Vanessa Haywood I

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-¡Vanessa, ya es tarde, no vas a llegar al instituto!- Solo una hora más por favor, suplico en mi interior.

-¡Vanessa, es en serio!- Dios, porqué a mi.

-¡Vanessa Elizabeth Haywood Mayer! ¡Levántate ya mismo o subiré yo misma a hacerlo!

-Esta bien, está bien... ¡Ya voy! -Grito de regreo, así se de cuenta, que ya desperté.

Me incorporo en la cama y estiro mis brazo mientras bostezo -Un nuevo día Vanessa- Digo en lo que veo el sol de un bello amanecer colarse por mi ventana entre las persiana. ¿Que hora serán? Mi alarma ni siquiera a sonado.

Busco mi teléfono entre las cobijas, almohadas y sábanas de mi cama, tanteando con las palmas de mi manos, tardo así unos 5 minutos, pero preferible esto, que pararme acomodar la cama y buscarlo, ¿no?

Cuando por fin logró encontrarlo, una sonrisa de Victoria pasa por mis labios, pero justo cuando le doy al botón de encender a mi teléfono, esta se borra.

¡6:30 am! ¡¿En serio!? ¡El instituto es a las 8! Si, claro que iba a llegar tarde, pero a abrirle la puerta a la directora. -Que por cierto, pareciera que durmiera allá, nunca nadie la ve irse y nunca nadie la ve llegar. Sospechoso, lo se.

Después de pelear pelear contra la cama por 10 minutos, logró pararme e ir al baño, me miró en el espejo por unos segundos y hago muecas para ver si el fantasma que está en el espejo y quiere fingir que soy yo, logra seguirme. Después de un rato me canso -Te salvaste esta vez- Digo y la señalo con el dedo índice -Pero un día, te atrapare.

Solo digo, que eso no es sano.

Me dispongo a hacer el resto de mis cosas, lavarme los dientes, la cara, cepillarme el cabello. Me miró mis uñas y noto que el esmalte blanco está empezando a caerse, así que decido retocarlo un poco, mientras hago mis necesidades esperando que este seque.

Salgo del cuarto de baño y me pongo mis pantuflas de dinosaurios, me las regaló mi novio, Adam y sin duda, son mis favoritas.

Bajo las escaleras con actitud perezosa, miro cada escalón detalladamente, no quiero caerme y tener una contusión o algo por el estilo. Cuando llego a tierra firme, vuelvo a levantar la vista y me consigo con mi madre.

Esta con una bata de seda, las cuales son sus favoritas, tarareando una canción, mientras usa una cuchara de madera como micrófono, tiene su cabello color caoba recogido en un moño muy bien hecho.

Hago un carraspeo con mi garganta, para que no te mi presencia, se gira y me ve con una ceja levantada, la miro de la misma forma, pero sus ojos verdes intimidan lo suficiente y retiro la mirada, ella sonríe en satisfacción por saber que gano.

- ¿Como amaneciste linda? - Pregunta, mientras yo tomo asiento en uno de los taburetes del mesón de la cocina.

- ¡Muy bien! - Respondo con una pizca de sarcasmo. - Considerando que son las 6:30 am y me dijiste que llegaría tarde al instituto, madre. - Replico en un tono molesto, aunque en realidad no lo estoy, pero quiero que piense que si y se sienta mal por eso.

Así es Mariana Mayer, piensa en lo que hiciste.

- Corrección, son las 6:50 am y si, ibas a llegar tarde ya que tenemos algo importante que conversar. No te podías parar a la misma hora de siempre, querida- Usa ese tono típico de las madres, que te hace sentir que tienen razón en absolutamente todo y tu estas muy equivocado.

Justo así como me siento ahora.

Logra captar mi atención y la observo expectante. -¿De que tenemos que hablar?- Pregunto con curiosidad.

¡Tenias que ser Tu!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora