Te quiero. (parte 3)

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No recuerdo cuándo fue la última vez que estuvimos así: abrazados.

No soy capaz de recordar cuando fue la ultima vez que su mano bajó y subió por mi espalda lentamente, justo como también lo hace ahora.

No recuerdo la ultima vez que me permití estar tanto tiempo escondida acá, en el hueco de su cuello.

No recuerdo cuando fue la última vez que su respiración estuvo en la misma sintonía que la mía, justo como ahora.

¿Hace cuándo no teníamos este tipo de cercanía? tan nuestra, tan profunda, tan de abrigo y de hogar. Tan de refugio.

Sabía que estaba mal, pero aun así, no podía salir, ni correrme un centímetro lejos de él. Lo extrañaba mucho.

La soledad había sido mi compañera durante muchos años, y la había defendido mucho también como una de las mejores cosas que existían. Y quizá era cierto, me encantaba mi soledad y mi tiempo para mi y nadie más, me había acostumbrado mucho a ella y antes me era muy difícil salirme de ese lugar.

Pero cuando todo lo nuestro ocurrió, fue muy fácil deshacerme de ella. Fue muy fácil cambiar la soledad de la noche por su compañía. Fue muy fácil acostumbrarme a su compañía.

Sé todo lo que significaba estar sola. Sé de los momentos de mayor libertad y de las peores angustias. Sé todo lo que implicaba y lo que estaba en juego, obvio que sé.

Pero ahora, también sé todo lo que hay del otro lado de esa soledad, porque lo encontré estando con él, y me es imposible ahora volver a lo mismo de antes sin sentir que pierdo más de lo que jamás tuve.

Porque sé lo que es estar sola y que tu corazón no dependa de nadie más que vos. Y sé lo que se siente que nadie te espere, ni te piense, ni te guarde cuando más lo necesitas.

Sé como es estar sola, pero no creo que pueda volver a estarlo. Y tampoco creo querer.

Y es que ahora estoy en este problema, de tener que volver a hacer propias las palabras que alguna vez juré no olvidar. Algo así como una misión imposible.

Me concentré en su respiración para intentar calmar un poco los pensamientos, estaba igual que siempre: calmada.

Dejé que una de mis manos viajara hasta su pecho, justo ahí en donde se encuentra su corazón, me calmaba la sensación de sentirlo latir debajo.

- Ojalá pudiera... - intentó decir él, pero sus palabras se quedaron suspendidas en el aire un buen rato, como si estuviera buscando las palabras correctas para decir. - Ojalá supiera qué hacer ahora, Cris - terminó diciendo. Su mano alcanzó la mía y la apretó fuerte contra su pecho. - Perdón - susurró.

No respondí nada, no sabía qué decir. Me quedé ahí, escondida en su pecho. Había mucho que perdonar, eso seguro, pero por parte de los dos. Creí que ya no era posible volver a llorar, pero parece que es lo único que puedo hacer ahora, más calmada que antes, pero igual ahí estaba, derramando cada lágrima sobre él como si no hubiera fin alguno. 

-Te extraño- alcancé a decir entre sollozos. - Te extraño siempre - repetí aferrándome aún más a él.

- Estoy acá - susurró abrazándome igual.

- Siento que te perdí - dije al fin. Me costaba soltar las palabras, pero tenía que hacerlo. Tenía que hacerlo para poder seguir - Siento que te perdí, y que nos perdimos a nosotros también, y no soporto ni un minuto más sentir esto, porque duele, duele muchísimo.-

- Cris...- susurró apenas con un hilo de voz, se separó de mi apenas unos centímetros y tomó mi rostro entre sus manos - No vas a perderme nunca.- sentenció mirándome directo a los ojos.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2020 ⏰

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