Capítulo 3

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Era el viernes por la tarde, había llegado bastante cansado del trabajo, pero al mismo tenía una sensación de calentura. El cansancio me derrotó y terminé durmiendo con la poronga parada.
Los gemidos habituales de mi primo me despertaron, al principio no me importó, pero poco a poco se fueron transformando en gritos de dolor; entré a su cuarto para encontrarlo con el culo hacia arriba y con un limpiaparabrisas insertado en él. Enfrente suyo estaba un tipo todo mal tripeado y con los ojos rojos, cuya poronga estaba siendo succionada por mi primazo, quien seguía lanzando gritos ahogados. En ese momento no sabía como reaccionar, me quedé paralizado ante la depravación de la situación; no estaba seguro si mi primo lo disfrutaba o ya había llegado demasiado lejos, pero por si acaso saqué mi fusca y espanté al indigente de mierda, que huyó de nuestro departamento.
Mi primo terminó agradeciéndome por salvar su pobre ano para después pedirme que lo cuidara por si algo así volviera a pasar. Al principio no quería, pero me dio lastima y acepté de mala gana.
No pasó mucho tiempo hasta que mi primo volvió a traer a un malviviente al departamento, decidí quedarme cerca suyo con tal de protegerlo por si se ponía agresivo. Al final terminé adquiriendo cierto morbo y gusto por escuchar como yonkis de la calle se cogían a mi primo de la forma más brutal sin condón.

La rata con thinnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora