Let's love the broken ones.
Tras llevarla a aquel barranco, desde el que se veía toda la ciudad, la llevo a un sitio que él pensó que le encantaría.
Y nada más lejos de la realidad.
Aquel lugar era la vieja estación de trenes abandonada, a las afueras de aquella ciudad sin nombre.
Ella caminaba por las baldosas que alguna vez fueron blancas, mirando hasta el ultimo detalle de aquel lugar, desde los trenes oxidados, a las enredaderas que crecían por las paredes, hasta el agujero en la cúpula de cristal, a través de la que se veían decena de estrellas, y una porción de la Luna.
-¿Te gusta? -susurró él, cerca de su oído.
-Mucho -susurró ella, de vuelta, muy bajo, ya que tenía la estúpida idea de que si, hablaba muy fuerte, despertaría a los recuerdos allí dormidos.
Tantas vidas, tantos momentos, tantas llegadas, y partidas. Las estaciones de tren eran mágicas.
-Te conozco mejor de lo que crees -susurró él, pasando sus labios por la curva del cuello de ella.
-Y yo a ti -susurró ella, sin aliento.
-¿Ah, sí? -dijo él, entre beso y beso.
-Sí -dijo ella, mientras sacaba un pequeño bote de su bolsillo, con un líquido con un color parecido al caramelo.
Él lo agarró, lo abrió y olió. Sí, era Bourbon. Se lo bebió de un trago, y sonrió.
-Toma -susurró él, mientras le pasaba una cajetilla de Marlboro Lights.
-Sí que me conoces -Sonrió, a la vez que se daba la vuelta y lo besaba.
Primero, fue un beso normal, apasionado. Pero en algún momento, de tornó desesperado, cómo ambos jóvenes. Estaban desesperados, el uno por el otro, sin a penas saberlo.
Estaban desesperados por amar y ser amados.
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Red Lipstick.
RandomÉl no sabía nada de ella, pero tampoco le hacía falta para quererla. Sus nombres cayeron en el olvido hace ya tiempo. Pero lo que jamás caería en el olvido era las marcas de pintalabios rojo en sus camisas, en su cuello. Eso era lo que le quedaba de...