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Poco a poco fue abriendo los ojos, cerrándolos de nuevo fuertemente cuando una luz blanca le cegó e hizo doler los ojos

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Poco a poco fue abriendo los ojos, cerrándolos de nuevo fuertemente cuando una luz blanca le cegó e hizo doler los ojos.

Nuevamente intentó abrir sus ojos, esta vez tomándose más el tiempo, al igual que poniendo una de sus manos sobre sus ojos, haciendo que la luz no nuble tanto su vista.

Mientras se iba acostumbrando a la luz, empezó a sentarse, apoyándose de su brazo.

Apenas pudo empezar a mirar el lugar tranquilamente, un fuerte dolor de cabeza le azotó, ahora llevando su mano a su frente, como si eso fuera a ayudar de algo.

¿Qué había pasado?

Aun con dolor, empezó a buscar con la mirada a su amiga, viéndola no muy lejos de ella.

YonHye estaba tirada en el piso blanco. Se veía realmente herida: Su cara y manos tenían heridas, además de que estaban manchadas de sangre ya seca en ellas.

Se fue levantando, dándose cuenta del dolor que sentía en su cuerpo también.

Sin importar ello, siguió caminando hacia la pelinegra lentamente y a pasos torpes.

Al momento de estar a su lado, empezó a sacudirla sin ser ruda, esperando a que despierte.

— Hye, despierta. —Pidió en un tono suave, suspirando aliviada cuando escuchó el gruñido de la joven.

YonHye fue abriendo sus ojos muy lentamente, intentando acostumbrarse a la luz fuerte.

¿Qué pasó...? —Preguntó en un susurro, mirando a todos lados, sentándose en su lugar.

— No tengo ni la menor idea, no recuerdo nada. —Agotada, se fue sentando con cuidado al lado de su mejor amiga, dejando que la contraria apoye su cabeza en su hombro para descansar mientras ella intentaba recordar algo.

Giró un poco para mirar atrás suyo al escuchar pisadas detrás de ellas, buscando de donde venía aquellos pasos, pero su atención se vio interrumpida cuando su amiga le tomó la mano y entrelazó sus manos con las suyas. La miró y supo que estaba asustada.

— Es un gusto conocerlas. —Habló un voz no muy grave por donde habían escuchado los pasos. Se dejó ver, mostrando un joven hombre de pelo castaño con tatuajes en los brazos, los cuales resaltaban por su piel un tanto pálida y traje totalmente blanco.

— ¿Quién eres? —Preguntó directamente YonHye, mirando seriamente al chico.

— Jeon JungKook, su salvador. Soy quién les permitirá volver a la vida. —Ambas chicas fruncieron el ceño. Jeon solo sonrió inocente y llevó sus manos detrás de su espalda relajadamente.— Acompáñenme.

No tenían a donde ir, no sabían donde estaban. No tenían otra opción.

Mientras caminaban, pasaron una neblina densa en la que, al salir de ella, pudieron apreciar una casa enorme de color blanco. Era demasiado elegante todo.

Cuando entraron a la casa, se dieron cuenta que no aquella estructura no hacia como tal de hogar o vivienda, sino que de un establecimiento de trabajo al ver oficinas dentro de esta.

Los trabajadores que caminaban por ahí vestían igual de blanco, sonriendo alegres. Por lo visto, les gustaba sus trabajos.

Entraron a una oficina, sentándose frente a una mesa de cristal que hacia como escritorio. Del otro lado, frente a ellas, se sentó JungKook.

— Bien, —Empezó a hablar el joven una vez se sentó.— ¿Recuerdan lo que ocurrió? —Ambas jóvenes negaron mirándole atento.— Murieron la noche del siete de abril a las veintidos horas con cuarenta y tres minutos. —Informó encogiéndose de hombros, casi en señal de quitándole la importancia al asunto.

Ambas chicas le miraron sorprendidas, lo cual solo duró dos segundos porque sus emociones cambiaron totalmente: JiNeul empezó a llorar, llevando su mano a su boca para acallar los sollozos, mientras que YonHye miró enfadada a JungKook.

— ¿En serio lo dices así? ¿Cómo si nada? —Mientras le dedicaba una mirada furiosa y fría al pelicastaño, fue acercando a la pelirrubia haca ella para abrazarla y darle consuelo.

Viendo la escena, JungKook llevó su mano a su nuca, rascándola de forma nerviosa.— Tal vez debí cuidar mis palabras.

— ¿Tú crees? —Habló duramente YonHye sin dejar de dar esa mirada intimidante que empezaba a afectar al joven.

Sentía que esa mirada lo podía matar en cualquier momento -A pesar de que ya estaba muerto.-

— ¡Pero hay un lado positivo! —Informó sonriendo nuevamente JungKook, solo que esta vez estaba nervioso de cagarla otra vez.— Yo puedo devolverles al mundo de los vivos en un chasquido de dedos si aceptan.

— ¿C-Cómo? —Preguntó esta vez JiNeul, calmando sus sollozos.

— En un chasquido de dedos, ¿no lo acabo de decir? —Dijo nuevamente Jeon. Al recibir de nuevo la mirada fría y filosa de la chica pelinegra, decidió volver a hablar.— Oh, se refieren a lo que deben que hacer, claro. —Carraspeó, reacomodándose en su sitio, revolviendo unos papeles que estaban situado en frente suyo.— No es tan fácil: Deben firmar un contrato donde aceptarán las condiciones escritas en este. Son reglas básicas como no matar, robar y cosas así. De igual forma, ustedes pueden leer el contrato y sus condiciones.

— Fácil, ¿Dónde firmamos? —Preguntó la pelinegra. Sus ojos ya no brillaban en ira sino que en pura esperanza y alegría.

— Yo no diría "fácil", ya que tendrán que acostumbrarse a sus nuevas vidas.

— Da igual. Denos el contrato, queremos firmar. —Pidió JiNeul en un tono amable.

JungKook sonrió encantado: Jamás un contrato había sido así de fácil.

Tomó dos papeles de entre las hojas blancas, las cuales eran el contrato. Pasó una a cada una al igual que unos lápices de tinta.

Ambas jóvenes firmaron sin leer lo escrito, menos leyeron el aviso que estaba en mayúsculas y en un color rojo.

El pelicastaño tomó los papeles una vez firmados, guardándolos en una carpeta junto al resto de las hojas.

Jeon sonrió emocionado.— Eso es todo. ¡Buena suerte, chicos!

¿Cómo que "chicos"? —Preguntaron juntas las jóvenes.

— ¡Bye, bye! —Se despidió, chasqueando sus dedos haciendo que ambas chicas cayeran en un profundo sueño.

La nueva aventura de las jóvenes chicas empezaba volviendo al mundo de los vivos, o, bueno, mejor dicho... los jóvenes chicos.

 los jóvenes chicos

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¡Este No Es Mi Cuerpo! ; JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora