí, unos con sus padre, otros consolándose entre sí, miro al cielo y puedo ver los primeros copos de nieve cayendo sobre todos.

Primera nevada del año y primer homicidio.

Me acerco a Mercy, que aún sigue derramando un montón de lágrimas y está siendo consolada por el hombro de James.

-Mercy ven acá- Extiendo mis brazos.

Sin pensarlo dos veces se envuelve en mi –Clover dime que es mentira, por favor dímelo- Dice entre llanto.

-Ya quisiera decirte que es mentira y que el sigue bien pero no es así- La abrazo más fuerte.

-Princesa, deberíamos irnos a casa a descansar, hoy fue muy duro para todos- Mi papa propone.

-Está bien papi, dejemos a Mercy en su casa por favor-

-Muy bien, recojan sus cosas- Dice y va a encender el auto.

-Vamos Mercy, debemos irnos- Ella asiente y vamos al auto.

En el camino solo hay silencio, guio mi vista a la ventada que ahora deja ver una lluvia blanca de nieve y siento como tocan mi hombro.

Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora