A Gine le cuesta trabajo comprender sus sentimientos, sobre todo cuando Trunks se le acerca para repetirle que hará lo que ella quiera que haga, mientras sus corazones laten tan veloces en un ritmo unísono.
En medio de un amor juvenil; Goku regresa...
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Lo único que podía oír era su respiración acelerada mezclándose con la de una persona a su lado. Su mirada desafiante se clavó en el adulto presente frente a ella, asomando una sonrisa burlona.
Gina no era una adolescente común y corriente; con dieciocho años, podía luchar y pelear contra uno de los guerreros más fuertes del Universo. Desde que tenía uso de razón, combatió en artes marciales a escondidas en compañía de su hermano menor: Goten. Era una chica fuerte, mucho más que los terrícolas adolescentes con los que compartía clases en la preparatoria.
Quizás eso provocó sus dificultades para socializar cuando inició el colegio fuera de casa. Era retraída y algo apartada a pesar de ser la jefa de grupo en su salón de clases, donde gozaba de tener el liderazgo. De todas formas, algo le impedía unirse al resto de los estudiantes de su edad, porque Goten fue y es su única compañía en la vida.
ㅡ Vamos, ¿qué sucede? ㅡ volvió a la realidad al escuchar la burlona voz de su padre ㅡ, ¿no pueden darme si quiera un golpe?
Ya habían pasado diez años desde la pelea contra Majin Boo, diez años donde la Tierra vivió en paz. Su padre, Son Goku, no estuvo presente en sus primeros ocho años de vida durante su infancia, porque había muerto durante la batalla contra Cell. Sin embargo, años después, volvió a la vida y pasó el resto del tiempo en la Tierra.
A Gine aún le costaba acostumbrarse. Era muy diferente emocionarse por ver a su padre en el torneo de las artes marciales y combatir junto a él contra un villano a de pronto tenerlo en casa y poder llamarlo "papá".
Gine siempre tuvo curiosidad por su padre. Su interés creció a medida que ella lo hizo, se preguntaba si Son Goku era verdaderamente poderoso y juguetón como todos decían. Eventualmente lo confirmó y aunque aún se sentía en un sueño cuando pasaba las tardes junto a él, eran esos momentos sus mayores tesoros. Tal vez, su admiración por Son Goku, era aún mayor a la que su hermano le tenía.
Goten le dirigió una mirada decisiva, con los ojos entre cerrados y una pizca de molestia. Goku era estricto al hablar de artes marciales, los obligaba a entrenar todas las tardes, Gine no era fan de querer superarse constantemente, pero si de crear nuevos recuerdos junto a su padre, contrario a Goten, que en esa etapa adolescente se frustraba cuando impedían sus planes con chicas.
Tomó aire, entendiendo el mensaje de Goten por medio de una simple mirada. Vio a su hermano menor lanzarse a la espalda de Son Goku buscando dar un puñetazo, pero el adulto se movió esquivando el golpe y en su lugar, tiró una patada a las costillas de Goten que lo envió de vuelta al suelo.
ㅡ¿Qué pasa, Goten? ¿No te he enseñado que atacar por la espalda es de cobardes?
Goten gruñio, sacudiendo su camiseta donde el pie de su padre quedó marcado. Gine lo tomó como una oportunidad y, mirando de reojo al otro mestizo, se lanzó de un salto al otro costado de su papá.
