Capítulo 2

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—¡Ai-chwaaaaaan!— exclamó el rubio desde la cocina, tras ver entrar a la muchacha por la puerta.

—¡Sanji-kuuuuuuuun!— exclamó ella de vuelta, siguiendo el juego a este y lanzándose a sus brazos como si llevasen años sin verse. El joven, por su parte, no podía estar más feliz de que una chica tan bella le prestase tanta atención.

—Te extrañé.— su cara era seria, intentando parecer genial mientras la tomaba por los hombros y la miraba a los ojos fijamente.

—Yo también te extrañé, la noche sin ti se hizo larga.— dijo con seriedad, imitando la mirada que este le mantenía.

—¡Ah~! Ai-chwan, si dices esas cosas me enamoras aún más.— fingió que se desmayaba, mientras un grupo de piratas observaban sin terminar de creérselo.

—Definitivamente...— susurró Nami.

—...son almas gemelas.— completó Zoro, sin dar crédito de que dos seres humanos se retroalimentasen la estupidez de esa manera. El único que parecía divertirse era el siempre inocente Luffy, que los miraba con una sonrisa.

—Ustedes realmente consiguieron llevarse bien en tan solo una noche.— exclamó con la boca llena, mientras comía aún más sin dar tiempo a masticar la comida que ya tenía desde antes.

—Claro, es el hombre que me salvó.— respondió con una sonrisa. Sanji, al escuchar esto, obvió que el capitán estaba comiéndose el almuerzo antes de tiempo y en su lugar observó fijamente a la muchacha.

—Mi damisela en apuros...— susurró besando su mano cual caballero.

— Mi héroe.— llevó su otra mano al pecho, mientras sus ojos emitían corazones.

—Por favor... ¡Paren de una vez!— exclamaron Nami y Zoro completamente irritados por la actitud de ambos.

—Sí, sí, ya dejamos de jugar.— respondió Airīn, tomando asiento al lado de Vivi, a quien le costaba contener la risa. Sanji corrió al lado del peliverde, mirándolo con odio.

—¿Qué pasa, marimo, acaso te da envidia del amor de Ai-chwan y mío?— le retó.

—¿Eh?¿Qué amor? A ti no te quiere nadie.— respondió este cabreado, provocando que el cocinero se enfadase aún más. 

Luffy y Usopp tomaron el cuenco completo de onigiris, aprovechando el despiste del rubio cocinero que aún seguía discutiendo con el espadachín. Por su parte, la muchacha se encogió de hombros y caminó hacia donde estaban ellos, divertida.

—¡Hola! Soy el capitán Onigiri-Usopp.— jugueteó el de pelo rizado.— ¿Quién eres tú?

—¡Me llamo hombre de comida!— respondió Luffy, quien había construido un muñeco de nieve de arroz. En ese momento, dos sartenes impactaron sobre la cabeza de ambos, movidas por Sanji. Airin estalló a carcajadas.

—¡No jueguen con la comida!— exclamó el cocinero con evidente enfado.— ¡Si tanto tiempo libre tienen, póngansen a lavar los platos!

—¡Yo te ayudo, Mr. Prince!— dijo la pelirroja aún entre risas. El rubio la miró con corazones en los ojos, y negó con la cabeza.

—No, tus dulces y tersas manos se dañarían, Ai-chwan.— respondió aún de la misma forma. Por otra parte, Ace miraba fijamente a la joven con algo de curiosidad, manteniendo una sonrisa en su rostro, mientras Sanji se quejaba de tener que terminar todos los almuerzos antes de cruzar el río.

—¿Quieres que te ayude?— ofreció amablemente al cocinero, quien negó con una sonrisa, alegando que él era un invitado en el barco. Entonces, se dirigió hacia la joven de nuevo.— Airin, veo que te llevas bien con todos y te diviertes. Dime, ¿tienes algún tipo de habilidad?— aquellas palabras provocaron un nudo en el estómago de la muchacha, quien negó con la cabeza.

—Por desgracia, pasé toda mi vida prisionera de alguien, por lo que ni siquiera conozco mi propio país.— explicó con un tono de voz algo triste. La mirada de Ace parecía algo dubitativa y lejana. Tras unos segundos que se hicieron eternos para la pelirroja, el muchacho asintió levemente.

—¿Qué tal si te entrena Sanji? Creo que ese estilo iría bastante bien contigo.— terminó por añadir, haciendo que la chica se sonrojase levemente, mientras que el cocinero pervertido la miraba con corazones en los ojos.— Bien, os dejaré solos un rato.— antes de que ninguno de los dos pudiera hablar, había desaparecido. No estaba muy consciente de en qué momento había sucedido, pero todos se habían marchado. Tan sólo quedaban el rubio y ella en aquella cocina. De repente, la tensión se hizo extrema para Airīn, quién respiró profundamente esperando a que su corazón se calmara. Aquél había sido el hombre que la había salvado, por tanto era el hombre más especial del mundo a sus ojos. Una forma de verle a la cual Sanji era ajeno.

Caminó con paso lento hacia la encimera, y se sentó sobre esta. El chico se encontraba de espaldas, cocinando los almuerzos que debían llevar durante su aventura a través del desierto, por lo que no se percató del cambio de localización de la muchacha hasta que se dio media vuelta para usar el mueble anteriormente mencionado, quedándose parado por la sorpresa a la par que se sonrojaba levemente y de sus ojos salían corazones por la idea de tener cerca a una chica. Por su parte Airīn le miraba con un gesto de ternura. Tan sólo el hecho de que la hubiera salvado había bastado para agarrarle cariño al rubio.

—Me haría ilusión que fueras mi sensei.— susurró con voz suave, mirando a este a los ojos mientras jugueteaba con un mechón de su pelo. Sanji, frente a la imagen que tenía delante y las palabras que había escuchado imaginó todo tipo de cosas nada aptas para menores de dieciocho años, provocando que unas gotas de sangre salieran de su nariz, la cual tapó mientras miraba a la joven.

—No hagas esas cosas.— dijo algo serio, aún conteniendo con sus dedos la sangre que salía de su nariz.

—¿Qué hice?— preguntó con inocencia. El cocinero tomó un mechón de pelo de la chica con su mano libre, y lo acomodó detrás de su oreja.

—Decir que seré tu sensei mientras juegas con tu pelo. Imaginé todo tipo de situaciones en las que te faltaría el respeto.— susurró, manteniendo aquella pose, por lo que Airīn podía sentir la calidez sobre el lado derecho de su cabeza, y el olor a colonia masculina que emanaba Sanji.

—Bueno...— respondió en un tono calmado.— ¿Quién dice que no quiero que me faltes el respeto?— preguntó en un tono evidentemente coqueto, mientras recorría delicadamente con las manos el camino entre su pecho y sus hombros, hasta posarse finalmente en su nuca. Sanji comenzó a sentirse nervioso a medida que comprendía las palabras de la muchacha y, al terminar ella por pegar su barriga contra la de él, la presión le superó, haciendo que dos chorros de sangre provinientes de su nariz le mandasen a volar varios metros atrás, atravesando incluso la pared del barco.— Ups, creo que me excedí.— dijo Airīn para sí misma.

All Blue (Sanji y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora