El comienzo del caos

71 10 10
                                    

Era un día como como cualquier otro, o eso pensaba, hasta que salí de la casa. Todas las calles y las casas infestadas de... ¡¿zombis!? No sé el por qué de mi  sorprendió, pasaban cosas así casi todos los dias.  Era obra de la corporación Umbrella (o corporación paraguas ja ja ja que chistoso, como le dicen en mi bello rancho, pero volvamos al tema)o bueno, al menos eso es lo que creia.

Entonces, me fije por mi ventana y pude ver a mi buen vecino, Ned; zombificado, y un recuerdo se filtró en mi mente: Él escondía bajo su fregadero un bate con clavos que   utilizaba para quitar la pelusa de sus colchas y sus camisas, después recordé que yo no tenia camisas con pelusa, y la idea de ir por el me hizo regresar mi atención a que la ciudad estaba infestada de zombis, asi que decidí ir por él; podía servirme para reventar cabezas. Y yo lo espiaba por que antes el era un trabajador de Ubrella y el podía crear nuevos virus.

Recordé algo curioso: Entre la gente del pequeño pueblo se rumoreaba que había un cincuentón loco al que le gustaba golpear piedras, y esa descripción encajaba con un viejo amigo al que llevaba tiempo sin ver, el había sido el causante de la muerte de Albert Wesker en un volcán, no sé si eso tenga sentido, pero así fue. No me pareció tan descabellado que pudiera vivir en la misma ciudad que yo; pues era de las pocas aun habitables en estados unidos. 

Me puse a pensar que si el mismísimo Chris Redfield estaba en la ciudad probablemente alguien ya estaba tomando cartas en el asunto ¿Pero cómo? Eso es lo que quería averiguar.

Tenía que ponerme en marcha, por eso decidí ir con Redfield.

Fue un viaje muy épico, tuve que romper algunas piernas, destrozar costillas y discutir con señoras en grupos de compra-venta. Valió la pena.

Cuando llegué él estaba con Jill Valentine.

— ¿Y qué tal todo? — Pregunté.

— Está muy caro el jitomate, y el quinto Apocalipsis está sucediendo allá afuera.

Para romper el hielo, y sin pensar si era incómodo o no, mi primer pensamiento, en mi mente chismosa de latino, fue hacer la pregunta decisiva...

— ¿Los rumores de que son novios son ciertos?

— Si, lo son.

— Para nada. — Respondió Jill casi al unísono. — Un helicóptero vendrá por nosotros.

— Mira, ya llegó...

Y entonces, cuando por fin estuvimos a salvo, Chris me dijo algo importante

Residente en evilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora